sábado, 6 de julio de 2013

Lo superfluo



Dice Antonio Muñoz Molina en su libro “Todo lo que era sólido”: “… mas grave que la “legalidad dudosa”* a la que alude la definición y que la grosera ilegalidad de tantos hechos corruptos es la perfecta legalidad en la que han sucedido la inmensa mayor parte de las barbaridades y los despilfarros que se han ido acumulando a lo largo de tantos años hasta llegar a este presente en el que parece que todo se derrumba, en el que no sabemos si mañana mismo habrá médico en el hospital que pueda atendernos o un equipo de bomberos con medios imprescindibles para combatir un incendio, o simplemente un camión municipal que pase a recoger la basura.
Lo que sin que nadie lo advirtiera o denunciara empezó a suceder hacia mediados de los años ochenta es que al mismo tiempo que las instituciones públicas empezaban a disponer de mucho dinero desaparecían los controles efectivos de legalidad de las decisiones políticas”.

Restos de un “pasado de barbarie, no todavía demasiado lejano”, como dice Blasco Ibáñez en una de sus novelas. Cohorte de acomplejados e ineptos, que trataron de esconder sus propias miserias en la “cosa pública”, donde impera  mayoritariamente la  “fachada” y no la inteligencia; que trataron de ocultar su mediocridad, con actos mas propios de los faraones; henchidos por la soberbia del cargo, al que nunca habían imaginado arribar, ni en sus mejore sueños.

Como toda una pléyade de nuevos ricos,  malgastaron y peor aún, cargaron de deuda el erario público para financiar obras monumentales de escasa o nula utilidad, disponiendo de los fondos como si fueran de ellos y decidiendo una aplicación impropia e inútil. Cuando no, indujeron a las Entidades Financieras autóctonas, dominadas por sus “designios” a facilitar financiaciones para proyectos de escasa credibilidad. Después los inauguraron con actos revestidos de boato especial, que solo servían para aplaudirse a sí mismo, “darse jabón “ y gastar más aún; con la intención de transmitir un mensaje de grandeza a quienes con mirada atónita y ojos de asombro no teníamos capacidad para asimilar tanta “grandeur”.

Resultado evidente de tales desmanes, es que algunas de estas obras emblemáticas, han quedado relegadas a edificios sin uso y sin  las aplicaciones presupuestarías. Se van ajando siendo evidencia clara de la inutilidad o falta de acierto en su ejecución. Cuesta más mantenerlas, que abandonarlas. Quedan como “fantasmas” que constatan la aplicación espuria de recursos, en proyectos  banales, en claro detrimento de usos alternativos de mucha mas utilidad para el ciudadano. Y en ese preciso momento, nos fuimos percatando de que no éramos tan “ricos” como nos habían hecho creer, ni teníamos tantos recursos excedentes para malgastar; pero además ni siquiera habíamos mejorado nada nuestra vida cotidiana. Lo peor es que el despilfarro había entrado en simbiosis con una inefable corrupción, que se habían instalado a la sombra de tanto personaje incompetente en puestos de relevancia.

Pero ahora que las “cartas están boca arriba”, ahora que es el tiempo de evidenciar nuestras miserias, ahora… lo pagamos nosotros principalmente; porque quienes propiciaron esta caótica situación, siguen instalados en sus poltronas, sin ninguna intención de abandonar los privilegios que se han tomado por su cuenta; pidiendo simultáneamente a los ciudadanos que “apechuguen” con la rebaja, como si ellos no hubieran sido los causantes. La desfachatez y la falta de conciencia que hace ignorar la palabra dimisión, a no ser para remover cargos de inferior nivel, que  justifiquen la permanencia de los de “arriba”.

Todo está hecho ya, lo malo es que la memoria nos jugará una mala pasada y cuando se instale el olvido, lo volverán a hacer. Pero  hoy, en este instante, como dice Muñoz Molina: “Ahora el porvenir de dentro de unos días o semanas es una incógnita llena de amenazas y el pasado es un lujo que ya no podremos permitirnos”.

Como dice Sabina en su canción “una de romanos”: … en la peli que pusieron después nunca ganaban los buenos…

(*) el autor incluye en párrafos anteriores la definición de Diccionario de la Real Academía de la palabra pelotazo: "negocio de dudosa legalidad con el que se gana mucho dinero de manera rápida.
(**) La foto corresponde al Aeropuerto de Castellón.  

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