Dice Antonio Muñoz Molina en su
libro “Todo lo que era sólido”: “… mas
grave que la “legalidad dudosa”* a la que alude la definición y que la grosera
ilegalidad de tantos hechos corruptos es la perfecta legalidad en la que han
sucedido la inmensa mayor parte de las barbaridades y los despilfarros que se
han ido acumulando a lo largo de tantos años hasta llegar a este presente en el
que parece que todo se derrumba, en el que no sabemos si mañana mismo habrá
médico en el hospital que pueda atendernos o un equipo de bomberos con medios
imprescindibles para combatir un incendio, o simplemente un camión municipal
que pase a recoger la basura.
Lo que sin que nadie lo advirtiera o denunciara empezó a suceder
hacia mediados de los años ochenta es que al mismo tiempo que las instituciones
públicas empezaban a disponer de mucho dinero desaparecían los controles
efectivos de legalidad de las decisiones políticas”.
Restos de un “pasado de barbarie,
no todavía demasiado lejano”, como dice Blasco Ibáñez en una de sus novelas.
Cohorte de acomplejados e ineptos, que trataron de esconder sus propias
miserias en la “cosa pública”, donde impera mayoritariamente la “fachada” y no la inteligencia; que trataron
de ocultar su mediocridad, con actos mas propios de los faraones; henchidos por
la soberbia del cargo, al que nunca habían imaginado arribar, ni en sus mejore
sueños.
Como toda una pléyade de nuevos
ricos, malgastaron y peor aún, cargaron
de deuda el erario público para financiar obras monumentales de escasa o nula
utilidad, disponiendo de los fondos como si fueran de ellos y decidiendo una
aplicación impropia e inútil. Cuando no, indujeron a las Entidades Financieras
autóctonas, dominadas por sus “designios” a facilitar financiaciones para
proyectos de escasa credibilidad. Después los inauguraron con actos revestidos
de boato especial, que solo servían para aplaudirse a sí mismo, “darse jabón “
y gastar más aún; con la intención de transmitir un mensaje de grandeza a
quienes con mirada atónita y ojos de asombro no teníamos capacidad para
asimilar tanta “grandeur”.
Resultado evidente de tales
desmanes, es que algunas de estas obras emblemáticas, han quedado relegadas a
edificios sin uso y sin las aplicaciones
presupuestarías. Se van ajando siendo evidencia clara de la inutilidad o falta
de acierto en su ejecución. Cuesta más mantenerlas, que abandonarlas. Quedan
como “fantasmas” que constatan la aplicación espuria de recursos, en
proyectos banales, en claro detrimento
de usos alternativos de mucha mas utilidad para el ciudadano. Y en ese preciso
momento, nos fuimos percatando de que no éramos tan “ricos” como nos habían
hecho creer, ni teníamos tantos recursos excedentes para malgastar; pero además
ni siquiera habíamos mejorado nada nuestra vida cotidiana. Lo peor es que el
despilfarro había entrado en simbiosis con una inefable corrupción, que se
habían instalado a la sombra de tanto personaje incompetente en puestos de
relevancia.
Pero ahora que las “cartas están
boca arriba”, ahora que es el tiempo de evidenciar nuestras miserias, ahora… lo
pagamos nosotros principalmente; porque quienes propiciaron esta caótica
situación, siguen instalados en sus poltronas, sin ninguna intención de
abandonar los privilegios que se han tomado por su cuenta; pidiendo
simultáneamente a los ciudadanos que “apechuguen” con la rebaja, como si ellos no
hubieran sido los causantes. La desfachatez y la falta de conciencia que hace ignorar
la palabra dimisión, a no ser para remover cargos de inferior nivel, que justifiquen la permanencia de los de “arriba”.
Todo está hecho ya, lo malo es
que la memoria nos jugará una mala pasada y cuando se instale el olvido, lo
volverán a hacer. Pero hoy, en este instante,
como dice Muñoz Molina: “Ahora el
porvenir de dentro de unos días o semanas es una incógnita llena de amenazas y
el pasado es un lujo que ya no podremos permitirnos”.
Como dice Sabina en su canción
“una de romanos”: … en la peli que pusieron después nunca ganaban los buenos…
(*) el autor incluye en párrafos anteriores la definición de Diccionario de la Real Academía de la palabra pelotazo: "negocio de dudosa legalidad con el que se gana mucho dinero de manera rápida.
(**) La foto corresponde al Aeropuerto de Castellón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario