domingo, 9 de junio de 2013

Control




Dice Sharon Lebell en una selección y nueva interpretación de Epicteto (55-135), de las ideas contenidas en el Enchiridion y Los Discursos,  en un libro titulado “Epicteto, un manual de vida”: “La libertad es la única meta que merece la pena en la vida. Se consigue prescindiendo de las cosas que escapan a nuestro control. No podemos tener un corazón alegre si nuestras mentes son un afligido caldero de temor y ambición. ¿Quieres ser invencible? Entonces no entables combate con aquello sobre lo que no tienes un control. La felicidad depende de tres cosas, y las tres están bajo tu poder: la voluntad, las ideas respecto a los acontecimientos en los que estás envuelto y el uso que hagas de esas ideas.
La auténtica felicidad siempre es independiente de las circunstancias externas. Practica la indiferencia con las circunstancias externas. La felicidad solo puede encontrase dentro.”

Interesante planteamiento, para una estructura social  como la que vivimos, en donde cuenta mucho más la apariencia hacia los demás de que somos felices;    que la propia felicidad en si misma. Pesa bastante más la opinión externa, que la nuestra. Vivimos demasiado pendientes de las circunstancias que nos rodean y concedemos una importancia desmedida a esas estructuras;  parece que no solo necesitamos ser felices, sino que ponderamos mucho más que los demás crean que lo somos.

Difícil encrucijada, no basta la satisfacción interna;  queremos el asentimiento externo. Buscamos con más intensidad la “apariencia de felicidad”, que la propia felicidad. Así nos va. Somos cautivos de una carrera sin fin hacia un no se sabe donde. Como si tuviéramos que vivir en una “galería”, expuestos permanentemente a opiniones externas. En definitiva falta de confianza en nosotros mismos y planteamientos erróneos sobre lo que somos, lo que queremos ser y sobre todo la voluntad y el empeño para conseguirlo; si no está “consensuado” y “aprobado” por nuestro entorno social.

No deberíamos dejar que nos “vivieran” los demás, deberíamos “vivirnos” nosotros. El entorno cercano debe apoyarnos en nuestras metas y quizás aconsejarnos o darnos su mejor opinión; pero en ningún caso dirigir nuestras acciones asignándonos un determinado rol. No son directores de nada y no tienen esa prerrogativa, sobre nuestra forma de vivir; que “vivan” ellos, que bastante trabajo tienen ya. Dejarse llevar por comodidad o falta de criterio, conduce a lugares no deseados y posiblemente crea, a la larga,  enorme insatisfacción

Como dice Epicteto: “Las cosas son sencillamente lo que son. Los demás que piensen lo que quieran; no es asunto nuestro. Ni vergüenza, ni culpa”.

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