domingo, 4 de diciembre de 2011

Educar.

Dice Fernando Savater en su libro “El valor de educar”: “El profesor no solo, ni quizá principalmente, enseña con sus meros conocimientos científicos, sino con el arte persuasivo de su ascendiente sobre quienes le atienden: debe de ser capaz de seducir sin hipnotizar… Quizás la excesiva personalidad del maestro pueda dificultar o aun pervertir su función de mediador social ante los jóvenes, pero tengo por indudable que sin una cierta personalidad el maestro deja de serlo y se convierte en desganado gramófono o en policía ocasional. Es el momento de recordar que la pedagogía tiene mucho mas de arte que de ciencia, es decir que admite consejos y técnicas pero que nunca se domina más que por el ejercicio mismo de cada día, que tanto debe en los casos más afortunados a la intuición”

Este planteamiento, esta muy lejos de quienes entienden, que lo primero que hay que establecer es una distancia adecuada, que permita identificar con claridad, quien es el que sabe y quienes los que aprenden ( a corregir esto, la tarima no ayuda…) y para ello, toman la alternativa de exponer con cierto engolamiento displicente los conocimientos que quieren transmitir, como si con ello adquiriesen mayor rango o relevancia.

Es precisamente esta circunstancia la que en ocasiones transforma una determinada disciplina en un “hueso” difícil de roer y acumula alumnos curso a curso, dado que independientemente de los que no logran superarla, el mayor número que la engrosan, son aquellos que a mitad del curso lectivo ya ha decidido que no se presentarán. Porque no presentarse – cuando uno se ha esforzado – es un gesto claro de poca madurez y posiblemente el mayor fracaso de la tarea del profesor, quien no se presenta es que no está suficientemente motivado en el aprendizaje.

Estoy absolutamente de acuerdo, que quienes pretenden enseñar con exposiciones magistrales exentas de compromiso personal del profesor y realizadas de modo mecánico, por mucho rigor que tengan, son claramente poco útiles. Sin motivar no hay resultados, sin llegar a los presentes con la entrega absoluta de quienes les apasiona la labor que realizan, es muy difícil obtener resultados positivos, aunque la excusa posterior ante el fracaso masivo, sea la creencia en el desinterés general y la falta de dedicación y/o esfuerzo de los alumnos.

Quienes entienden la tarea como una acción diaria para ganarse la confianza y el respeto, por el trabajo realizado en la labor de acercamiento de los conocimientos, de modo riguroso pero sencillo y atractivo, sea cual sea la materia; “cosechan” muy buenos resultados y acaban el curso con el buen sabor de boca de haber completado un quehacer complicado, que han vencido con su entrega. Sin compromiso… pocas cosas se logran.

La educación implica cierta tiranía. De los profesores depende el grado. Sin recibir educación, no hay verdadera libertad. Ser libre es vencer a la ignorancia. La ignorancia, casi siempre le impide al hombre ser él mismo.

3 comentarios:

impersonem dijo...

Estoy de acuerdo con todo lo que dices... aunque la expresión de que "La educación implica cierta tiranía. De los profesores depende el grado" ... se me escapa un poco dentro del contexto que lo precede... entiendo que te refieres al ejercicio de "autoridad" del profesor en el desarrollo metodológico de su labor docente, conducente al control tanto colectivo (clase) como individual (cada alumno) con objeto de que el desarrollo de esa labor docente (por parte del profesor) y la labor discente (por parte de los alumnos que tengan interés en aprender) puedan desarrolarse con cierto grado de normalidad y entendimiento... yo no creo que la educación implique, per se, cierta tiranía... lo que he visto es que la educación corre el riesgo de ser impuesta con tiranía (la expresión extrema de que la "letra con sangre entra" sería un reflejo de ello) desde pedestales (a veces la tarima lo parece, otras facilita que los alumnos vean mejor al profesor y que el profesor vea mejor a sus alumnos), método poco recomendable que, a mi juicio, crea rechazo y efecto rebote...

... creo que el profesor vocacional sabe que el ejercicio de la docencia, bien entendido, implica una gran oportunidad (desde la flexibilidad y no desde la rigidez académica) no solo para que el alumno aprenda y el profesor enseñe, sino para que el alumno quiera aprender (motivación) para saber y aprenda a aprender (optimización de los esfuerzos) para aprenhender conocimientos útiles (razón nuclear que explica la necesidad del esfuerzo y por ende sirve de motivación objetiva) y para que el profesor aprenda a enseñar (experiencia a través de la praxis) logrando la máxima efectividad en la transmisión de sus conocimientos (de forma directa, con exposición, explicación y corrección o diferida: enseñándole a utilizar los elementos y métodos de investigación) al alumno...

... Me apasiona este tema... y lo que he dicho es solo la opinión de un lego en la materia que mira y que, dado lo que ignora al respecto, pudiera errar bastante... pero ya sabes, la ignorancia es atrevida y lo dicho dicho está...

... ah, soy un acérrimo defensor de la mayéutica...

... creo que el profesor debe ser un buen conductor (dentro del concepto o significado de lo que supone la educación soy más partidario de lo que comporta la raíz "exducere" que de lo que comporta la raíz "educare"), sin acelerones ni frenazos bruscos; y debe estar siempre muy atento a qué alumnos se marean y sienten molestias a la hora de digerir los conocimientos (dificultades en el aprendizaje); igualmente atento a los alumnos que estén inapetentes a la hora de alimentarse de conocimientos (desmotivación); y atento a los que piden y necesitan más conocimientos que los de la "receta oficial" (para que no pierdan el interés y caigan en la desmotivación)...

No sé Seriecito... tal vez la cuestión se reduce a que el buen profesor sabe ponerse, en la transmisión de los conocimientos y en el desarrollo de la docencia-discencia, a la altura de cada alumno y el "mal profesor" se encastilla en su status exigiendo de forma rígida que el alumno se ponga a su altura (las de sus conocimientos sobre la materia que imparte y creencias ortodoxas sobre la metodología a seguir para impartirla) y si no lo hace lo abandona a su suerte limitándose a calificar sus examenes y a descalificar sus aptitudes y actitudes (esto último me cabrea mucho)...

... creo que los profesores flexibles y vocacionales elevan la pedagogía a la condición de arte... y, por el contrario, creo que los rígidos la degradan a la condición de "pedantería"...

Un abrazo.

impersonem dijo...

aprehender, quise escribir

seriecito dijo...

Impersonem:

Me alegro de tu visita y de tu comentario.

En principio si, la frase de la tiranía, que debería llevar comillas, se refiere las normas impuestas a cumplir en el desarrollo de la función docente.

No la segunda acepción (la letra....) no la comparto tampoco, me parece un absurdo y además no consigue su objetivo y desde luego produce el efecto contrario, es decir la falta de interés de los alumnos por la cultura en general.

Nombras la palabra clave - Motivación - si está presente todo va bien, si se consigue lo demás fluye solo.

No creo que tu opinión sea la de un lego en la materia. Está muy bien argumentada y es coherente.

Es verdad que cada profesor debería de ponerse a la altura de cada alumno, pereo ene se caso el número de alumnos que podrái atender sería menor. Los grupos deberían ser mas reducidos.

Y también coincido contigo, cuando el acceso a la docencia es vocacional, muchas cosas fluyen por si solas... Los profesors pedantes, suelen ser personas que piensan que saben mucho mas de lo que saben.

repito me alegro de leerte.

Salu2:

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