Todos tenemos la impresión de que comunicamos de modo muy adecuado, porque somos capaces de explicar nuestras “razones”, de una forma muy explícita y suponemos por ello, que los demás, nos entienden mayoritariamente. Lo que transmitimos, es la base de nuestra sensación, de que somos buenos comunicadores. Sabemos diferenciar en este “rol”, quienes son más receptivos, porque identificamos su buena predisposición para escuchar; pero esta calificación somos incapaces de imponerla a nuestra conducta. No es mejor comunicador, quien mas transmite, muy al contrario, quien escucha con mas atención, alcanza un mejor nivel de relación, porque esta diligencia hace que se incremente considerablemente su nivel de entendimiento con los demás. Comprender es el cimiento mas firme para comunicar.
Casi nada lo que planeamos, como vamos a callar, si casi siempre nos quedamos insatisfechos de la extensión de lo que decimos. Nos falta tiempo para nuestra incipiente verborrea. Y ahora nos piden que escuchemos mas, si lo hacemos no hablaremos y entonces ¿qué sucederá?, como podremos soportarlo, nos sentiremos desplazados y marginados..
Sentarnos reposadamente, relajarnos, ceder la palabra al otro y oír activamente sus argumentos, abre un cauce muy amplio para el intercambio, pero además, ayuda más a la comunicación, que cualquiera de los discursos manidos, que estamos dispuestos a colocar de modo permanente. En esto somos insaciables y así nos va.
Solemos pensar, cuando intentamos transmitir algo, cual será la mejor forma de componer nuestro discurso y como exponer los argumentos, que evidencien nuestras intenciones. Buscamos el modo más adecuado, para hacer comprender nuestra posición; intentamos con insistencia sensibilizar al interlocutor de turno, para que asuma las propuestas implícitas en la “trama” de la exposición.
Este planteamiento habitual, es poco efectivo a nivel de la comunicación, es mucho mas asertivo, preguntarse ¿en qué modo puedo beneficiar a mi interlocutor, con lo que tengo que exponerle?. No podemos relacionarnos con efectividad, si no tratamos de ver las cosas, desde los ojos ajenos y no de los nuestros. No seremos capaces de conseguir mayor convergencia, si no somos capaces de escuchar nuestras palabras con los oídos de otros. En definitiva, poco resolveremos en nuestras relaciones, sino aplicamos en las mismas un elevado nivel de empatía.
Escuchar activamente, es mucho mas efectivo para consolidar relaciones, que insistir machaconamente con nuestro discurso, cargado de argumentos individuales, por muy en posesión de la “verdad”, que nos creamos. No debe ser, tanto una intención, como una actitud. Escuchar activamente es la mejor apuesta por unas relaciones estables, hay que interiorizar el deseo de hacerlo habitualmente y sobreponerlo a cualquier otra postura. Nadie dejará de agradecer con firmeza, esta posición explícita nuestra, atendiendo pacientemente la exposición de las inquietudes ajenas, como si de las nuestras se tratase.
Los problemas siempre nacen, por el ejercicio pertinaz de la palabra, nunca por la escucha diligente. Cosecharemos mucho mas éxito atendiendo con sinceridad, que con esa locuacidad inusitada, que exhibimos habitualmente. Cuando adoptamos el silencio receptivo, acabamos conociendo las verdaderas motivaciones de nuestros allegados y por tanto adquirimos de modo directo, una enorme capacidad de ayudar de forma más oportuna… y eso no tiene precio.
Casi nada lo que planeamos, como vamos a callar, si casi siempre nos quedamos insatisfechos de la extensión de lo que decimos. Nos falta tiempo para nuestra incipiente verborrea. Y ahora nos piden que escuchemos mas, si lo hacemos no hablaremos y entonces ¿qué sucederá?, como podremos soportarlo, nos sentiremos desplazados y marginados..
Sentarnos reposadamente, relajarnos, ceder la palabra al otro y oír activamente sus argumentos, abre un cauce muy amplio para el intercambio, pero además, ayuda más a la comunicación, que cualquiera de los discursos manidos, que estamos dispuestos a colocar de modo permanente. En esto somos insaciables y así nos va.
Solemos pensar, cuando intentamos transmitir algo, cual será la mejor forma de componer nuestro discurso y como exponer los argumentos, que evidencien nuestras intenciones. Buscamos el modo más adecuado, para hacer comprender nuestra posición; intentamos con insistencia sensibilizar al interlocutor de turno, para que asuma las propuestas implícitas en la “trama” de la exposición.
Este planteamiento habitual, es poco efectivo a nivel de la comunicación, es mucho mas asertivo, preguntarse ¿en qué modo puedo beneficiar a mi interlocutor, con lo que tengo que exponerle?. No podemos relacionarnos con efectividad, si no tratamos de ver las cosas, desde los ojos ajenos y no de los nuestros. No seremos capaces de conseguir mayor convergencia, si no somos capaces de escuchar nuestras palabras con los oídos de otros. En definitiva, poco resolveremos en nuestras relaciones, sino aplicamos en las mismas un elevado nivel de empatía.
Escuchar activamente, es mucho mas efectivo para consolidar relaciones, que insistir machaconamente con nuestro discurso, cargado de argumentos individuales, por muy en posesión de la “verdad”, que nos creamos. No debe ser, tanto una intención, como una actitud. Escuchar activamente es la mejor apuesta por unas relaciones estables, hay que interiorizar el deseo de hacerlo habitualmente y sobreponerlo a cualquier otra postura. Nadie dejará de agradecer con firmeza, esta posición explícita nuestra, atendiendo pacientemente la exposición de las inquietudes ajenas, como si de las nuestras se tratase.
Los problemas siempre nacen, por el ejercicio pertinaz de la palabra, nunca por la escucha diligente. Cosecharemos mucho mas éxito atendiendo con sinceridad, que con esa locuacidad inusitada, que exhibimos habitualmente. Cuando adoptamos el silencio receptivo, acabamos conociendo las verdaderas motivaciones de nuestros allegados y por tanto adquirimos de modo directo, una enorme capacidad de ayudar de forma más oportuna… y eso no tiene precio.
17 comentarios:
Me gusta escuchar espero que me explique para poder dialogar o para dar mi opinion, lo que si me gusta a veces es encontrar las palabras adecuadas en ese momento.
Con cariño
Mari
Hola Seriecito!
Es muy interesante lo que expones en tu artículo.
Creo que lo que estas proponiendo es que, en la comunicación, debe haber un DIÁLOGO. Vale decir, un intercambio de mensajes en que ambos interlocutores se escuchen mutuamente y traten de entenderse.
Si todos escuchamos, ¿quién habla?, y si todos hablamos, ¿quién escucha?.
Las personas calificadas de “verborrágicas”, por lo general, son sujetos muy ansiosos, y esa misma ansiedad los impulsa a hablar si detenerse a escuchar, porque, en realidad, lo que menos les interesa es dialogar. Sienten una incontrolable necesidad de expresarse. Sin embargo, no siempre están diciendo algo, mucho menos, importante o interesante, simplemente “están pensando en voz alta”.
Las personas llamadas “silenciosas”, no siempre significa que estén escuchando, y menos entendiendo lo que el otro dice. Muchas veces sucede que, por un déficit de asertividad, no tienen el valor de expresar lo que piensan (recuerdo el episodio del Rey Juan Carlos de España cuando le dijo al presidente Chávez de Venezuela: “¿Por qué no te callas?”…jajaja!), aunque más no sea, “pedir la palabra”, y en otras situaciones no encuentran los términos necesarios para expresar un mensaje con claridad.
Pero creo que la mayor dificultad, o por lo menos el mayor desafío, es tratar de ponernos en el “lugar del otro” para elaborar mensajes que puedan ser entendibles por el interlocutor.
El concepto de “secuencia de puntuación”, en comunicación, hace alusión a la forma en que cada uno interpreta lo que escucha. Y ello dependerá de su cultura, sus creencias, su nivel de instrucción, sus prejuicios, etc.
No por ello creo que debemos cejar en el intento, pero las veces que me he encontrado con gente que me ha dicho que otra gente ha escuchado que yo dije cosas que jamás se me hubiesen cruzado por la cabeza decir, es increíble!...jajaja!.
Sin ir más lejos, analizando el mensaje de “estoy_viva” cuando escribe: “lo que si me GUSTA a veces es encontrar las palabras adecuadas en ese momento.”, si interpretamos el mensaje textualmente, es muy meritorio que sienta placer por encontrar las palabras adecuadas para comunicarse, ahora, si pensamos que fue un error tipográfico y que realmente quiso decir: “lo que si me CUESTA a veces es encontrar las palabras adecuadas en ese momento.”, el mensaje es totalmente distinto, ¿no?.
Muy buena tu entrada Seriecito!.
Un abrazo!
Rik
Cuando puedas pasate por mi blog tienes un premio al blog con Duende, espero que lo disfrutes.
Con cariño
Mari
Plas Plas Plas ( Aplausos )
Un musu Seriecito y Felicidades
por tu premio sin duda tienes
mucho Duende.
Mas plas,plas, Seriecito.
Por tu premio, y por estos articulos que nos hacen pensar y reflexionar siempre.
Yo tengo una anecdota que iria aqui muy bien, pero es larga y no creo que en un comentario sea oportuna. Prometo contarla pronto en mi blog.
Besets
Mari:
Las personas que les gusta escuchar, cuando se deciden a expresarse, sus palabras son muy interesantes.
Gracias por tu comentario.
Salu2:
Rik:
Sí, efectivamente un diálogo es un intercambio.
Estoy de acuerdo contigo, la persona que habla mucho, lleva consigo una carga de ansiedad, que la combate con el uso inusual de la palabra.
Tener empatía con los que nos roean es la mejor forma de consolidar buenas relaciones, no hay cosa que satisfaga tanto, como saber que alguien trata de entenderte y se preocupa sinceramente por tí.
Lo que uno dice y los damás interpretan es diferente, en principio porque nuestra capacidad de escuchar con atención, esta bastante relajada, las prisas y la falta de tiempo nos mantienen muy poco relajados, quermos resúmenes cortos y rápidos.
Gracias por tu comentario.
Salu2:
Alix:
Gracias
Salu2:
Tag:
cuentala, tus anecdota siempre son muy interesantes.
Salu2.
A veces me he encontrado con personas que simplemente te lanzan una pregunta (¿qué tal, cómo estás?) por mero reflejo, no porque estén dispuestos a escucharte, sino porque esa frase les sirve de excusa para adentrarse en un monólogo.
Y lo malo es que creen que están dialogando.
Por contra existen personas muy impermeables y solenciosa, que transmiten poco, gestual o verbalmente y aunque parezca que por su silencio son reflexivas, simplemente se abstraen y no escuchan, sólo desconectan o esperan la oportunidad para comenzar su propia disertación.
El verdadero diálogo se compone de un elemento parlante y otro escuchante (que no sólo oyente).
Una buena señal de que una relación funciona bien, es este precisamente, que exista verdadero diálogo, equilibrio, retroalimentación...
Creo además que para poder ser un buen dialogante, hay que saber escuchar.
Un abrazo Luis
Impecable entrada para entender el ABC de nuestra falla en la comunicación.
La Programación Neurolinguística contribuye a interpretar el lenguaje del cuerpo del otro y el de uno mismo.
Quienes están en comercialización y fundamentalmente en atención al cliente saben que es letal escuchar (no es lo mismo que oir).
Y cuando a uno de los sentidos lo estorbamos o no es nuestro canal natural, se afecta la comunicación (intención, mensaje y efecto de la relación)estamos en serios problemas.
A esto se suma que existen personas que nacen para tener razón y avanzar sin medir las consecuencias y el cuadro es más que complejo.
Abrazo
es cierto, esa verborragia que nos ataca ,a veces se interpone en nuestras relaciones.... escuchar, atender, entender, amplía horizones y cabeza. siempre, como todo, en buena medida.
Nuria:
sin saber escuchar, las cosas nnca irán bien. Nos escusamos con la falta de tiempo, pero no es así, es necesario predisposición para detenerse y entender a los demás.
"diálogo parlante" tipo discurso, solo contribuye a estar mas aislado.
Sin intercambio sincero no hay relaciones sólidas.
Salu2:
Luis
Tendencia vital:
Si queremos tener siempre razón, mal vamos, sin lugar a dudas nos quedaremos solos y los demás dificilmente nos tendrán en cuenta, preferirán otros contactos mas gratificantes.
Cuando la comunicación se queda afectada, es muy difícil reconstruirla.
Salu2:
María Uval:
completamente de acuerdo contigo, hablar de modo permanente no es el mejor camino, si además no escuchamos, el fracaso está diseñado.
Salu2:
Cierto, tendemos a ser protagonistas hablando más y más y más, yo debo confesar ese defecto y es cierto que escuchar empáticamente sería mucho mejor... en este terreno ¡tengo tanto que corregirme!
Lo que dices en tu entrada me ayuda a rescatar esta reflexión e intentar depurar los defectos que habitan en las interrelaciones habladas y escuchadas o mal escuchadas.
No obstante a veces, sabes que quien te escucha te concederá pocos minutos para que digas lo que tengas que decir, y es inevitable disparar palabras cuán metralleta...
Saludos Luis, muy interesante lo que propones.
Impersonem:
La locuacidad no la considero una gran dificultad. Creo que solo plantea problemas cuando además de hablar mucho, nos escuchamos atentamente y por tanto ocupamos los oídos impidiendo escuchar también lo que dicen los demás. Nos bastamos, hablamos y nos escuchamos, somos autosuficientes.
El problema grave, es ignorar deliberadamente a los demás. Las relaciones deben de ir en doble sentido y por tanto hablar, callar, escuchar, hablar... debe de ser un circulo ininterrumpido.
Creo también que el tiempo que nos dedicarán los demás, estará en perfecta sintonía con el interés que despertemos, pero ese interés hay que ganarlo, no nos lo concede ni nuestro, pretigio, ni nuestra creencia en nosotros; deben de otrogárnoslo, no podemos imponerlo por muy imperativos que seamos.
Quien no se muestra como es, lo tendrá mal, tarde o temprano irá perdiendo "amistades".
Salu2:
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