viernes, 25 de julio de 2008

Lo esencial...






Dice Eugen Drewermann en su libro "Lo esencial es invisible: El Principito de Saint-Exupéry, una interpretación psicoanalítica": "Si uno siguiendo las huellas del Principito, literalmente como venido de un planeta lejano con ojos puros de "niño", se acerca a este mundo que nos es familiar hasta la saciedad, éste se le revela como una galería de ostentación, la vanidad y la incapacidad absoluta para amar algo que no sea uno mismo, como un caleidoscopio de ampulosos egoístas, cada cual habitante de su propio planeta, años luz alejados de los hombres y de toda la humanidad, seres que se tienen por importantes, por el solo hecho de que saben transformalo todo en números, mientras que ellos mismos no son mas que "esponjas" que lo absorben todo, sin transformalo interiormente, con el mero propósito de hacerse "serios" y "gordos" ante los demás".


Vivimos en una sociedad, que no permite las tibiezas, salvo para quedar aislados, es decir frustrados. La competitividad ha calado de forma tan intensa, que nuestras acciones - principalmente - van dirigidas hacia una carrera sin fin, para tomar posiciones cada vez mas "altas". Porque lo importante es subir, aunque uno no sepa verdaderamente para que, pues con toda seguridad no nos aportará mayor felicidad y si cansancio mental por el esfuerzo desmedido realizado.

Sin contar, cuanta gente estará insatisfecha, por no haber podido lograr mayores cotas, en esa seudo-cadena, que lleva hacia el éxito sin límite. Podrían haber estado completamente satisfechos en niveles intermedios, pero no habrían podido "destacar" y vanagloriarse en su propio entorno social, que es verdaderamente lo que cuenta. Sin llegar a poder ser considerados fracasados, si que se unen al mayoritario grupo de las "medianías", posiciones poco deseadas.


La otra posición restrictiva, que impone este tipo de "carrera" hacia el éxito, es que impide el cultivo de la amistad sincera, franca y duradera; porque cada uno de los que nos rodea es en primera instancia un competidor. Dando con ello un abono excelente a la soledad, que conduce con toda seguridad a la melancolía.

Esperemos que los mas jóvenes, que han leído en el colegio El Principito, sepan diferenciar lo principal de lo accesorio y poner los deseos y sentimientos en su sitio.


NB.- Del libro de Antoine Saint-Exupéry, se han vendido mas de 80 millones de ejemplares y se ha traducido a mas de 160 lenguas



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