sábado, 24 de octubre de 2020

Unión y consenso.

 



Dice Victoria Camps en su libro “Virtudes Publicas” (1993): “Nos sentimos de vuelta de muchas cosas, pero estamos confusos y desorientados, y nos sacude la urgencia y la obligación de emprender algún proyecto común que de sentido al presente y oriente el futuro. Hemos conquistado el refugio de la privacidad y unos derechos individuales, pero echamos de menos una vida pública más aceptable y digna de crédito”.


No logramos consensuar acciones comunes, que nos vinculen a todos para enfrentarnos a la crisis de salud a la que nos enfrentamos. Seguimos pensando que algunas de las recomendaciones no van con nosotros, las miramos con cierta distancia e incluso dudamos de su efectividad. Contribuye a ello, en gran medida, estas diferencias que observamos existen entre los diferentes territorios y no acertamos a identificar, si son verdaderas cuestiones de fondo las que las producen o por el contrario prima la posición política de los interlocutores y eso nos produce extrema desazón.


Difícil seguir las recomendaciones, si observamos que no hay consentimiento global para ellas. No hay nada que nos produzca más fortaleza que el sentimiento de pertenecer a un grupo cohesionado y robusto con fuerte decisión de encarar los problemas en una misma dirección, todos tirando de la “cuerda” con el convencimiento de que ese es el camino. Pero del mismo modo, se produce una enorme laxitud en el cumplimiento de la normas, cuando los mensajes que recibimos de quienes tienen la autoridad y la palabra, son confusos, ambiguos e incluso contradictorios.


¿Somos tan complejos, que no tenemos capacidad de hablar, consensuar y planificar las acciones?, pero en común, claro. Albert Einstein decía: “La formulación de un problema es más importante que su solución”. Lo comparto y creo en el fondo que es lo que nos está sucediendo, no somos capaces de formular con claridad y sin fracturas lo que nos pasa, hay diferentes opiniones y en ocasiones muy distantes. Con esos mimbres nunca seremos capaces de “componer la cesta”, o peor, la cesta será poco robusta y no aguantará la carga.


El camino que seguimos, es evidente que no es el bueno. Nos esforzamos más en identificar lo que nos separa, que lo que nos une y así pocos resultados positivos se consiguen. Como dice Muñoz Molina:” Es urgente medir nuestras palabras para que lo que digamos no añada ni una brizna más a la confusión ni agrave innecesariamente el clima turbio de la discordia”  


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