miércoles, 14 de octubre de 2020

Convergencia

 


Dice Antonio Muñoz Molina en su libro “Todo lo que era sólido” (2013): “El eje de la vida política española no es el debate educado en las formas y riguroso en las ideas sino el mitin político, en el que las formas son ásperas y con frecuencia brutales y las ideas no existen, o quedan reducidas a consignas y exabruptos, y el adversario al guiñapo de la caricatura… El dominio de los partidos políticos sobre cada esfera de la vida española es tan absoluto que son los partidos mismos los que imponen la información que se da sobre ellos, los pasajes exactos de los discursos de sus oradores que transmitirán la televisión y la radio. De esta complicidad humillante son responsables los que la imponen, pero también los que la aceptan. Entre unos y otros han reducido la libertad de expresión a un intercambio de improperios”.


Estoy absolutamente de acurdo con Muñoz Molina y aunque el libro lo escribe en 2013, si lo trasladamos al momento actual, sus palabras pueden ser compatibles en su totalidad. El transcurso del tiempo no ha hecho más que empeorar estas acciones impropias e incompatibles con  el sosiego y equilibrio que debería presidir cualquier debate. Es imposible lograr conclusiones vinculantes o propiciar convergencia en las diferentes sensibilidades, como consecuencia de la diatriba en la que se ha convertido el intercambio de argumentos, no solo en la calle, sino lo que es mucho peor, también en el parlamento.


Tan arraigadas están estas formas de actuar, que ni siquiera cuando de lo que se está decidiendo es la SALUD, se soslayan y se producen posiciones proclives al entendimiento. Los espectáculos que estamos viendo son francamente deplorables, responsables de diferentes administraciones discutiendo no del fondo, sino de las formas y constatando una absoluta incapacidad para llegar a acuerdos robustos y vinculantes.


Para poder “doblegar” las situaciones adversas – y esta lo es en grado muy elevado – hace falta voluntad de encuentro y deseo de resolver conjuntamente.  Exponer mensajes contradictorios a los ciudadanos, tiene malas consecuencias, ya que lo único que produce es confusión y sensación de incertidumbre; unido a una posición poco comprometida con los sacrificios a soportar en base a las medidas propuestas; máxime si se difunden opiniones contradictorias, con especial énfasis en la falta de idoneidad y/o necesidad.


Toda esta desagradable situación aboga a darle la razón a Muñoz Molina, cuando dice: “Ahora el provenir de dentro de unos días o semanas es una incógnita llena de amenazas y el pasado es un lujo que ya no podemos permitirnos”.


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