sábado, 3 de octubre de 2020

Acordar

 


Dice Eduardo Punset en su libro “Excusas para no pensar”: “Científicamente se ha demostrado que son necesarios cinco cumplidos seguidos para borrar las huellas perversas de un insulto. De esta manera, los que tienen la manía de contradecir siempre al que está delante muchas veces no gozan de tiempo suficiente para paliar el efecto perverso de su ánimo contradictor…El efecto de la palabra desabrida es más perverso que la propia sucesión de hechos. El impacto del lenguaje es sumamente duradero…Siendo eso así, resulta inevitable preguntarse por los efectos sociales de que la mitad de la población esté siempre imputando al resto razones infundadas, taimadas, perversas, interesadas, para explicar su comportamiento. Será muy difícil no sacar la conclusión de que esas palabras calan hondo en la mente colectiva y acaban dividiendo en dos partes irreconciliables a la sociedad”.


Plantea Punset una perspectiva poco halagüeña, ya que describe una situación altamente frecuente, nuestro irrefrenable deseo de contradecir. La falta de neutralidad, que suponemos, en las palabras de nuestro interlocutor y la sensación de que todos sus planteamientos son interesados y por el contrario los nuestros no.

En los asuntos relevantes y la salud es uno de ellos; pueden haber, sin lugar a dudas, diferencias en los criterios, planteamientos y acciones; pero expuestos adecuadamente, es decir, con respeto; deben de ser escuchados con atención todos los argumentos de los diferentes interlocutores y debatidos con lealtad y deseo de aportar soluciones, no de incrementar los problemas. Ser antagónicos en política, no puede significar en ningún caso, impedimento para llegar a consensos estables y sólidos en temas de salud. Reunirse para aunar criterios es un ejercicio que debería de ser cotidiano. No demorar con excusas o cualquier otro mecanismo dilatorio, la toma de decisiones que nos vinculen a todos; es reforzar la solución y fortalecer la voluntad de los ciudadanos para asumir los sacrificios necesarios que conlleve su implementación.


Asistir cotidianamente al “espectáculo” desabrido de las declaraciones de los diferentes oponentes políticos, acusándose respectivamente, de la incapacidad para conformar acciones idóneas a las circunstancias; no aporta ninguna solución, ante más; aleja cada vez más a unos de otros y lo que es peor, polariza a la sociedad, que vive ajena a esos entresijos y que sigue esperando que se apliquen acciones adecuadas para todos; instrumentadas por quien corresponda, pero con el respaldo firme del resto. La salud ciudadana es cuestión preferente y por consiguiente deben ser proclives todos los  partidos para resolver e instrumentar soluciones, por activa y por pasiva,  evidentemente sin subterfugios.


Dar por terminada una reunión, que debe adoptar acuerdos y proponer soluciones; para que asistamos los ciudadanos con posterioridad a escenificaciones poco conciliadoras; cargadas de palabras excluyentes y argumentos peyorativos, como explicación de lo sucedido en el seno de dicho foro; es hacer la crónica de un fracaso conjunto y evidenciar la falta de voluntad de todas las partes implicadas para abandonar de una vez, los “dimes y diretes” e ir al “grano”, sin más dilaciones. Nos jugamos, mucho, pero mucho, todos.


Como dice Punset: “El lenguaje es muy importante para entendernos, pero también para confundir a los demás”.  Seamos proclives a entendernos, ganaremos.


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