miércoles, 16 de diciembre de 2015

El vacío


Tengo un buen amigo, de la época universitaria, es decir, de cuando las amistades eran transparentes, ya que no era necesario aparentar nada; que dice con cierto énfasis: “tu que siempre has sido, suave en el modo y en la palabra, te has endurecido en tus escritos de ahora, suenan a desahogo…”

Tiene razón, es verdad; uno no se da cuenta hasta que alguien se lo señala.  Puede que haya dureza; pero cebada por la indignación y aderezada por un elevado nivel  de hartazgo, unido al sabor amargo de la desilusión por el devenir de los acontecimientos. Es decir, si; hay intento de desahogo.

Que en la época que vivimos - con diferencia la mas floreciente en descubrimientos, que facilitan la comunicación (ejemplo este medio) -; nuestro mayor empeño comunicativo, se centra en distanciarnos. Malogramos la magnífica oportunidad, que nos brinda la tecnología, para evidenciar todo lo que nos une y minimizar por tanto, el bagaje pírrico que nos separa.


Criticar si; pues sin crítica y/o autocrítica no hay progreso; pero con palabras exentas de improperios y actitud firme, pero no beligerante. Ni la descalificación global, ni el acantonamiento empecinado, han conducido a nada más, que no sea la sensación de un enorme vacío.

2 comentarios:

Luis Antonio dijo...

"...con palabras exentas de improperios". Siempre lo he pensado así y lo pongo de manifiesto en debates y tal: "el insulto es el argumento de los sinargumento"...

Saludos

seriecito dijo...

Gracias por tu comentario Luis Antonio:

Tu definición la suscribo.

Salu2:

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