lunes, 7 de diciembre de 2015

Educación...futuro (II)


Dice José Antonio Marina, en su libro “Despertad al Diplodocus”: “Para iniciar un proceso de transformación, sea personal o social, hacen falta tres elementos: creer que es necesario, querer hacerlo y saber hacerlo. Cambiar es difícil. Personas y organizaciones generamos sistemas de inercia, mecanismos de autodefensa. Por ello, cambiar los hábitos, aunque sea para bien, exige una fuerte motivación ya que suele suponer abandonar la zona de confort”.

No tengo la menor duda, de que el camino que seguimos en materia educativa, no es bueno, pero sin embargo, es el más confortable para todos, con lo cual la motivación para un cambio profundo y real, es escasa o nula. 

Las oportunidades para poder acceder a la enseñanza universitaria, han aumentado considerablemente, no solo por las ayudas, sino también, porque la emergencia de Universidades nuevas, han minorado el efecto “geográfico” para bastantes alumnos.

A pesar de estas circunstancias, no ha crecido en los jóvenes universitarios la avidez por acumular conocimiento, antes más, parece como si la etapa universitaria fuera una confortable burbuja, donde refugiarse para vivir unos años fuera de la realidad social. No es de extrañar, por tanto, la creciente desmotivación de muchos profesores, que pueden comprobar, día a día, como la atención que reciben sus exposiciones en el aula, son muy minoritarias.

Las nuevas tecnologías, en mi opinión, no han contribuido a incrementar el interés en la exposición. Las presentaciones de las materias a través de diapositivas, no han sido capaces de propiciar la “complicidad” alumnos/as – profesor/a. A pesar del indudable atractivo de dicho avance tecnológico, que consolida lo expuesto de palabra, con una buena y atractiva imagen.

En muchas ocasiones, la repetición mecánica del contenido de la transparencia, o peor aún, su simple lectura, convierten el entorno en tedioso y poco propicio para promover la asimilación. Unido a ello, la incorporación en las aulas, por parte de los alumnos, de  nuevos utensilios: portátiles, tabletas, etc. han propiciado el seguimiento de las exposiciones a través de ellos, mediante la conexión con “el aula virtual”; facilitando en gran medida la “toma de apuntes”; pero también han abierto la puerta a  la navegación espuria, en tiempo de clase.


Como dice Michael Fullan, citado por Marina: “Al menos que emerja una nueva pedagogía, los estudiantes en la escuela se aburrirán cada vez más y los adultos se frustrarán cada vez más”.  

2 comentarios:

Luis Antonio dijo...

Lo de identificar enseñanza con transmisión de conocimientos habrá que replantearlo y cuestionarlo. Alguien, con demostrado prestigio, lo manifestó hace tiempo y muchos, por fin, le han acabado dando la razón:

“Saber que enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción”, esta es la idea esencial que nos propone Paulo Freire, en oposición a la memorización mecánica y a un papel distante entre el profesor y sus alumnos.

Saludos

seriecito dijo...

Luis Antonio, gracias por tu comentario.
absolutamente de acuerdo con Paulo Freire. Aunque la evaluación de suficiencia en cualquier materia, no se fundamenta en estos principios enumerados.

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