Dice Victoria Camps en su libro escrito
en 1993 “Virtudes públicas”: “La crisis
económica no justifica que las relaciones de convivencia se vuelvan inhumanas.
Hay que redirigir la política, hay que inventar nuevas políticas públicas que
no ignoren alegremente que su fin último debiera ser la preservación de los
derechos humanos que todos los estados de derecho recogen en sus constituciones,
y que corren constantemente el peligro de no dejar de ser puro formalismo. Las
políticas deben cambiar y deben hacerlo asimismo las actitudes personales. No
todos los problemas de nuestro tiempo tienen soluciones políticas, y es muy ingenuo esperar que la política emprenda unos
derroteros distintos de los que ha seguido hasta ahora, si éstos no vienen
exigidos de algún modo por los propios ciudadanos. Sin virtudes públicas, la
democracia es una ficción, un asunto abandonado a unos políticos profesionales que, entre otras aspiraciones
sin duda más dignas, se mueven por la inesquivable pulsión de perpetuarse en el
poder”.
En 1993 que también atravesábamos
una crisis – sin comparación con la magnitud de la actual, tanto en duración
como en severidad – Victoria Camps ya nos llamaba la atención, sobre los objetivos
que deberían presidir la acción política y sobre un detalle no menor, tal es,
el objetivo de perpetuación en el poder
de los partidos políticos. No hay mejor forma de revalidar la gestión política
que mostrando un balance de cumplimientos (reales no verbales); ¿qué mejor
tarjeta de presentación para concurrir de nuevo en unas elecciones?; no
obstante los partidos parece como si
identificaran que la perpetuación pasa por la “seudo-ocultación” a los
ciudadanos de los verdaderos problemas y logros, primando en la presentación de
su gestión, la descripción pormenorizada de detalles de poca significación o la
inauguración de obras faraónicas y como no, la descalificación absoluta de cualquier
opositor.
Los ciudadanos, que vivimos con
estupor, desde hace años, el alcance de las decisiones; proclives a “ajustar”
cada vez más, a quien menos tiene y hacerlo aparecer como un sacrificio
temporal imprescindible para lograr salir de un profundo bache, por desmanes cometidos
en las acciones de gestión pasadas; pero con la salvedad de que la mayoría de
quienes soportan dichas incomodidades – no de cosas superfluas sino de
cuestiones principales -, no tienen ninguna pizca de responsabilidad en dichos
errores y por el contrario quienes los provocaron siguen en “cargos y carguitos”.
Nos han repetido hasta la saciedad, que éramos un País sólido, cuando en
realidad, la arena y el barro eran nuestros cimientos.
Hacen falta ojos nuevos para ver
problemas antiguos. Hace falta también gestores políticos mas comprometidos con
el fondo que con la forma, con menos dependencia y compromisos minoritarios. Es
necesario cambiar el modo de ver las cosas y aplicar las soluciones posibles,
pero midiendo el alcance y no solo “evaluando el ahorro”, con voluntad firme en
este sentido. Es seguro que a nadie se le ocurriría poner carga impositiva a
las indemnizaciones por despido, por ejemplo, por mucho ingreso estatal que
pueda representar (que no creo).
Los ciudadanos “de a pie” también
tenemos una responsabilidad, consiste en dejar de ser meros observadores
pasivos y preocuparnos algo más por la gestión de lo público, manifestando
nuestra conformidad o no, sin duda de forma ordenada y de acuerdo con los
cauces disponibles. Todo menos suponer que hay que aguantar resignadamente las
decisiones y sufrir estoicamente las consecuencias. Cuando no hay o la situación
es precaria, es indudable que hay que prescindir de todo aquello que no sea
prioritario, para lograr el equilibrio; pero de modo proporcional a la
capacidad de absorción de las diferentes capas sociales. Lo que supone que no
sean siempre los mismos a quienes se les conmina a la resignación por un futuro
mejor demorado “sine die”.
Como nos recuerda Victoria
Camps: “… la “partitocracia”, el corporativismo político; es el modo que tiene
el político de expresar su indiferencia con respecto al interés común, al
volcarse exclusiva o prioritariamente en los asuntos e intrigas del propio
partido. Se dice, con razón, que los partidos están en crisis porque ya no
representan a la sociedad sino a sí mismos”.
1 comentario:
Cuando hice el comentario de la entrada que cronológicamente le sigue a ésta no había leído este texto... pues bien, lo que puse en aquella vale para ésta... tú lo sugieres en el texto llamandolo compromiso de los ciudadanos...
Supongo que en un sistema de mayorías si suceden las cosas de una determinada manera es porque se impulsa o se tolera por esa mayoría (podríamos analizar las razones, tú apuntas lo de la información más arriba)...
... probablemente la mejor manera de entender la política sea leyendo un manual de explotación y conducción del ganado ovino... dicho sea con todos los respetos... no obstante sería conveniente que en el mismo se incluya lo referente a las ovejas negras, a las ovejas descarriadas... y que de forma sucinta también trate el tema del caprino...
Espero no molestar a nadie con este último párrafo, si alguien se molestase pido disculpas desde ya.
Saludos
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