lunes, 30 de junio de 2014

Partitocracia



Dice Victoria Camps en su libro escrito en 1993 “Virtudes públicas”: “La crisis económica no justifica que las relaciones de convivencia se vuelvan inhumanas. Hay que redirigir la política, hay que inventar nuevas políticas públicas que no ignoren alegremente que su fin último debiera ser la preservación de los derechos humanos que todos los estados de derecho recogen en sus constituciones, y que corren constantemente el peligro de no dejar de ser puro formalismo. Las políticas deben cambiar y deben hacerlo asimismo las actitudes personales. No todos los problemas de nuestro tiempo tienen soluciones políticas, y es muy  ingenuo esperar que la política emprenda unos derroteros distintos de los que ha seguido hasta ahora, si éstos no vienen exigidos de algún modo por los propios ciudadanos. Sin virtudes públicas, la democracia es una ficción, un asunto abandonado a unos políticos  profesionales que, entre otras aspiraciones sin duda más dignas, se mueven por la inesquivable pulsión de perpetuarse en el poder”.   

En 1993 que también atravesábamos una crisis – sin comparación con la magnitud de la actual, tanto en duración como en severidad – Victoria Camps ya nos llamaba la atención, sobre los objetivos que deberían presidir la acción política y sobre un detalle no menor, tal es, el objetivo de  perpetuación en el poder de los partidos políticos. No hay mejor forma de revalidar la gestión política que mostrando un balance de cumplimientos (reales no verbales); ¿qué mejor tarjeta de presentación para concurrir de nuevo en unas elecciones?; no obstante los partidos  parece como si identificaran que la perpetuación pasa por la “seudo-ocultación” a los ciudadanos de los verdaderos problemas y logros, primando en la presentación de su gestión, la descripción pormenorizada de detalles de poca significación o la inauguración de obras faraónicas y como no, la descalificación absoluta de cualquier opositor.

Los ciudadanos, que vivimos con estupor, desde hace años, el alcance de las decisiones; proclives a “ajustar” cada vez más, a quien menos tiene y hacerlo aparecer como un sacrificio temporal imprescindible para lograr salir de un profundo bache, por desmanes cometidos en las acciones de gestión pasadas; pero con la salvedad de que la mayoría de quienes soportan dichas incomodidades – no de cosas superfluas sino de cuestiones principales -, no tienen ninguna pizca de responsabilidad en dichos errores y por el contrario quienes los provocaron siguen en “cargos y carguitos”. Nos han repetido hasta la saciedad, que éramos un País sólido, cuando en realidad, la arena y el barro eran nuestros cimientos.

Hacen falta ojos nuevos para ver problemas antiguos. Hace falta también gestores políticos mas comprometidos con el fondo que con la forma, con menos dependencia y compromisos minoritarios. Es necesario cambiar el modo de ver las cosas y aplicar las soluciones posibles, pero midiendo el alcance y no solo “evaluando el ahorro”, con voluntad firme en este sentido. Es seguro que a nadie se le ocurriría poner carga impositiva a las indemnizaciones por despido, por ejemplo, por mucho ingreso estatal que pueda representar (que no creo).

Los ciudadanos “de a pie” también tenemos una responsabilidad, consiste en dejar de ser meros observadores pasivos y preocuparnos algo más por la gestión de lo público, manifestando nuestra conformidad o no, sin duda de forma ordenada y de acuerdo con los cauces disponibles. Todo menos suponer que hay que aguantar resignadamente las decisiones y sufrir estoicamente las consecuencias. Cuando no hay o la situación es precaria, es indudable que hay que prescindir de todo aquello que no sea prioritario, para lograr el equilibrio; pero de modo proporcional a la capacidad de absorción de las diferentes capas sociales. Lo que supone que no sean siempre los mismos a quienes se les conmina a la resignación por un futuro mejor demorado “sine die”.

Como nos recuerda Victoria Camps:  “… la “partitocracia”, el corporativismo político; es el modo que tiene el político de expresar su indiferencia con respecto al interés común, al volcarse exclusiva o prioritariamente en los asuntos e intrigas del propio partido. Se dice, con razón, que los partidos están en crisis porque ya no representan a la sociedad sino a sí mismos”.  

1 comentario:

impersonem dijo...

Cuando hice el comentario de la entrada que cronológicamente le sigue a ésta no había leído este texto... pues bien, lo que puse en aquella vale para ésta... tú lo sugieres en el texto llamandolo compromiso de los ciudadanos...

Supongo que en un sistema de mayorías si suceden las cosas de una determinada manera es porque se impulsa o se tolera por esa mayoría (podríamos analizar las razones, tú apuntas lo de la información más arriba)...

... probablemente la mejor manera de entender la política sea leyendo un manual de explotación y conducción del ganado ovino... dicho sea con todos los respetos... no obstante sería conveniente que en el mismo se incluya lo referente a las ovejas negras, a las ovejas descarriadas... y que de forma sucinta también trate el tema del caprino...

Espero no molestar a nadie con este último párrafo, si alguien se molestase pido disculpas desde ya.
Saludos

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