Dice Moisés Naím en su libro “El fin del Poder”: “El poder se les está
yendo de las manos a los regímenes políticos de partido único y también a
quienes gobiernan en las democracias más maduras e institucionalizadas. Está
escapando de los partidos políticos grandes y tradicionales y fluyendo hacia
otros más pequeños con nichos más focalizados y agendas muy específicas (los
ecologistas, los independentistas, los anticorrupción, los antiinmigración,
etcétera). Incluso dentro de los partidos, los jefes que toman las decisiones.
Escogen a los candidatos y elaboran los programas a puerta cerrada, están dando
paso a rebeldes y recién llegados, nuevos políticos que no han subido por el
escalafón del aparato del partidista ni se han molestado en formar parte del
círculo de protegidos de los líderes de siempre”.
Las organizaciones que olvidan su
misión, acaban languideciendo. Cuando la distancia entre el compromiso y el
desempeño es abismal; tarde o temprano se cosecha indiferencia o peor aún,
desafección. Con un efecto demoledor, de
manera creciente pocos escuchan con verdadero interés, los argumentos que se
esgrimen, porque saben con seguridad que son sesgados y carentes de fundamento
real.
Sabemos perfectamente que la
esencia de la política es el poder, se trabaja para ello y todos los partidos
por lejano o cerca que estén de conseguirlo, lo interiorizan como meta. No me
parece una aspiración inadecuada, creer que se tienen las soluciones para
facilitar y mejorar la vida a los ciudadanos y elaborar un “plan” para aplicar
acciones, en el periodo de mandato, para conseguirlo, parece una intención adecuada
y elogiable. El problema se produce, cuando por razones nunca bien explicadas,
las desviaciones con respecto al plan inicial comprometido, son tan relevantes,
que las acciones que se desarrollan, acaban no teniendo nada que ver con el
proyecto original
Cuando esta circunstancia concurre
en el ámbito de la gestión empresarial, deben explicarse de forma clara cuales
son las causas que impiden desarrollar los objetivos trazados y dada la
diferencia tan acusada entre las metas
previstas y los logros reales, se conviene, habitualmente, elaborar un nuevo modelo, contemplando todas
aquellas circunstancias no tenidas en
cuenta en el modelo original. Y se comienza de nuevo con el mismo ímpetu. para
tratar de lograr los objetivos “renovados”.
Lo que no tiene sentido es: a) no
explicar de forma clara cuales son los motivos que impiden llevar a buen
término el plan original, de modo que sea bien entendido por todos; b) no
elaborar uno nuevo y continuar señalando día a día desviaciones no
comprensibles puesto que se partía de premisas espurias c) alegar que vamos a
mejor, pero sin poder cuantificarlo ya que no hay identificada nueva meta, que
haya suplido las carencias de la inicial y d) improvisación cotidiana.
Cuando se dan estas
circunstancias en el seno de la empresa, habitualmente el Consejo de Administración,
suele remover a los directores, no por haber planificado inadecuadamente, sino
por no haber sido incapaces de establecer un nuevo proyecto, que reconduzca la
situación, donde hayan sido salvadas las premisas omitidas en el anterior. Bien
es verdad que la empresa pone en riesgo su propio patrimonio y su continuidad
como negocio; circunstancia que no se da en la política, donde la remoción solo
es posible con otras elecciones, ya que en un partido político es difícil que
se reconozca error o se evidencie una deficiencia, sustituyendo a quienes
aparentemente son responsables de ello.
1 comentario:
Hay muchos macros que nacieron siendo micros...
Hay muchos micros que al conectarse (en información e intereses) hacen un macro...
Bueno lo dejo aquí, porque no estoy seguro que lo que estoy diciendo tenga algún sentido...
Saludos
Publicar un comentario