Dice Josepth E. Stiglitz en su artículo ¿Qué puede salvar al Euro?
(2011): "Incluso si los países del norte
de Europa están en lo cierto al reclamar que el euro funcionaría si se pudiera
imponer una disciplina eficaz sobre los demás (yo creo que están equivocados),
se están engañando a sí mismos con un drama de moralidad. Está bien culpar a
sus compatriotas sureños por su despilfarro fiscal o, en el caso de España e
Irlanda, por permitir el reinado del libre mercado ilimitado, sin prever en qué
desembocaría. Pero eso no resuelve el problema actual: deudas enormes, como
resultado de errores de cálculos privados o públicos, que deben ser gestionadas
dentro del marco del euro.
Los recortes actuales
del sector público no resuelven el problema de los despilfarros pasados;
sencillamente empujan a las economías hacia recesiones más profundas. Los
líderes europeos lo saben. Saben que es necesario el crecimiento. Pero, en vez
de ocuparse de los problemas actuales y encontrar una fórmula para el
crecimiento, prefieren sermonear sobre lo que debería haber hecho algún
Gobierno anterior. Esto puede ser satisfactorio para quien sermonea, pero no
resolverá los problemas europeos... ni salvará al euro."
Engañarse con un drama de moralidad, o lo que entiendo que es lo
mismo; inducir a aplicar medidas, más en la línea de sancionar conductas “no
normales” en el pasado de talante irrefrenablemente expansivo; con llamadas y/o
imposiciones de recortes; haciendo pagar una carga elevadísima a quienes
socialmente tienen una ínfima “culpa” en aquellos desaguisados. Buscar la
compensación en los “pueblos” es claramente una decisión que provocará retroceso en el bienestar y no se si
compensará los desequilibrios, lo que si que se, sin género de dudas, que
propiciará grandes sufrimientos a los ciudadanos, que no entenderán nunca los
fines de tales acciones restrictivas
Tanto Stiglitz, como Krugman (1), han recalcado con claridad que estas
políticas económicas, lo que provocan es mayor recesión; aunque acabo pensando
– yo, que no soy un experto - que cuando se propician, es porque algunos, se
“forrarán” con esta situación y estarán mejor situados para demostrar su
“celestial bondad” ayudando con posterioridad a remontar a los pueblos, cuando estén al borde la extenuación; pero curiosamente con los propios fondos
que acumularon y los grandes beneficios que obtuvieron, “exprimiéndolos”
previamente.
Triste destino para algunas generaciones, que quedarán muy “tocadas”
en sus posibilidades de desarrollo y aprenderán de modo impropio, lo que
significa el ejercicio del poder económico en aplicación práctica. Supeditar
las sociedades a los intereses financieros de “unos cuantos”, por muy poderosos
que sean; es pervertir de modo evidente las leyes naturales de justicia social,
pero ya sabemos que la ambición y la codicia, solo ven números y no caras de
personas.
Ojala se hicieran inmensamente ricos de ésta y nos dejaran tranquilos
“for ever”. Pero no caerá esa “breva”, porque cuando uno empieza a tener
mucho, su afán de riqueza les lleva a fijar el límite en un punto próximo a infinito.
No tienen bastante con nada y muchísimo es muy poco para ellos. Triste cara de
una economía basada en principios alejados de lo que decía el Código de
Comercio: “administrar como un ordenado comerciante”.
Tal vez el transcurso del tiempo y lo acontecido, haga pensar a quienes
rigen nuestros destinos; si algunos instrumentos financieros del mercado, crean
o facilitan crear riqueza o únicamente sirven para propiciar una acumulación
más rápida a quienes ya tienen mucho. No creo, que unos mercados financieros
como los actuales, puedan perdurarse en el tiempo, porque han constatado su
falta de capacidad para canalizar recursos para el bien mayoritario y común.
He leído en algún sitio, que no recuerdo ahora: “Sea la hoja de
plátano la que cae sobre el espino o el espino el que cae sobre la hoja de
plátano, la que sufre es la hoja de plátano”
N.B. Josepth E. Stiglitz, catedrático de la Universidad de Columbia,
Premio Nobel de Economía en 2001. Paul Krugman, Premio Prícipe de Asturias
2004, Premio Nobel 2008
(1) Ver entradas del 17/7, 18/7, y 19/7)
4 comentarios:
Que bien lo simplificas en la
última reflexión.
la piel de plátano siempre es
la que sufre y que real es.
Un abrazo
Gracias Paco por tu visita y tu comentario.
Salu2:
Si, tienes razón . Cuando chocan la piedra y el cántaro siempre se rompe el cántaro.
Saludos.
Juan Coromina
Buena comparación Juan, me alegro de tu comentario.
Salu2:
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