Tenemos tendencia a pensar, sobre todo cuando hay problemas, que los que nos rodean han tenido mucha más suerte que nosotros, acumulan menos dificultades y se desenvuelven con más facilidad. Lo que nos pasa a nosotros es lo peor y sobre todo muy difícil de remontar. Todo se ha conjurado para amargarnos y son demasiadas las dificultades, que tenemos que superar. Solo lo que tiene un amplio porcentaje de probabilidad de no poder ser conseguido, colmaría nuestras expectativas y nos devolvería cierto equilibrio.
No hay nada tan corrosivo como la envidia, si ya lo se, nosotros no tenemos de casi nada ni nadie, pero sin embargo, diariamente somos capaces de observar a nuestro alrededor y encontrar una multitud de cualidades, beneficios, posesiones y amigos, que tienen los demás y nosotros no. Sin límite ni concierto, enumeramos sin cesar todas estas circunstancias, al mismo tiempo que nos afligimos, tratamos de conformar parte de la justificación de las cosas no logradas, tanto materiales como inmateriales.
Nuestra vida es la que es y desde luego no gana nada con comparaciones espurias y sesgadas. Seguro que los demás, los que nos contemplan desde alguna distancia, piensan que con lo que tenemos debemos ser muy felices. Todo el tiempo que invertimos en contrastes críticos, sobre nuestra posición con respecto a los demás, aflorando la evidencia del desequilibrio en nuestra parte, es un desperdicio de tiempo y energía; es como ponerse unas gafas obscuras al salir a la calle y decir casi inmediatamente: “con el sol que hace y la poca luz que tiene el día”… pero si le impedimos penetrar nosotros… ¿no?
Un amigo mío, en tiempo de universidad, decía, que cuando había un examen, los ocho días anteriores, se concentraba intensamente, imaginando que era irremediable suspender, que aquel pensamiento repetitivo, lo colocaba en una situación estresante y angustiosa, que incluso no le permitía dormir bien; pero cuando pasado el examen y aprobaba con nota (era muy buen estudiante), sentía una inmensa satisfacción, tanta como cuanta tribulación había padecido. La anticipación mental de los sucesos desfavorables, no los mejora en absoluto, muy al contrario, nos hace vivirlos varias veces innecesariamente.
Pasar mas tiempo destacando las cosas buenas de los que nos rodean, minorando así, el tiempo extenso que pasamos colgados en la crítica, seguro que nos ayudara a transformar estos pensamientos tan negativos sobre nuestra suerte. Una de las formas más fáciles de sentirnos mejor, es agradecer sin remilgos lo que los demás hacen por nosotros. Seguro que también nos facilitará adquirir satisfacción interior por lo que disfrutamos. Según algunos estudios, en la media, solo el 20% de lo que nos sucede es negativo.
Todo el tiempo empleado en compararse con los demás, es tiempo perdido. Cuanto mas disfrutemos con lo que tenemos, menos posibilidades tendremos de lamentarnos. Envidiar es la antesala de odiar y para eso no debemos estar nunca. Si las flores dudasen de su futura belleza, al compararse con las que están a su alrededor ya abiertas, nunca se decidirían a hacerlo y nos privarían, para nuestro pesar, del gratificante espectáculo que podemos observar en la foto del encabezamiento… vaya flaco favor, que nos harían.
Foto: cedida por Nuria de su Blog nuria-vagalume.blogspot.com
No hay nada tan corrosivo como la envidia, si ya lo se, nosotros no tenemos de casi nada ni nadie, pero sin embargo, diariamente somos capaces de observar a nuestro alrededor y encontrar una multitud de cualidades, beneficios, posesiones y amigos, que tienen los demás y nosotros no. Sin límite ni concierto, enumeramos sin cesar todas estas circunstancias, al mismo tiempo que nos afligimos, tratamos de conformar parte de la justificación de las cosas no logradas, tanto materiales como inmateriales.
Nuestra vida es la que es y desde luego no gana nada con comparaciones espurias y sesgadas. Seguro que los demás, los que nos contemplan desde alguna distancia, piensan que con lo que tenemos debemos ser muy felices. Todo el tiempo que invertimos en contrastes críticos, sobre nuestra posición con respecto a los demás, aflorando la evidencia del desequilibrio en nuestra parte, es un desperdicio de tiempo y energía; es como ponerse unas gafas obscuras al salir a la calle y decir casi inmediatamente: “con el sol que hace y la poca luz que tiene el día”… pero si le impedimos penetrar nosotros… ¿no?
Un amigo mío, en tiempo de universidad, decía, que cuando había un examen, los ocho días anteriores, se concentraba intensamente, imaginando que era irremediable suspender, que aquel pensamiento repetitivo, lo colocaba en una situación estresante y angustiosa, que incluso no le permitía dormir bien; pero cuando pasado el examen y aprobaba con nota (era muy buen estudiante), sentía una inmensa satisfacción, tanta como cuanta tribulación había padecido. La anticipación mental de los sucesos desfavorables, no los mejora en absoluto, muy al contrario, nos hace vivirlos varias veces innecesariamente.
Pasar mas tiempo destacando las cosas buenas de los que nos rodean, minorando así, el tiempo extenso que pasamos colgados en la crítica, seguro que nos ayudara a transformar estos pensamientos tan negativos sobre nuestra suerte. Una de las formas más fáciles de sentirnos mejor, es agradecer sin remilgos lo que los demás hacen por nosotros. Seguro que también nos facilitará adquirir satisfacción interior por lo que disfrutamos. Según algunos estudios, en la media, solo el 20% de lo que nos sucede es negativo.
Todo el tiempo empleado en compararse con los demás, es tiempo perdido. Cuanto mas disfrutemos con lo que tenemos, menos posibilidades tendremos de lamentarnos. Envidiar es la antesala de odiar y para eso no debemos estar nunca. Si las flores dudasen de su futura belleza, al compararse con las que están a su alrededor ya abiertas, nunca se decidirían a hacerlo y nos privarían, para nuestro pesar, del gratificante espectáculo que podemos observar en la foto del encabezamiento… vaya flaco favor, que nos harían.
Foto: cedida por Nuria de su Blog nuria-vagalume.blogspot.com
12 comentarios:
Solemos tener una visión subjetiva de las cosas, del entorno, de los demás, incluso a veces juzgamos sin saber y eso condiciona nuestras opiniones. Cierto.
Y nos sorprendería conocer cuantas historias similares a las nuestras existen a nuestro alrededor, sin que lleguemos a sospecharlo siquiera.
Fiarse de las apariencias es negativo, hay que saber escuchar, observar, e incluso relativizar lo que vemos. Caminar 9 lunas en las zapatillas del otro antes de emitir un juicio, como dice aquel refrán...
No somos únicos, ni nuestras historias son únicas, lo que ocurre es que mientras estamos inmersas en ellas, nos lo parecen.
Por otra parte, como dices, estar atrapado en un pensamiento que anticipamos y nos angustia, nos hace sufrir doblemente. Es algo que debríamos dominar, controlar nuestra mente.
A veces creo que solo nos damos cuenta del valor de lo que nos rodea, o quienes nos rodean, cuando lo perdemos. Somos así de tontos. Y no siempre se tiene una segunda oportunidad...
Me gusta como ha quedado la foto en este post. Gracias
Salu3
Nuria:
Desde luego historias parecidas deben de haber muchas, tan singulares no somos.
Las apariencias simepre engañan, sobre todo porque hemos perdido la naturalidad de presenarnos a los demás tal cual somos.
La anticipación de lo negativo es hacerlo mas grande. No vale la pena y aemás no ayuda a resolver.
Con esas fotos, los post se tornan fáciles.
Salu2:
Luis
Tienes razón.
Sólo tenemos que volvernos y mirar hacia atrás, siempre hay algo que es menos, más malo, más insuficiente.
Lo de las migajas del fábula.
Abrazos
Alfredo:
Así es...
Salu2:
Hola Luís.
Excelente tu entrada de hoy!.
Cuando leo, tengo la impresión que hablas de dos cosas diferentes, por un lado el sentimiento de envidia, y por el otro el “ritual” de estudioso de tu amigo que se “flagelaba ocho días antes de un examen con el pensamiento de un posible fracaso.
Cuando aprendía mi profesión; en la facultad la corriente psicológica por excelencia que nos enseñaban era el psicoanálisis. Tengo memoria de haber estudiado por ahí - respecto de la envidia - a un autor que hablaba de “envidia sana”. No recuerdo con exactitud si era una autora de nombre Melanie Klein o el mismo Freud cuando hablaba de “celos normales y celos patológicos”.
Hoy creo que ya esta rechazado de plano aquel concepto de “envidia sana”, a pesar que no era mala la idea ya que se acentuaba que no era una envidia maldiciente sino un sentimiento que nos impulsaba a mejorar y superarnos.
De cualquier forma la envidia es una emoción destructiva, que nos hace sufrir y en ocasiones provocamos sufrimiento en nuestro entorno.
Seguramente esta vinculada a nuestra auto-valoración y auto-estima que nos genera sentimientos de inferioridad en cuanto a lo que somos y tenemos respecto de los que nos rodean.
De ahí que tu frase: “si las flores dudasen de su futura belleza, al compararse con las que están a su alrededor ya abiertas, nunca se decidirían a hacerlo y nos privarían, para nuestro pesar, del gratificante espectáculo que podemos observar en la foto del encabezamiento… vaya flaco favor, que nos harían., me parece llanamente brillante!!!.
Respecto de lo de tu amigo, ¡¡¡ vaya vericuetos que tiene la mente !!!.
Existen muchas personas que posiblemente basados en aquel adagio: “La letra, con sangre entra” (que no tengo presente quién lo dijo pero parece que fue plasmado en un cuado de Francisco de Goya y que al respecto que puedes ver en el link de su nombre); necesitan sufrir y sufrir antes de algún evento importante para sus vidas como “garantía” de lograr el éxito que aspiran.
Por ello lo denominé arriba “ritual; una especie de conducta compulsiva que “conjurará” la posibilidad de un fracaso.
Te felicito por tu publicación.
Un abrazo.
Rik
Rik:
Coincido contigo, nunca me pareció claro eso de la envidia sana, creo que es una forma de intentar minimizar el efecto limitante y destructor.
Puede que comience de una forma leve (envidia sana), para terminar sin duda en una forma de ver simpletamente inadecuada.
Hablar de envidia sana, es engañarse e intentar confundir a los demás, para que justifiquen o disculpen algunas de nuestras acciones.
Si nos atrapa la envia y no es difícil, dado el bombardeo constante de imágenes, de cosas o actos, sin los cuales parece que uno no es nadie, lo que obliga a desear "desproporcionadamente" poseerlos. Pues bien si nos atrapa, o lo afrontamos, o pedimos ayuda o terminará por anularnos.
Yo creo que el tema del sufrimiento, para alcanzar un bienestar posterior, es cultural; muy arraigado socialmente, en la gente de cierta edad, creo que no lo llevan consigo los jóvenes y desde luego es una trampa.
Sufrir antes, no es garantía de lograr el éxito, creo que es planteamiento evasivo, para tener un colchón en caso de fracasos.
Gracias Rik, por tu comentario, te confieso una cosa; cuando escribo espero tu comentario, creo que es principalmente un "sustitutivo" para seguir leyéndote.
Salu2:
Seriecito, me ha encantado el ejemplo con las flores, es una verdad como un templo.
Es muy triste ver a personas que no saben apreciar lo que tienen y se pasan la vida ambicionando lo que poseen los demás que seguro si las consiguieran seguirían sin saber disfrutarlas fijándose en otras más adquiridas por sus semejantes y así sucesivamente, sin ser capaces de apreciar tampoco el esfuerzo que les haya costado llegar a ello y que no es siempre suerte.
Suerte es la que uno se trabaja en la mayoría de los casos.
Saludos
Muy interesante tu reflexión, coincido totalmente contigo.
Hay que valorar más lo que tenemos y dejar de compararlo con lo del vecino. Todo sería mucho más sencillo y viviriamos más felices.
Un saludo!
Hace tiempo que no escribes, espero que todo vaya bien Seriecito.
Solo quería pasar, y decirte que echo de menos tus artículos.
Salu3
Nuria:
Todo va, como dicen los cubanos "de lo mejor".
Bueno hoy he publicado, como sabes tus fotos me dan palabra muchas veces.
Gracias.
Salu2:
Luis
Carol.
De acuerdo contigo absolutamente, cuando alguien mira y se compara con los demás, acaba no teniendo bastante con nada.
Salu2:
Mariposa de pico largo:
Para vivir feliz no hace falta tener muchas cosas, sino solo las necesarias.
Salu2:
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