lunes, 15 de febrero de 2010

lo superfluo



Dice Carlos Castilla del Pino en su libro “La culpa”: “El fariseísmo de nuestra pautas sociales –políticas, religiosas, sociales en sentido estricto – ha puesto la ética al servicio de nuestro status, pues no otra cosa puede decirse del servicio que viene rindiendo la inducción de “nuestros” valores, como si fueran valores absolutos, en forma de coacción interna, de autocensura, que impida toda modificación de “nuestra” realidad ya dada. No se inducen tales valores porque se les crea objetivamente buenos, sino porque de no ser transgredidos por la persona, ésta no constituirá para nosotros peligro alguno en orden a la subversión… No le importa tanto que el valor sugerido sea bueno; lo que importa es que sea internalizado por ese sujeto de manera tal que ya sea, ahora y siempre, uno de los nuestros…”

Pretender ser poseedores de principios inmutables, firmes y férreos, para construir unas relaciones estables y someterse a ellos, por encima de cualquier raciocinio lógico, es sin duda, garantía de insatisfacción y desasosiego.

Privarnos de nuestra independencia en palabra y acción espontánea, es una de las acciones mas corrosivas que puedan imponernos, lo sabemos, seguro; pero sin embargo no tenemos ningún inconveniente en aceptar “corsés”, que no es ni mas ni menos, lo que representan las leyes sociales no escritas, que nos convierten – con la aceptación exenta de crítica – en personas “normales”.

Pareciera como si en la “normalidad estandarizada”, estuviera la meta. Pesa mas la aceptación social, que nuestra voluntad de hacer o decir lo que pensamos en realidad, sin ofender ni dañar a nadie. Cada vez alejamos mas la palabra del pensamiento, somos prisioneros de las formas y vamos menos al fondo. Lo superficial está de moda y seguir la moda, sin espíritu crítico, aunque homogeneice; no es siempre lo mas conveniente, desde el punto de vista personal.

La singularidad, no está de moda. Aceptar el planteamiento mayoritario es una de las condiciones -sine qua non-, para relacionarse con fluidez y aceptación de los demás. No importa cuantas “plumas” se pierdan en el camino, lo que verdaderamente pesa es el corporativismo, que representa integrarse en una sociedad, cada vez mas democrática, pero menos solidaria. Bastan unos pocos signos externos no convencionales, para que seamos cada vez peor vistos, por los ortodoxos.

También es cierto, que en una sociedad tan globalizada, no es buen planteamiento convertirse en un eremita; siempre que haya posibilidad, hay que situarse en posiciones inteligentes y para ello no hay que dejarse arrastrar por la comodidad, que representa, dejarse llevar. Conviene ser buen evaluador y saber acomodar aquello que es relevante y vital, de las innumerables cosas que no son imprescindibles, aunque sean de uso mayoritario y nos uniformicen. Saber discernir, lo no necesario y tener el acierto de no empeñarnos en acapararlo, para no estar equivocadamente “out”. La seudo felicidad que nos puede producir, será efímera, aunque nos empeñemos en difundirlo de modo explícito. Algunas cosas, si no las pudiéramos exhibir, no las tendríamos.

No son los signos externos los que fraguan nuestro equilibrio. Las necesidades superfluas, que nos inculcan los usos sociales - ni aún satisfaciéndolas todas -, nos transmitirán esa paz que buscamos; porque siempre hay mas y mas, ese camino no tiene fin. No es poseer lo que calma, lo que verdaderamente equilibra es compartir; los bienes materiales, que en ocasiones nos transmiten confortabilidad, no deben ser el objetivo, ni siquiera paliarán nuestros problemas
cotidianos.




9 comentarios:

Nuria dijo...

Integrarse, amoldarse cuando a veces eso supone una renuncia, es un error.
Pero como hemos comentado en otras ocasiones, mantener la diferencia tiene un precio.

seriecito dijo...

Nuria:

Absolutamente de acuerdo contigo, es un equilibrio difícil de establecer, no es nada sencillo. Pero hay que RESOLVER, sea lo que sea; lo peor es dejarse llevar de modo inconsciente.

En ocasiones hay que "apostar" y decidir. La inactividad no sirve en estos casos.

Salu2:
Luis

Unknown dijo...

Bueno días Luís.

Menudo tema te trajiste con esta entrada !!!.

Si imaginamos las sociedades con sus normas y leyes de comportamiento esperable para sus integrantes como una campana de Gauss, la posibilidad de pensar y actuar en forma diferente a la media y sus desvíos standards tolerables por esas normas y leyes, indudablemente se encontrará en los extremos, y tendrá – como dice Nuria - “un precio”, social y personal.

Esos extremos siempre han existido (por lo general opuestos uno al otro).
Sería muy extenso mencionar ejemplos pero podíamos citar la subcultura que en su época conformaron los Hippies en uno de ellos y en el otro los Hippies-fóbicos que creen ver un caos total en aquellos que violan mínimamente cualquier norma de cómo se vive, se viste, se trabaja, se crían los hijos, etc.

La amplia franja que conforma esa campana “tolera” esos extremos mientas no sienta amenazada su estructura general que viene dada, como bien mencionaste, en forma inconsciente y se trasmite de generación a generación.

Muchos ejemplos de la historia (pasada y medianamente reciente) nos enseñan que cuando uno de esos extremos comienza a tomar importancia, y esa estructura fundamental de las sociedades se siente amenazada, los que tienen “intereses” (generalmente materiales, aunque también filosóficos o religiosos) que temen “perder”, utilizan recursos incluso más allá de las leyes y derechos humanos básicos, para “extinguir” esa amenaza.

Los profundos cambios sociales (que conllevan a cambios en la manera de actuar y pensar del hombre) son factibles cuando se reúnen las condiciones necesarias para que ese cambio se produzca en forma mayoritaria y con fuerza suficiente para controlar esa defensa del sistema que se resiste a cambiar. De lo contrario es IMPOSIBLE.

Sin embargo Luís, aunque sea para integrar esos extremos mínimos (a veces insignificantes); es factible forzarse para ser diferente!.
Por ello me gustó tu respuesta al comentario de Nuria: “ Pero hay que RESOLVER, sea lo que sea; lo peor es dejarse llevar de modo inconsciente.”. Sobre todo cuando nos sentimos afectados emocionalmente en lo que se nos trata de imponer que seamos.

Un abrazo.
Rik

Nuria dijo...

Uy, vuelvo después, que me parece interesante el comentario de Ricardo

Nuria dijo...

Me quedo con la idea que plantea Ricardo, los extremos de esa campana, que mientras no se convierten en amenaza para el resto de la sociedad "normal" son tolerado.

En el ámbito tan general es sencillo de ver, pero a nivel personal creo que es más difícil desmarcarse ¿no? por la propia indivualidad. Un individuo frente a criticas u opiniones de grupo ajenas...

Aunque nuestro objetio siempre ha de ser buscar el bienestar de uno mismo, primando sobre la imagen social, no es fácil hoy en día, todo sabemos que tanto los medios, como la publicidad o nuestros políticos están más interesados en que seamos una masa uniforme, que individuos con voluntad propia, y eso acaba extendiéndose a niveles más cotidianos si lo observamos...

Bueno, termino ya por hoy.
Un abrazo a los dos.

Carol dijo...

Dejarse llevar es una de las actitudes más erróneas que puede adoptar el ser humano, al final termina estrellandose contra obstáculos que no había ni siquiera imaginado.

No queda otra solución que intentar decidir en todas las ocasiones. Para evitar males mayores, no es fácil, pero a la larga es lo mejor.

Saludos.

seriecito dijo...

Rik:
completamente de acuerdo, la tolerancia, siempre llega hasta el umbral de "poner en peligro el orden reconocido o aceptado como normal".

Lo describes muy bien.

Lo que mas agresividad hacia los demás genera, es el temor a perder el "status", sea en el ámbito que sea. Aquí si que el corporativismo es total, todos a una, en contra del heterodoxo,

También muy de acuerdo de que muchos progresos son frutos de la ignorancia por parte de la mayoría, de que el mismo se pretendía, cobran mayoría esas evoluciones, casi silenciosamente, o al menos sin alardes.

Si Rik, creo que sin resolver, pasarse el tiempo "remoloneando" es francamente un desperdicio de vida y por tanto poco recomendable. Sea lo que sea resolver es lo mejor, aunque haya que decir que no a muchas cosas.

Renunciar, también es resolver en alguna medida.

seriecito dijo...

Nuria:

La uniformidad es un desgaste de energías impresionante.

Aunque los colectivos tienden al "café para todos". Ser como no somos, por estar en armonía... con la mayoría, casi nunca sale bien; o nos acaban descubriendo nuestra falta de sinceridad, o nos acaba afectando a nosotros la doble cara, cualquiera de las dos es mala, en una quedamos como falsos y en la otra perdemos espontaneidad.

Salu2:
Luis

seriecito dijo...

Carol:

Absolutamente de acuerdo.

Salu2:

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