Dice Eduardo Punset en su libro "Adaptarse a la marea": " En el mundo corporativo son innumerables los ejemplos de empresas que, a base de planificar minuciosamente el futuro incierto, han perdido la partida del presente frente a competidores menos poderosos, pero enfrascados de lleno en la lucha cotidiana día a día, del aquí y ahora mismo. Es uno de los cambios más importantes que tendrán lugar en la gestión de los negocios del tercer milenio. La palabra clave será flexibilidad".
Durante muchos años, la mayoría de las empresas que he conocido, han basado sus parámetros de gestión en el volumen, aún hoy es el punto de mira. Además lo mas preocupante siempre fueron los costes, para ello, la lección mas simple dice, lleve sus industrias próximas al máximo de producción y optimice los costes fijos - sin discernir con claridad si esa producción llegará al mercado, o permanecerá en los almacenes propios -, conclusión la teórica mejora de coste industrial, queda con creces minimizada por el incremento desmedido de los costes financieros.
Las épocas pasadas, proclives a tipos de interés bajo, propiciaban y aconsejaban endeudarse, pero con el cambio de tendencia, las cosas ya no cuadran de forma tan clara. Pero sin embargo, la mentalidad no ha cambiado, sigue por inercia gestiones, que ahora con toda claridad están obsoletas.
El futuro creo que pasa, por la especialización y la flexibilidad. Ésta última implica medios productivos tan versátiles, que permitan, fabricar en exclusiva lo que sabemos con seguridad, que pueden ponerse en el mercado sin dilaciones, reduciendo sensiblemente los plazos medios de Stocks en almacén, es decir, generando tesorería a mucha mayor velocidad y liberando recursos para emplearlos en otras necesidades.
Pero esta práctica directiva de no atender al día a día y acoplarse a él con toda celeridad, conlleva la aplicación de técnicas de gestión erróneas, que acaban necesitando la aplicación de "cirugía" para acoplarse a las circunstancias que acontecen. Cuando de haberse hecho en el momento adecuado las medidas, sin duda habrían sido menos drásticas.
Si dirigir una empresa ya es complicado, hacerlo con los ojos vendados y los oídos tapados, para no escuchar las opiniones ajenas discrepantes, es una misión imposible. Muchos directivos, deberían reconocer su falta de imaginación, para poder afrontar de modo rápido las estrategias mas adecuadas y en muchos casos, dar paso a quienes podrían intentarlo. Y todo ello aún en el caso de que el directivo de turno, sea además, propietario de la empresa, que no siempre es una cualidad que avala y es paradigma de la mejor gestión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario