martes, 17 de junio de 2008

Empezar a vivir...de nuevo


A fuerza de hacer, casi lo mismo cada día, perdemos la sensibilidad para apreciar, que esa machacona monotonía en muchas ocasiones, significa normalidad. Creemos que no tenemos tiempo para nada, atenazados de modo férreo por todas las actividades, que hemos de desarrollar y eso nos inquieta cotidianamente. Somos proclives a pensar que somos esclavos de nuestros actos cotidianos.


Estamos tan acostumbrados a tener nuestro tiempo tasado, que si de forma súbita pudiéramos dejar todas las actividades (obligatorias o no), en que lo ocupamos, es muy posible que durante un periodo no supiéramos que hacer para llenarlo. Teniendo en cuenta, que no hay nada tan tedioso y "largo" como no tener nada que hacer. A fuerza de estar programados casi de forma total, hemos perdido parte de la imaginación y la espontaneidad y lo que es mucho peor, la capacidad de organizar de forma personal y "libre" nuestro tiempo y actividades.

Hemos sido domesticados, durante mucho tiempo por los usos sociales generalmente aceptados y/o nuestro trabajo. Nos han suplido en la programación cotidiana, relevándonos y subplantándonos y nosotros lo hemos aceptado. Todo nos ha venido dado en ese aspecto y nos hemos dejado llevar por la dulce corriente. Las costumbres han arraigado con fuerza y junto con los otros dos han formado un nudo gordiano, difícil de soslayar.

La cuestión es, que cuando se descompone uno de ellos, los otros quedan descolgados y fuera de control, descolocándonos de forma intensa, pues en realidad forman una unidad, difícilmente separable. Durante un tiempo, de golpe ganamos grados de "libertad de acción", precisamente de lo que somos menos avezados en organizar. Consecuencia, confusión, desorientación, inactividad y un largo etcetera.

Cuesta perder muchas "plumas" para aprender que en la libertad de acción está la vida y que es un bien muy preciado poder disponer de ella a nuestro antojo. Difícil de asimilar, cuando durante la mayoría de nuestros años han sido otras circunstancias ajenas las que la han venido gobernando.

Al final del camino, aceptar lo que a uno le pasa, es empezar a vivir. Evitar el fatalismo y el aislamiento interno, que produce la interpretación errónea de los acontecimientos diferentes que nos suceden, es la antesala de la eliminación de los fantasmas... que acechan siempre sin descanso y tienen vocación de dominarnos de modo negativo.

Cambiar de papel y considerar el lado positivo de la diversidad en nuestra vida, "permiten sobrellevar las victorias y las derrotas con menos tensión y ansiedad"




7 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que no te has dado cuenta, por tus palabras, que la persona que describes, que por lo visto se ha jubilado, ha sido muy afortunada.
Seguramente no estaba trabajando en una cadena de montaje, o en algo que no le satisficiera, por no poner mas ejemplos.
La Empresa ha pedido mucho de él, pero porque él estaba dispuesto a dar.
Eso era gratificante. Era un reto personal; progresar en el trabajo, destacar en el grupo, destacar en su entrorno laboral y, por ende social, estar bien remunerado y poder procurarse, y a su familia , un status, el que sea, pero que le satisfizo.
Y se metió en un engranaje quizás, lo más probable, sin medir el coste.
Pero, es igual es una espiral, que debe de tener poderes mágicos, pues todos quieren ser absorvidos y estar en ella el máximo tiempo posible.
No es malo. Lo que si es malo es que cuando se acaba, nos damos cuenta que no nos hemos entrenado para parar.
Pero es igual. Lo importante en vez de lamer nuestras heridas, es pensar, que bueno fue mientras duró, con un coste, claro, nada es gratis...... pero ahora, voy a emplear las mismas energias en volver a empezar......
Recuerda, como dices que la felicidad está dentro de nosotros.

seriecito dijo...

El post, no pretendía ser autobiográfico. Me conoces bien

Apoyar desde el anonimato, es tener un grado de generosidad poco común, porque se hace el bien, que se pretende, pero ni siquiera se le demanda el merecido agradecimiento al beneficiado.

Gracias, muchas veces he pensado, que escibir en el Blog, no tenía mucho significado, a pesar de que hay quien lo lee habitualmente.

Pues bien aunque solo hubiera sido por tener la experiencia de tu escrito, habría valido la pena.

Leer entre lineas es una cualidad poco común y saber decir entre lineas todavía menos común... Gracias de nuevo.

Anónimo dijo...

No tiene ningún mérito.
Digamos que es un intercambio.
El post, dirás, no es autobiográfico. Bueno, siempre que escribimos, como en este caso,para nosotros, o con un carácter intimista, siempre hay un gran poso personal. Tus pensamientos son tuyos.....
Yo al menos no puedo separarlo, Lo demás seria novelar, que no es la finalidad.

En cuanto al mérito de leer entre-líneas, los humanos somos muy parecidos.... las hitorias se repiten.....

A ti tambien te doy las gracias

Nuria dijo...

Conozco muchos jubilados que de repente no saben qué hacer con su tiempo, y van apagándose lentamente...

Nos pasamos media vida quejándonos de que no tenemos tiempo, y cuando disponemos de él, no sabemos ocuparlo con iniciativas propias no sujetas a la autoridad de un horario y unas obligaciones.

Aunque ahora que lo pienso.... no sólo les ocure a los jubilados ¿verdad?

Anónimo dijo...

Nuria, efectivamente esos jubilados que no saben que hacer, son lqos que no se han entrenado para parar.

menos para nacer, para todo nos podemos preparar...

Un saludo Luna

seriecito dijo...

Nuria:
Nos pasamos casi todos los años de nuestra vida teniendo el tiempo tasado, por otros (empresa, familia, escuela, amigos, compromisos... etc).
Tan es así, que cuando recobramos la libertad de organizarlo, no tenemos entrenamiento ni costumbre, por tanto corremos el riesgo de perdernos.
Ocupar el tiempo libre de modo adecuado y reconfortante es una actividad muy difícil. Solo cuando no se tiene esta potestad, parece sencillo.
Quizás por eso lo de los jubilados que comentas.

Gracias por tu comentario.
Salu2

Nuria dijo...

Estoy de acuerdo con los dos, quizás no estamos preparados para ello, y durante nuestra vida nos olvidamos de aprender a hacerlo.

Un saludo

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