En la vida hay momentos en el que uno se encuentra, en lo que podríamos llamar un cruce de caminos. Puede tomar una o varias alternativas y en ocasiones incluso, absolutamente dispares.
Uno puede comentar con tirios y troyanos, pero al final en la soledad, debe decidir que hacer con su vida, tomando uno de los caminos. Planteado de este modo, parece como si hecha la elección, los otros caminos se borrasen del mapa, como si necesariamente uno debiera de continuar por el elegido, sin opción a cambio alguno.
La intuición, la voluntad, el convencimiento hacen que resolvamos. Como todas las que tomamos diariamente y a las que nos les hemos concedido ese calificativo tan trascendental, aunque en muchas ocasiones, incluso lo hayan sido mayores.
Lo que uno no debe hacer es decidir bajo los efectos de impresiones superficiales o peor aún, bajo el influjo de acontecimientos recientes poco tranquilizadores. Si uno tiene algo que dilucidar urgente, lo mejor que puede hacer es guardarlo un tiempo, no mucho, percatándose que la urgencia en muchas ocasiones solo es mental, no es real.
La vida de uno hay que vivirla con criterio y continuidad y sobre todo buscando como fin último la felicidad, pero esa es otra paradoja, si la pregunta es ¿qué es lo que me hará mas feliz?, la respuesta es una trampa, porque conocemos lo que hacemos y hemos hecho y lo felices que hemos sido o no en cada momento, pero ¿podemos asegurar como será con la decisión a tomar?. La respuesta es no.
¿Qué hacer entonces?. Decidir es con diferencia una de las actividades que mas riesgo entraña, prueba de ello es que en las empresas nadie lo quiere hacer realmente, o peor aún todos quieren decidir, pero con informes que alguien les ha preparado, así según vaya la cosa, que listo fui o que mal me informaron, si yo hubiera sabido, etc.
Bueno es que nos encontremos en encrucijadas, señal de que no nos hemos adormecido del todo, pero precisamente porque estamos despiertos, hagamos libremente lo que entendamos que mas nos conviene y pensemos siempre, que mas gente de la que imaginamos nos apoya en cualquier posición. Intentemos ver detrás de la maraña y hecha la elección, no miremos hacia atrás no sea que nos convirtamos en estatua de sal como la mujer de Lot.
Uno puede comentar con tirios y troyanos, pero al final en la soledad, debe decidir que hacer con su vida, tomando uno de los caminos. Planteado de este modo, parece como si hecha la elección, los otros caminos se borrasen del mapa, como si necesariamente uno debiera de continuar por el elegido, sin opción a cambio alguno.
La intuición, la voluntad, el convencimiento hacen que resolvamos. Como todas las que tomamos diariamente y a las que nos les hemos concedido ese calificativo tan trascendental, aunque en muchas ocasiones, incluso lo hayan sido mayores.
Lo que uno no debe hacer es decidir bajo los efectos de impresiones superficiales o peor aún, bajo el influjo de acontecimientos recientes poco tranquilizadores. Si uno tiene algo que dilucidar urgente, lo mejor que puede hacer es guardarlo un tiempo, no mucho, percatándose que la urgencia en muchas ocasiones solo es mental, no es real.
La vida de uno hay que vivirla con criterio y continuidad y sobre todo buscando como fin último la felicidad, pero esa es otra paradoja, si la pregunta es ¿qué es lo que me hará mas feliz?, la respuesta es una trampa, porque conocemos lo que hacemos y hemos hecho y lo felices que hemos sido o no en cada momento, pero ¿podemos asegurar como será con la decisión a tomar?. La respuesta es no.
¿Qué hacer entonces?. Decidir es con diferencia una de las actividades que mas riesgo entraña, prueba de ello es que en las empresas nadie lo quiere hacer realmente, o peor aún todos quieren decidir, pero con informes que alguien les ha preparado, así según vaya la cosa, que listo fui o que mal me informaron, si yo hubiera sabido, etc.
Bueno es que nos encontremos en encrucijadas, señal de que no nos hemos adormecido del todo, pero precisamente porque estamos despiertos, hagamos libremente lo que entendamos que mas nos conviene y pensemos siempre, que mas gente de la que imaginamos nos apoya en cualquier posición. Intentemos ver detrás de la maraña y hecha la elección, no miremos hacia atrás no sea que nos convirtamos en estatua de sal como la mujer de Lot.
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