viernes, 24 de mayo de 2013

Valores pensados.



Dice José Antonio Marina en su libro “El aprendizaje de la sabiduría”: “Las metas y los proyectos son anticipación de los valores. Mediante ellos pretendo conseguir algo que me parece valioso: bello, placentero, útil, lo que sea. Captamos los valores mediante nuestras experiencias afectivas. Si no tuviéramos deseos ni sentimientos no tendría sentido para nosotros hablar de esas cualidades de lo real. La gran innovación de la inteligencia humana, lo que la sitúa a un nivel distinto del comportamiento animal es su capacidad para dirigir la acción no solo mediante los “valores sentidos” en la emoción o el deseo, sino mediante “valores pensados”, es decir valores que reconoce sin sentirlos. .. El deber es el hábito de guiar la propia acción por valores pensados.”

Pensar… pero si no tenemos tiempo ni siquiera para disponernos a ello…si la sociedad actual, lo que nos impone es una carrera imparable hacia no se sabe donde. Cuando uno no conoce con certeza,  hacía donde conduce el camino que sigue, cuanto más pronto lo recorra, mejor.

Para tener metas y proyectos, en mi opinión, primero tenemos que hacer un esfuerzo por conocernos y acotar nuestras limitaciones y ponderar, claro está, nuestras fortalezas. En un ambiente totalmente que se tornará hostil, ya que nuestro entorno es más proclive al “seguidismo”. No hacer lo que la mayoría espera de nosotros, acaba resultando un atentado externo, contra nuestro propio equilibrio.

Descubrir nuevos valores y tratar de incorporarlos a nuestra vida cotidiana, nos afianzará en nuestra propia autoestima, en la medida que vayamos consolidando los beneficios de haber incorporado pautas de conducta a través de nuestro propio pensamiento. Pero es absolutamente seguro, que si éstas difieren mucho de nuestro estándar habitual, nuestro propio entorno nos advertirá de la desviación heterodoxa y nos evidenciará  todas las barreras posibles, para tratar de “reconvertirnos” e inducirnos a volver a la ruta que ellos creen adecuada para nosotros.

Cada vez nos damos menos cuenta, que la calidad de nuestra vida, depende no tanto de la coincidencia mayoritaria con nuestro entorno, como de nuestros propios criterios para discernir en que queremos emplear nuestro tiempo y esfuerzos. Por muy utópicos que estos parezcan, tenemos el derecho a aplicar nuestros esfuerzos a lograr esos proyectos, que aún lejanos, hemos interiorizado como nuestro destino “ideal”.

Como dice Marina: “La calidad de los valores elegidos acabará determinando la calidad del proyecto, de la personalidad y de la vida entera”.

2 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Siempre he pensado que los cimientos más sólidos para construir sobre uno mismo es conocerse bien, aceptar sus cualidades, sus defectos, sus limitaciones y también, por qué no, sus "ilimitaciones". A partir de ahí, la elección de valores será acertada o no..pero siempre consecuente. Lo contrario, tarde o temprano te pasará factura. No hay más que ver lo enferma que está buena parte de la sociedad. Me encantaría que te leyera (y te asimilara) muchísima gente, a ver si de entre todos hay alguien que recapacita.

Feliz domingo. Un saludo.

seriecito dijo...

Mercedes:

Sin conocerse a uno mismo, pocas cosas se pueden hacer, que no sea "más de lo mismo".

Pero yo creo, que cuando no se hace lo que uno quiere por condicionamientos externos, falta de confianza o cualquier otra causa; se desperdicia una oportunidad, que además a lo peor no vuelve.

Quedarse sin futuro, es envejecer prematuramente... peor aún si lo propiciamos nosotros.

Salu2:

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