Dice José Antonio Marina en su
libro “El aprendizaje de la sabiduría”: “Las
metas y los proyectos son anticipación de los valores. Mediante ellos pretendo
conseguir algo que me parece valioso: bello, placentero, útil, lo que sea. Captamos
los valores mediante nuestras experiencias afectivas. Si no tuviéramos deseos
ni sentimientos no tendría sentido para nosotros hablar de esas cualidades de
lo real. La gran innovación de la inteligencia humana, lo que la sitúa a un
nivel distinto del comportamiento animal es su capacidad para dirigir la acción
no solo mediante los “valores sentidos” en la emoción o el deseo, sino mediante
“valores pensados”, es decir valores que reconoce sin sentirlos. .. El deber es
el hábito de guiar la propia acción por valores pensados.”
Pensar… pero si no tenemos tiempo
ni siquiera para disponernos a ello…si la sociedad actual, lo que nos impone es
una carrera imparable hacia no se sabe donde. Cuando uno no conoce con certeza,
hacía donde conduce el camino que sigue,
cuanto más pronto lo recorra, mejor.
Para tener metas y proyectos, en
mi opinión, primero tenemos que hacer un esfuerzo por conocernos y acotar
nuestras limitaciones y ponderar, claro está, nuestras fortalezas. En un
ambiente totalmente que se tornará hostil, ya que nuestro entorno es más
proclive al “seguidismo”. No hacer lo que la mayoría espera de nosotros, acaba
resultando un atentado externo, contra nuestro propio equilibrio.
Descubrir nuevos valores y tratar
de incorporarlos a nuestra vida cotidiana, nos afianzará en nuestra propia autoestima,
en la medida que vayamos consolidando los beneficios de haber incorporado
pautas de conducta a través de nuestro propio pensamiento. Pero es
absolutamente seguro, que si éstas difieren mucho de nuestro estándar habitual,
nuestro propio entorno nos advertirá de la desviación heterodoxa y nos
evidenciará todas las barreras posibles,
para tratar de “reconvertirnos” e inducirnos a volver a la ruta que ellos creen
adecuada para nosotros.
Cada vez nos damos menos cuenta,
que la calidad de nuestra vida, depende no tanto de la coincidencia mayoritaria
con nuestro entorno, como de nuestros propios criterios para discernir en que
queremos emplear nuestro tiempo y esfuerzos. Por muy utópicos que estos
parezcan, tenemos el derecho a aplicar nuestros esfuerzos a lograr esos
proyectos, que aún lejanos, hemos interiorizado como nuestro destino “ideal”.
Como dice Marina: “La calidad de
los valores elegidos acabará determinando la calidad del proyecto, de la
personalidad y de la vida entera”.
2 comentarios:
Siempre he pensado que los cimientos más sólidos para construir sobre uno mismo es conocerse bien, aceptar sus cualidades, sus defectos, sus limitaciones y también, por qué no, sus "ilimitaciones". A partir de ahí, la elección de valores será acertada o no..pero siempre consecuente. Lo contrario, tarde o temprano te pasará factura. No hay más que ver lo enferma que está buena parte de la sociedad. Me encantaría que te leyera (y te asimilara) muchísima gente, a ver si de entre todos hay alguien que recapacita.
Feliz domingo. Un saludo.
Mercedes:
Sin conocerse a uno mismo, pocas cosas se pueden hacer, que no sea "más de lo mismo".
Pero yo creo, que cuando no se hace lo que uno quiere por condicionamientos externos, falta de confianza o cualquier otra causa; se desperdicia una oportunidad, que además a lo peor no vuelve.
Quedarse sin futuro, es envejecer prematuramente... peor aún si lo propiciamos nosotros.
Salu2:
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