lunes, 14 de enero de 2013

Lo que hay...




Dice Ernie J. Zelinski en su libro “101 cosas que ya sabes, pero siempre olvidas. El arte de vivir en un Mundo complicado”:”Vivir ahora es hacer algo con tanta fascinación y disfrute que pierda toda sensación de tiempo y de lugar. Cuando domine el momento verá que nada es importante, excepto aquello que esté haciendo en ese momento. Dominar el momento significa experimentar numerosas sensaciones, incluyendo la libertad, la falta de egoísmo y una mayor percepción de los objetos y de los acontecimientos. Cuando domine el momento, estará poseído de una energía que le apartará de sus preocupaciones normales y le conducirá a un estado de satisfacción óptima”.

Nada hay que nos producta tantas tribulaciones como rememorar con fruición nuestro pasado, intentando cambiar lo que ya es definitivo o proyectando imágenes desproporcionadamente pesimistas sobre los acontecimientos futuros. Con estos empeños espurios, colocamos  nuestra mente en estado de permanente  “alarma”. Vivir con intensidad el hoy, no es sinónimo de inconsciencia o despreocupación.

Si nos detenemos un solo minuto, en esa carrera desenfrenada que jugamos contra el tiempo, nos percataremos de que nunca la vamos a ganar, salvo que la libremos “en el tiempo real”. Constataremos  con rapidez, que lo único que tenemos, es nuestro y  podemos dominar es: “este momento”, el anterior se nos fue y el que viene aún no lo podemos atrapar.

Solo puede hacerse un buen futuro, siendo exigente con la realización presente; sumirse en la  ambigüedad, imaginando como nos gustaría que fuese y olvidando  que la construcción empieza ahora, es correr el riesgo de edificar sin cimientos, con el consiguiente riesgo que conlleva para la estabilidad.

Al fin y al cabo, quienes viven el presente, viven claramente de forma creativa; se ocupan con la espontaneidad de un niño, del momento, vacían su interés  ahora y postergan cualquier otro pensamiento perturbador, debido a la concentración que aplican en lo que están haciendo. La falta de distracción con otros acontecimientos, pretéritos o futuros, potencia la realidad actual y la transforma en singular y altamente gratificante.

Como el viejo dicho que identifica Zekinski en su libro: “el ayer es historia; el mañana un misterio y el día de hoy es un regalo; por ese motivo se le llama presente”.  Como diríamos en lenguaje coloquial actual: “es lo que hay…”.

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