lunes, 28 de diciembre de 2009

Incomunicación




Dice Carlos Castilla del Pino en su libro “La incomunicación”: “En una sociedad anónima, en la que el principio rector es la competencia por la adquisición de objetos, es decir, de poder, la única comunicación posible es aquella que se verifica el servicio de la posesión. No hay comunicación sino en tanto a través de ella puedo competir. La comunicación efectiva, la posible, es cualquiera cosa menos real comunicación. Es, por decirlo así, comunicación aparente, que me es útil en la medida que con ella muestro mi respeto a la norma y se me acepta en el grupo; mas, también, en tanto sólo a través de ella puedo saber del otro de manera tal que la competencia con él sea para mí mas favorable…”

Para que la comunicación sea efectiva, ésta debe estar exenta de todo interés material. En ningún caso debiera de estar impelida, por la intención de ganar “posición” o acumular ventaja. Lamentablemente las relaciones sólo por las relaciones, son cada vez más escasas y menos apetecidas. La “normalidad” se centra, principalmente, en establecer lazos en aras a adquirir seudo-ventajas.

El intercambio sincero de palabra y/o acción, parecería relegado a un segundo nivel, o casi constreñido a acciones humanitarias, en la mayoría de los casos, alejadas de nuestro entorno habitual. La imperiosa interiorización de la actitud competitiva, lleva necesariamente, a pensar y actuar buscando la “utilidad” para adquirir ventaja.

No es porque seamos intrínsecamente poco corteses, es más bien, una ley fundamental en la sociedad desarrollada de hoy: “quien no mejora, retrocede”. No basta con detentar una determinada posición, hay que defenderla, casi permanentemente, frente a quienes nos rodean y una de las formas más frecuentes de ser efectivo en este quehacer es, conquistar nuevas metas, lo que se llama habitualmente, ascender en el status; dejando el hueco para que compitiendo, lo ocupen otros.

Solo quienes, tienen pocas ambiciones o una gran sabiduría, saben interpretar adecuadamente, que el éxito en la vida no es sinónimo de más “escalafón” o elevado cargo. El éxito, es haber procurado ser mejor y no más grande. Nada, ni el mayor de los logros, compensa suficientemente, como para privarnos del intercambio sincero con los demás. La espontaneidad en las relaciones con los allegados, exentas de toda tentación de ganar ventaja, son mas gratificantes, que cualquier otro logro real o aparente.

Debemos procurar dosificar la impronta competitividad, que nos impone desde edad temprana, la sociedad en la que vivimos; ser mejores, sí; pero que esa abstracción, no sea a costa de alguien…No propiciemos el fracaso de la comunicación, o si lo hacemos, no nos lamentemos por la incomunicación, que vivimos cotidianamente… Singulares sí, solos no.

3 comentarios:

Nuria dijo...

Comunicándonos nos enriquecemos, ganamos, crecemos, pero a menudo olvidamos que comunicarnos no requiere tan sólo una direccionalidad, sino escuchar, tanto o más importante.

Una reflexión muy acertada Luis,

Salu3

Nuria dijo...

Se me olvidaba.
Me gusta la foto ;-)

seriecito dijo...

Nuria.

Es mía, me alegro que le guste a una experta...

Salu2.
Luis

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