Dice José Luis L. Aranguren, en su libro “De ética y moral”: “Cada individuo adviene al mundo no solidariamente, sino en el seno de un grupo social poseedor de una cultura y de una estratificación social, por someras que éstas sean. La cultura, desde el punto de vista que aquí nos importa, consiste en un repertorio de pautas de comportamiento aprobado, de un código moral que dicta que clase de actos son buenos y cuales malos, y de unos patrones de existencia… todo lo cual se articula o estructura en lo que hemos llamado una forma de vida o way of life".
Esta puede ser la razón, para que ubicados en un determinado entorno, acabemos siendo fieles seguidores, de incluso aquello, que no compartimos de modo absoluto. Puede mucho mas, el seguidismo que la voluntad de afirmarnos en nuestros criterios, tenemos un elevado temor a la soledad del “diferente”, aunque ésta sea la posición más “ideal” y enriquecedora.
Es la sociedad que nos rodea (incluso nosotros mismos, como miembro de ella), quien pone en nuestro camino todo tipo de mensajes subliminales, que tienen mas poder que un discurso en defensa de las razones que lo avalan. La propuesta es muy lacónica, pero evidentemente clara: estar dentro es seguir las pautas; sin ello se esta fuera y esto último no es deseable.
La mayoría de nosotros, no somos lo que queremos ser, somos lo que nos dejan ser los demás, más que nos pese. Ser fuerte y constante para seguir siendo como nos hemos definido, con nuestro libre albedrío; provoca multitud de retos en la vida, plantea incomodidades. A nosotros mayoritariamente, nos gusta dejarnos llevar por la mansedad del río en el valle y no involucrarnos con firmeza en el torrente que era aguas arriba.
Cesión tras cesión, de nuestra intrínseca personalidad, solo queda a lo largo de los años una foto en negativo, que es parecida al original, pero en absoluto auténtica. Dado el primer paso atrás, los demás son mas fáciles, las “supuestas recompensas” son tan gratificantes, que es francamente difícil renunciar.
La cadena se ha puesto en marcha, nosotros somos continuadores y lo transmitiremos con nuestro comportamiento. Fruto de ello, será esa especie de insatisfacción, por las iniciativas no tomadas o por los deseos no satisfechos. Hablamos claro está en el ámbito real de nuestras posibilidades, para hacer o no hacer.
Como sigue diciendo Aranguren: “el individuo deja de conducirsea sí mismo y es guiado por el grupo al que pertenece y el inconformismo frente al ideal moral del perfecto ajustamiento a la sociedad toma cada vez mayores proporciones entre los jóvenes".
Bueno… menos mal… lo mismo pueden…
Esta puede ser la razón, para que ubicados en un determinado entorno, acabemos siendo fieles seguidores, de incluso aquello, que no compartimos de modo absoluto. Puede mucho mas, el seguidismo que la voluntad de afirmarnos en nuestros criterios, tenemos un elevado temor a la soledad del “diferente”, aunque ésta sea la posición más “ideal” y enriquecedora.
Es la sociedad que nos rodea (incluso nosotros mismos, como miembro de ella), quien pone en nuestro camino todo tipo de mensajes subliminales, que tienen mas poder que un discurso en defensa de las razones que lo avalan. La propuesta es muy lacónica, pero evidentemente clara: estar dentro es seguir las pautas; sin ello se esta fuera y esto último no es deseable.
La mayoría de nosotros, no somos lo que queremos ser, somos lo que nos dejan ser los demás, más que nos pese. Ser fuerte y constante para seguir siendo como nos hemos definido, con nuestro libre albedrío; provoca multitud de retos en la vida, plantea incomodidades. A nosotros mayoritariamente, nos gusta dejarnos llevar por la mansedad del río en el valle y no involucrarnos con firmeza en el torrente que era aguas arriba.
Cesión tras cesión, de nuestra intrínseca personalidad, solo queda a lo largo de los años una foto en negativo, que es parecida al original, pero en absoluto auténtica. Dado el primer paso atrás, los demás son mas fáciles, las “supuestas recompensas” son tan gratificantes, que es francamente difícil renunciar.
La cadena se ha puesto en marcha, nosotros somos continuadores y lo transmitiremos con nuestro comportamiento. Fruto de ello, será esa especie de insatisfacción, por las iniciativas no tomadas o por los deseos no satisfechos. Hablamos claro está en el ámbito real de nuestras posibilidades, para hacer o no hacer.
Como sigue diciendo Aranguren: “el individuo deja de conducirse
Bueno… menos mal… lo mismo pueden…
2 comentarios:
La diferencia es muy interesante, pero tiene un precio, a veces se puede pagar ese peaje, otras, cuesta más.
Salu3
Nuria:
Pero siempre hay que intentarlo...medir pero intentarlo.
Salu2:
Luis
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