domingo, 19 de octubre de 2014

Entendimiento



Dice Descartes (1596-1650) en su libro “Discurso del Método”: “Por eso la diversidad de nuestras opiniones no procede de que unos seamos más razonables que otros, sino únicamente de que dirigimos nuestros pensamientos por distintos cauces y no examinamos las mismas cosas. No basta tener buen entendimiento. Lo principal es aplicarlo bien... Los que marchan despacio pueden adelantar mucho más que los que corren, si los primeros siguen siempre el camino recto y los segundos se extravían”.

Los acontecimientos cotidianos son, en ocasiones, tan machaconamente sorprendentes y negativos, que animan a mirar hacia atrás y buscar lecturas, quizás mas utópicas y menos realistas, pero que devuelven minutos de “paz” con sus reflexiones. Evocan pasado, pero por el talante “eterno” de quienes las escribieron, acaban siendo como una tregua en ese desenfrenado y trepidante mundo en el que nos desenvolvemos.

Seguir el camino recto…como si fuera fácil, seguramente es el que más obstáculos tiene. Sortear las dificultades, sin hacer trampas, es solo para los valientes. Es más fácil buscar artilugios y convencerse a uno mismo de que esa solución es la mejor; para luego hacer una finta y como si no pasase nada, comenzar a tomar atajos sin rumbo determinado, para acabar diciendo como Groucho: “si no sabemos a donde lleva este camino, vayamos deprisa y terminemos pronto”.

La realidad es que vivimos un entorno social, en el que cada vez cuenta menos el “como”, lo relevante es el resultado obtenido, no el modo como se ha logrado. Cada día se torna más difícil no dejarse llevar por la corriente de lo que se llama “éxito social”, es decir apariencia y enorme sensación de vacío interna. Hay un profundo temor al fracaso, que lleva casi irreversiblemente a la soledad. Nuestro entorno quiere ganadores y huye de los perdedores, por si son “contagiosos”.

Querer cubrir etapas, sin el debido entrenamiento y con el ejercicio sano, de aprender de los errores, para no repetirlos; lleva indefectiblemente a una sensación de ansiedad, que nos impide vivir con sosiego. Llegar a ser, es una entelequia, lo que importa es “ser” con empeño e ilusión lo que nos hemos diseñado para vivir, hoy. Lo demás ya vendrá, perder el presente por un “desasosiego” desmedido por alcanzar un futuro de ambición más que de realización, pasa factura… y a veces abultada.

Como dice Descartes: “…a trueque de no adelantar mucho, me libré de caer.”

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