Dice Erich Fromm, en su libro “La condición humana actual”: “Así como el hombre primitivo era impotente ante las fuerzas naturales, así el hombre moderno está desamparado ante las fuerzas económicas y sociales que él mismo ha creado. Adora la obra de sus propias manos, reverencia los nuevos ídolos, y sin embargo jura por el Dios que le ordenó destruir todos los ídolos. El hombre sólo podrá protegerse de las consecuencias de su propia locura creando una sociedad sana y cuerda, ajustada a las necesidades del hombre (necesidades que se nutren en las condiciones mismas de su existencia).”
Somos nosotros con acciones y omisiones, quienes conformamos el tejido social, aceptamos normas no escritas, pautas de comportamiento, signos de educación. Establecemos todo este entramado a lo largo de generaciones, cosas que estaban perfectamente admitidas, el tiempo las cambia e incluso las borra; por el contrario emergen actitudes, que se consolidan con la aceptación mayoritaria necesaria. Lo que hoy es incipiente, pronto se convertirá en cotidiano y tomará carácter de permanencia como norma de conducta homologada.
Este proceso es el que conforma lo que llamamos sociedad, los miembros que la viven asumen ese entramado de tal modo, que incluso parece que tiene entidad propia, que es ella quien se ha dotado de costumbres y normas, como si las hubiera generado, como si tuviera "vida" independiente; sin darnos cuenta que nosotros, aceptando o rechazando de modo mayoritario, somos quienes le hemos dado forma y cuerpo.
Estas “normas” rigen nuestro comportamiento y nos vemos obligados a aceptarlas, si queremos estar “integrados”; pero no son inamovibles, antes más, cambian en la medida que nuestras formas de interpretar y hacer se modifican. Como estos “comportamientos normalizados”, crean intereses y facilitan la realización de determinadas iniciativas especulativas, hay grupos que tienen cierto interés en influir para el establecimiento o abandono de determinadas pautas; en aras a facilitar la consecución de determinado interés intrínseco al grupo, antes más que a la sociedad o a la persona. No es el interés general lo que se busca y puede incluso, que no sea el mas favorable para la mayoría.
Para ello necesitan en primer lugar, que nosotros nos volvamos “pasotas”, es decir que con nuestra teórica desconexión y abandono de nuestra capacidad de influir en el tejido social, abordemos una postura absurda y exenta de sentido crítico; pensando que como no nos gusta lo que vemos lo mejor es estar “out”. Les servimos en bandeja de plata a esos grupos de presión, la capacidad de maniobra necesaria, para estructurar según su conveniencia.
Es entonces cuando se produce la “enajenación” descrita en la entrada precedente. Aprovechan la dejación mayoritaria y urden a su antojo e interés. La realidad es que el entorno, cada vez, con más fuerza nos obliga a acatar con cierta “sumisión”, algo que percibimos que ha sido pertrechado, por esa sociedad cambiante, según el minoritario designio de unos pocos, que hacen ver como trabajan por altruismo, escondiendo bajo ese falso manto, su insaciable necesidad de poder; dicen que vienen a servir y realmente lo que quieren es mandar y perpetuarse manejando.
No nos percatamos, que hemos sido nosotros y otros con nuestra posición pasiva, quienes hemos facilitado esa suplantación impropia. Hemos dado paso a quienes nunca se lo habrían ganado y lo peor, los escuchamos e incluso en ocasiones los seguimos; sin percatarnos de que están desprovistos de contenido y acabarán dejándonos mas vacíos aún, si creemos en lo preconizan.
Tal vez nos demos cuenta en algún momento de nuestra vida, que nos manejan, más o menos intensamente; que alguien decide por nosotros e incluso nos dice que es lo que nos interesa. Es entonces cuando sin saberlo, somos rehenes de no se sabe quien, es entonces cuando nuestra voluntad deja de contar y nos damos cuenta que muchas de esas “necesidades” son superfluas; tienen interés económico para quienes han logrado incrustarlas en los usos sociales, pero sin embargo para nosotros la satisfación y/o posesión de las mismas tiene escasa o nula utilidad.
Saber rechazar lo impropio es tan relevante, como establecer nuestra conducta de modo, que nuestro límite no sobrepase, ni lesione el de nadie… es decir con un comportamiento verdaderamente humano. Evitemos a toda costa nuestra propia puesta de sol involuntaria... siempre es posible con tesón... Digamos de vez en cuando... ¡no!... con seguridad y sin timidez, no pasa nada.
Somos nosotros con acciones y omisiones, quienes conformamos el tejido social, aceptamos normas no escritas, pautas de comportamiento, signos de educación. Establecemos todo este entramado a lo largo de generaciones, cosas que estaban perfectamente admitidas, el tiempo las cambia e incluso las borra; por el contrario emergen actitudes, que se consolidan con la aceptación mayoritaria necesaria. Lo que hoy es incipiente, pronto se convertirá en cotidiano y tomará carácter de permanencia como norma de conducta homologada.
Este proceso es el que conforma lo que llamamos sociedad, los miembros que la viven asumen ese entramado de tal modo, que incluso parece que tiene entidad propia, que es ella quien se ha dotado de costumbres y normas, como si las hubiera generado, como si tuviera "vida" independiente; sin darnos cuenta que nosotros, aceptando o rechazando de modo mayoritario, somos quienes le hemos dado forma y cuerpo.
Estas “normas” rigen nuestro comportamiento y nos vemos obligados a aceptarlas, si queremos estar “integrados”; pero no son inamovibles, antes más, cambian en la medida que nuestras formas de interpretar y hacer se modifican. Como estos “comportamientos normalizados”, crean intereses y facilitan la realización de determinadas iniciativas especulativas, hay grupos que tienen cierto interés en influir para el establecimiento o abandono de determinadas pautas; en aras a facilitar la consecución de determinado interés intrínseco al grupo, antes más que a la sociedad o a la persona. No es el interés general lo que se busca y puede incluso, que no sea el mas favorable para la mayoría.
Para ello necesitan en primer lugar, que nosotros nos volvamos “pasotas”, es decir que con nuestra teórica desconexión y abandono de nuestra capacidad de influir en el tejido social, abordemos una postura absurda y exenta de sentido crítico; pensando que como no nos gusta lo que vemos lo mejor es estar “out”. Les servimos en bandeja de plata a esos grupos de presión, la capacidad de maniobra necesaria, para estructurar según su conveniencia.
Es entonces cuando se produce la “enajenación” descrita en la entrada precedente. Aprovechan la dejación mayoritaria y urden a su antojo e interés. La realidad es que el entorno, cada vez, con más fuerza nos obliga a acatar con cierta “sumisión”, algo que percibimos que ha sido pertrechado, por esa sociedad cambiante, según el minoritario designio de unos pocos, que hacen ver como trabajan por altruismo, escondiendo bajo ese falso manto, su insaciable necesidad de poder; dicen que vienen a servir y realmente lo que quieren es mandar y perpetuarse manejando.
No nos percatamos, que hemos sido nosotros y otros con nuestra posición pasiva, quienes hemos facilitado esa suplantación impropia. Hemos dado paso a quienes nunca se lo habrían ganado y lo peor, los escuchamos e incluso en ocasiones los seguimos; sin percatarnos de que están desprovistos de contenido y acabarán dejándonos mas vacíos aún, si creemos en lo preconizan.
Tal vez nos demos cuenta en algún momento de nuestra vida, que nos manejan, más o menos intensamente; que alguien decide por nosotros e incluso nos dice que es lo que nos interesa. Es entonces cuando sin saberlo, somos rehenes de no se sabe quien, es entonces cuando nuestra voluntad deja de contar y nos damos cuenta que muchas de esas “necesidades” son superfluas; tienen interés económico para quienes han logrado incrustarlas en los usos sociales, pero sin embargo para nosotros la satisfación y/o posesión de las mismas tiene escasa o nula utilidad.
Saber rechazar lo impropio es tan relevante, como establecer nuestra conducta de modo, que nuestro límite no sobrepase, ni lesione el de nadie… es decir con un comportamiento verdaderamente humano. Evitemos a toda costa nuestra propia puesta de sol involuntaria... siempre es posible con tesón... Digamos de vez en cuando... ¡no!... con seguridad y sin timidez, no pasa nada.
10 comentarios:
Luis,
He hecho un repaso mental por mi vida, para ver como he reaccionado ante las presiones externas que dices en el artículo.
Sin duda han sido muchas más de las que quisiera.
Partiendo de la base de que soy mujer y de mi edad, he sido educada para ser sumisa, para no crear problemas y para que me amolde a todo, con el fin de que "haya paz".
Eso ha sido una lucha constante, ya que, ineriormente nunca he pensado que debiera ser así.
Pero ha sido así.
Esa postura, y sus consecuencias, una constante lucha interior, crean un estado de ansiedad permanente.
Para paliar esa desconformidad con las cosas, creí que siendo la mejor en todo, "la más" conseguiría un lugar propio, a mi manera.
Pero eso me llevó a una lucha titánica, a un agotamiento psíquico y una depresión.
Lo primero que me enseñaron fué a decir no.
Recuerdo un libro estupendo, "No digas si, cuando quieras decir no".
Bueno, con el paso del tiempo, en consonancia con el cambio de mentalidad del entorno social, en cuanto a las mujeres, y mi cambio de actitud, pude ir consiguiendo ser "independiente" mentalmente y poco a poco ir llevándolo a cabo en mis actos también.
Pero reconozco que ahora es muy fácil.
Tengo experiencia de vida.
He aprendido a valorarme.
Tengo mis heridas de guerra cicatrizadas.
Nadie depende de mi, fisicamente.
He aprendido a conocer lo necesario de lo accesorio.
He aprendido a utilizar mi libertad de pensar y verbalizarlo.
Así que no es fácil, a mi no me lo ha resultado.
Pero lo importante es haberlo conseguido y poder transmitirlo.
De todas formas, no me quejo.
Lo he luchado y lo he conseguido.
No es poco....
Un beso
Luna:
Decir no, es dificilísimo, es mas cómodo, decir si.
Remar y más contracorriente tiene una gran dificultad, no remar y dejarse llevar por la corriente es fácil.
Desde luego cuanto mas experiencia, menos dificultades.
Salu2:
Hola Luis,
Ojala fuera mas facil negarnos a participar en cosas por las cuales somos empujados, por q es lo q se espera de ti. Vivimos en un mundo dificil y con el pasar del tiempo, aunque a nosotros la madurez nos ayude a alejarnos del empuje social, seguimos siendo participes y creando nuevas dificultades a generaciones por venir. Me pregunto a donde llegaremos? Q mundo estamos forjando para esas generaciones?
Espero poder ser un ejemplo algun dia de como seguir tu propia voz, sin importar esas corrientes q nos llevan.
Un abrazo!
Tere
Tere:
efectivamente tienes razón en la pregunta de ¿hacia adonde vamos y dónde llegaremos?.
Con tomar conciencia de que existen las corriente ya es una gran avance, resistir lo que se pueda, pero estar alerta siempre.
gracias Tere por tu comentario a la entrada.
Salu2:
Bueno días Luís.
Te agradezco tu comentario al mío en tu entrada anterior. También los que me dejaste en mi sitio respecto de lo que estoy difundiendo. Y reitero mis felicitaciones por el galardón deportivo que se han ganado.
Me gustaron tus reflexiones acerca de que la sociedad es una entelequia que esta conformada por los individuos que la integramos y nuestras maneras de comportarnos.
Los términos de Fromm como: “sociedades enfermas” (en contraposición a “sociedades sanas”), hablan del modelo de interpretación que de este vocablo sociológico (sociedad) hacen los teóricos que provienen del psicoanálisis (Modelo Médico Hegemónico).
Si los interpretamos metafóricamente podemos aceptarlos, pero en realidad, las sociedades no pueden enfermarse de nada.
La conformación del estilo de sociedad que integramos está determinado por las normas y leyes que la rigen, que, por otro lado, nos hablan de qué es esperable de sus integrantes como comportamiento (bien), y qué no (mal).
Por ello, preferentemente, se suele utilizar los conceptos de “sociedades adaptadas”, o “sociedades des-adaptadas”.
Promover la propiedad privada y el consumo es esperable y no esta penalizado, y los individuos que aceptan estas “reglas de juego” estarán adaptados. Y quienes se opongan a ese tipo “estilo de vida” serán individuos des-adaptados, y posiblemente penados por la Ley.
En toda sociedad existen este tipo de personas que se encuentran en los extremos de la campana de Gauss que muestra gráficamente cual es la norma (estadísticamente hablando) de lo esperable.
Los grandes cambios sociales solo se producen cuando esos extremos comienzan a acercarse a esa media (o mediana), y resulta imposible de controlar porque la necesidad de cambio supera a la del control del no cambio.
Todos vemos que las comunidades actuales se orientan (influidos por la publicidad) al individualismo, desinterés por el prójimo, necesidad de poseer, competir para no quedar “afuera”, y varias otras conductas que nos llevarán – posiblemente – a “luchas” de tal magnitud entre sus integrantes, que conllevará a aumentos de trastornos como el estrés, la depresión, y también otros de tipo físico como los cardiovasculares.
Sin embargo, aún una gran mayoría sigue detrás de esos estímulos que se promueven, - como el “asno detrás de la zanahoria” - sin preguntarse el por qué.
Publicaciones como estas ayudan a reflexionar Luís.
Por ello - modestamente - las considero imprescindibles para despertar esa instancia de la mente que - como dice el viejo Musso creo que en el último de los videos – nos diferencia de los animales: la AUTOCONCIENCIA.
Me gusto tu remate final: “Evitemos a toda costa nuestra propia puesta de sol involuntaria... siempre es posible con tesón... Digamos de vez en cuando... ¡no!... con seguridad y sin timidez, no pasa nada.”.
Un abrazo.
Rik
Hola!
He llegado hasta tu espacio a través del blog de Amparo cuando nos incluyó a ambos en su lista de blogs favoritos. En cierta ocasión en que andaba visitándola me topé contigo. Me gustó lo que pude leer y hace unos días tuve oportunidad de comentar con ella lo mucho que me habían gustado tus palabras. Es por eso por lo que ahora te dejo las mías aunque sea brevemente.
Un abrazo y hasta pronto!!
Rik:
Coincido contigo, los términos sociedades enfermas o sanas, son imprecisos. Pero también pienso que tos tiempos actuales hacen "muchos" miembros de la sociedad (sobre todo en las mas avanzadas) no puede decirse en sentido estricto que están enfermos, pero tampoco sano y se aproximan mas a los primeros, con ello el reflejo en su sociedad es "palpable".
Me gusta tu definición posterior, creo que la adaptación define bien el comportamiento, en este caso.
Es indudable que un cambio sustancial no viene nunca de la media, la media siempre es "dejarse llevar". Para promover un cambio, claramente primero hay que ser "outlier", término que utilzamos en términos económicos para señalar observaciones de una determinada población, que claramente están absolutamente desconectados de la misma, por sus características. El estudio mas pormenorizado de los mismos puede dar pistas de comportamientos incipientes, que pueden transformarse en relevantes.
Preguntar ¿por qué?, suele ser la antesala para rechazar el sistema. La verdad es que en la sociedad actual lo que prima son los signos externos de poder y sus atributos, en el mundo de la empresa más.
Gracias por tus comentarios, me hacen pensar e incluso reviso lo que he escrito y veo nuevas posibilidades o caminos.
Salu2:
Isabel:
Bienvenida, espero tus comentarios, serás siempre bien recibida.
Salu2:
Buenos días Luís.
Muy interesante tu mención al término “outlier” utilizado en economía para referirse - por lo que entendí - a aquellos que se encuentran en los extremos de esa campana que va indicando en qué franja se localizan la mayoría. Sociológicamente se los denomina marginados.
La pregunta “¿por qué?” ayuda a reflexionar sobre el origen de las situaciones en que nos encontramos las personas, en el plano económico, sociológico y psicológico.
Yo agregaría a tu propuesta la pregunta “¿para qué?”, con el propósito de encontrar explicaciones a nuestros comportamientos sociales.
Recuerdo un cuento que una vez leí - o escuché, no recuerdo - que trataba sobre un turista que recorría los caminos de serranía de una provincia argentina que se llama Córdoba.
Detiene la marcha de su camioneta 4 x 4 último modelo en un punto desde el que se observaba un bello paisaje, y cuando desciende del vehículo encuentra un pastorcito echado sobre el campo con una pajita de pasto en la boca y a pocos metros pastando una oveja.
El hombre, que era un potentado empresario, comienza una conversación con el muchacho, y al enterarse que esa oveja era la única que poseía comienza a proponerle estrategias para llegar a tener un gigantesca manada de esos animales.
A cada una de sus propuestas, el pastorcito le preguntaba: “¿Y para qué…?”, a lo que el hombre le respondía: “Y bueno…, es que así podrías tener 4, 10, 100, 1000, 2000 ovejas más”.
Cuando llega - a través de sus ecuaciones - a que el joven podría tener una cifra de 5000 ovejas, el muchacho le vuelve a preguntar: “¿Y para qué…?”.
El empresario le dice: “Y bueno…, así podrías echarte sobre el campo con una pajita de pasto en la boca a contemplar tu formidable rebaño…”.
Y el muchacho le responde: “ ¿y para qué?, si es lo que estoy haciendo…”.
No solo me resultó gracioso el cuentito, sino muy sabio.
Un abrazo.
Rik
RiK:
Sí, efectivamente son observaciones, que por su comportamiento no tienen nada que ver con los valores que se están estudiando y que su consideración hace desplazar equívocamente (media, mediana, etc).
Se suelen recoger en un fichero al margen, por si amerita su estudio por separado.
Lo del rebaño es muy bueno, me lo incorporo como anécdota a contar (citándote, por supuesto, je, je, je)
La verdad es que los empresarios, tienen mucho que aprender de la gente. Les iría mejor si los escucharan. En la empresa está de moda desde hace algún tiempo lo de "escuchar la voz del cliente, para satisfacer sus necesidades.,,"
Gracias Rik por tus comentarios.
Salu2:
Publicar un comentario