Dice Fernando Savater en su libro “Las preguntas de la vida”, en el capítulo “El animal simbólico”: “… lo característico del lenguaje humano no es permitir expresar emociones subjetivas – miedo, ira, gozo y otros movimientos anímicos que también suelen revelarse por gestos o actitudes, como puede hacer cualquier animal – sino objetivar un mundo comunicable de realidades determinadas en el que otros participan conjuntamente con nosotros. A veces se dice que una mueca o un encogimiento de hombros pueden ser más expresivos que cualquier mensaje verbal. Quizás sean más expresivos de lo que nos pasa interiormente pero nunca comunican mejor lo que hay en el exterior. La principal tarea del lenguaje no es revelar al mundo mi yo sino ayudarme a comprender y participar en el mundo”.
Comprender y participar dos verbos cargados de muchas motivaciones. El primero es relevante para entronizar buenas relaciones, pero lamentablemente es el que peor usamos; no somos capaces de objetivar la posición de los demás y acabamos por ignorarlos. Comprender diría que significa, desprenderse de todas las limitaciones subjetivas y acometer un análisis de las acciones y/o de las palabras de los demás, exentas de subjetivas premisas, impuestas por nuestra educación y avaladas por la rigidez de nuestros planteamientos, que en el fondo son una barrera invisible, pero férrea.
Comprender por tanto, no es solo atender y escuchar, es más bien hacer un esfuerzo por no limitar el mensaje recibido, a través de nuestros “propios códigos”. Comprender es abrirse a los demás.
Participar es poner voluntad y empeño, en la medida de nuestras posibilidades, para acometer y conseguir los objetivos comunes. Participar es justamente, lo contrario de lo que hacemos habitualmente, cuando con impertérrita indolencia, dejamos que las cosas vayan como quieran y confiamos en que los demás nos solucionarán nuestros problemas y todo ello sin mover nosotros “ni un dedo”. Dejamos hacer y con mucha frecuencia nos lamentamos de que nada cambie.
Vaya, vaya y eso con dos verbos…la verdad es que en muchas ocasiones todo es más sencillo de lo que nosotros creemos, claro que en ocasiones uno acaba pensando, que muchas cosas son como son, porque parece que prefiriéramos la lamentación, a la solución.
Según dice el autor en este libro, “…los chimpancés no muestran ningún gusto personal por las habilidades adquiridas. Lo que les interesa no es comunicarse sino lo que les dan por comunicarse”…
Foto cedida por Nuria: http://nuria-vagalume.blogspot.com
1 comentario:
Comprender:
Los niños, cuando son pequeños tienen una avidez enorme por saber, por comprender. Tienen una época en su vida en que constantemente preguntan: ¿Porqué?
Y los mayores les explican una y otra vez lo que quieren saber, porque si no han entendido, repiten la misma pregunta insistentemente.
Si partimos de la base que, muchos nos creemos que ya sabemos todo y de todo... la comunicación es nula. Es infructífera.
Es muy difícil que podamos comprender a nadie, si no intentamos ponernos en su lugar, en su "porqué".
Para comprender hay que escuchar, atender y procurar entender.
Es el principio de cualquier forma de diálogo.
No porque las motivaciones o pensamientos sean distintos, son menos buenos, menos razonables o incluso, pueden ser mejores que los nuestros.
Participar.
Significa acción.
Significa hacer algo que otros también van a hacer o decir.
Participar es también posicionarse, pero aceptar que los otros también lo hagan. En las mismas condiciones.
Con los mismos derechos, tiempos y posibilidades.
Participar también, por el esfuerzo y la voluntad que requieren, también nos dá el derecho a reclamar, a protestar.
Lo que no es justo es que, sin participar, queramos
cuestionar la acción de los demás, su trabajo, su esfuerzo.
La vida en sociedad, implica la obligación de nuestra participación.
No debemos esperar que los demás carguen con la cuota de responsabilidad que a nosotros corresponde.
Aunque más de uno lo pretende...
No participar y exigir o reclamar...
Una incongruencia....
Publicar un comentario