lunes, 27 de julio de 2009

Pensamientos y acciones


Vivimos, lo que podría llamarse, una carrera sin fin por el conocimiento. Actualmente cuando se termina la carrera universitaria cursada, todo el mundo tiene en mente la realización de un “master”, para consolidar y apalancar los conocimientos adquiridos, cuanto mas elevado sea el precio del mismo, parece que es mejor. Los hay, incluso, que llevan implícita financiación para poderlo abordar.

Estoy absolutamente de acuerdo con la formación, cuanto más mejor, pero por el contrario no comparto algunas de las publicidades que llevan subliminalmente incorporadas este tipo de enseñanzas. La formación es condición necesaria, pero no suficiente, me explico; los conocimientos adquiridos, solo son útiles, si se utilizan para resolver las cuestiones, que se nos plantean en la actividad profesional diaria, potenciando nuestra innata intuición. Creo, que en la mayoría de las ocasiones, el enfoque mental no es éste, somos más proclives a pensar en modo pasivo, ya tenemos formación, pues adelante…, todo está hecho, sin darnos cuenta que ese punto es el comienzo, no el final. Cuando termino las clases de cada cuatrimestre, siempre proyecto una transparencia que dice en letras grandes: “el conocimiento sin la acción, es lo mismo que la ignorancia”, no se quien es el autor. Reconozco que produce mucha sorpresa.

Las acciones que tomamos, hablan con precisión y en voz alta, sobre lo que queremos y hacemos; lo hacen con mucha mayor precisión, que esa inusitada verborrea de la que nos revestimos cotidianamente. Para aplicar los conocimientos adquiridos, no es solo necesario, explicar pormenorizadamente la capacidad que tenemos y como lo haríamos; no es efectivo, si no se acompaña de acciones claramente dirigidas a corroborar el sentido de la explicación verbal. Somos muy solícitos en explicar como, pero muy remisos en tomar la iniciativa de explicitar prácticamente nuestra argumentación.

Quizás sea, porque la formación que recibimos, es esencialmente teórica, cuajada de formalismos, poco participativa y casi exenta de aplicaciones prácticas o cuando las hay no tienen el rango que deberían. Plasmar ideas sí, pero sin olvidar, que lo importante es creer en ellas, con tanta fuerza como para tener el valor de acometerlas. Describir de modo brillante, con palabras “largas”, pero no ejecutar, es uno de los silencios mas elocuentes que puede uno pertrechar; bueno en realidad, es peor que el silencio, porque éste es, en muchas ocasiones, recogimiento y/o atención y lo otro, solo es vacío. Con esta práctica, nos cargamos de frustración, que trataremos de soslayar, con nuevas y fundamentadas explicaciones de todos los imponderables, que nos impiden su consecución. Hay que reconocer, que en la justificación, somos expertos.

Seguir el camino que describimos con tanto empeño, es nuestro cometido. Explicar con lujo de detalles, porque no hemos podido, viviendo en la inacción permanente, es nuestro fracaso, si digo bien, nuestro, no de los acontecimientos, ni de las carencias, ni de otros. La diferencia de nuestras ideas y las de los demás, no es la calidad de las mismas, es el poco empeño que ponemos en conseguirlas en la vida práctica.


Motivarnos es el secreto, con valor y constancia. No importa a la distancia que nos encontremos de nuestro teórico objetivo, si no damos el primer paso, nunca la alcanzaremos. Para vivir con intensidad es necesario hacer cosas, estar permanentemente dispuesto, para acometer el desarrollo de nuestras ideas e inspiraciones, incluso de las que parecen imposibles.


2 comentarios:

Nuria dijo...

Comparto esa idea de que la formación méramente teórica no conduce nunca a una motivación de cara a la acción.

Y lamentablemente nuestra Universidad (al menos la pública, a la que hemos podido acceder la mayoría de los ciudadanos normales) se basa en eso, en garantizar una calificación en función de conocimientos teóricos.

No se estimula la participación, el debate, la curiosidad. He tenido sólo un puñado de profesores que de verdad hicieron que me interesase por la asignatura, que me hiciesen disfrutar de ella. Recuerdo a un profesor A.García Matilla, que lo hizo. Hubiese dado aquella asignatura cada año, jajajaja.

Falta en todos los ámbitos esa parte práctica que después adapte al alumno en su paso a la vida profesional (y ni aún ahí se deja de aprender).

He tenido también profesores que únicamente garantizaban una calificación si memorizabas su manual, su propia bibliografía...

Pero también, no lo olvidemos, hay alumnos que pasan por la universidad por pasar...

seriecito dijo...

Nuria:

Has tocado todos los palos. efectivamente la Universidad no promueve la colaboación, la discusión abierta ni la acción. Mantiene en general alumnos pasivos, que solo eschucan (o no) y no hacen preguntas aunque se insista.

al final conocimientos adquiridos con calzador y que se esfuman rapidamente. No hay acciones de consolidación y continuidad.

Bolonia preconiza la contrario, incluso la salida del examen tradicional como fundamento de evaluación. Pero ya veremos.

También tienes razón hay muchos alumnos que pasan por pasar y se eterzan en su carrera sin importarle nada de nada. Eso también es un problema muy grave. Pero no se toma ninguna acción para excluir a quien no rinde de modo adecuado.

Buen comentario Nuria.

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