miércoles, 1 de julio de 2009

Jefes, jefecitos y jefecillos


Dice Eduardo Punset en su libro “Adaptarse a la marea”: “Demasiado a menudo, el ideal del buen ejecutivo se plasma en apoderarse de cuantos mas centros de información y gestión, mejor; de la misma manera que un cáncer se extiende por todo el organismo. Se renuncia con ello a la creatividad interrelacional y a la diversidad, que como se vera a lo largo de este libro, están en la base de todo conocimiento. Así se acaba degradando el organismo global que sustenta los distintos centros de actividad, incluido el propio directivo psicópata”.

Cuando empecé a trabajar en la empresa – he hecho referencia en alguna otra entrada - el director general que había en la misma, al recibirme el primer día, se expreso con una sorna especial – era un andaluz hasta la médula – y me dijo: “yo no lo voy a presentar a Vd. al personal de la empresa, identificando el cargo para el que lo hemos contratado, si Vd., tiene valía, sin decírselo a los demás, ellos lo reconocerán; ser jefe, no se consigue por imposición del director, ser jefe se gana día a día haciendo. El cargo de verdadero jefe, lo han de otorgar los subordinados atendiendo al prestigio, que se transmite en cada decisión”.

Francamente, quede absolutamente sorprendido, más bien pensé que era una trampa, de una persona con la que no había empatizado en la entrevista previa; aunque con el transcurso del tiempo llegamos a ser muy buenos amigos. Hoy con el transcurso del tiempo, me doy cuenta que me hizo un gran favor. Si no hubiera hecho aquello, seguramente yo, con mi carrera recién terminada, con la calificación de premio extraordinario (disculpad la inmodestia, el dato hace falta en la descripción) y la cantidad de “ínsulas de Barataria” y pedantería en mi cabeza, seguro que la habría “cagado” y para siempre.

Aquello me obligo a caminar “de puntillas” en una oficina diáfana, en donde se observaba casi todo lo que cada cual hacía. Como dijo el director para terminar su introito “Lui hágase perdonar por los demás, ser jefe tan joven”. Fue difícil y costoso, ir ganándome a cada una de las personas que allí trabajaban, supuso un enorme esfuerzo. También para salvar las “trampas” del propio Director, que según decía él, en momentos de petición de explicaciones mías: “esto es para probar tu capacidad, Lui”.

Contemplo con estupor, estos jefes, jefecitos y jefecillos, que con una arrogancia propia de “pavos reales” caminan con paso casi militar por las oficinas y/o fábricas, creyendo que la distancia es atributo del rango. Siento verdadera pena de estas organizaciones, abocadas al posible fracaso; no por falta de esfuerzo, sino por inutilidad manifiesta de quienes dirigen, para encontrar el verdadero rumbo.

Son maestros prestidigitadores en acción, convierten el éxito, siempre en acciones propias y los fracasos en la “inutilidad de quienes trabajan con él”. Practican el “secretismo” y no se percatan que el éxito está en liderar y compartir. Poseer más información ayuda, pero es estéril si se almacena. Son incapaces de asimilar, que detrás de cada función, siempre hay una persona y que por poca relevancia que ésta tenga en la organización, merece todo el respeto.

Así les va a algunas empresas, con este tipo de ejemplares en sus cuadros, llevan a la organización por un equilibrio inestable y endeble. En épocas de pujanza económica, “hinchan pecho y estiran cuello”, pero cuando vienen malas, no sabe maniobrar, solo entienden de planteamientos quirúrgicos. Son ese cáncer del que habla Punset, acabarán sumiendo a la empresa en un proceso de letargo, con ese seudo control jerárquico de la gestión, basado en la prepotencia.

La creatividad ha quedado definitivamente amenazada. Una empresa sin creatividad, es como un pez en una charca residual, progresará muy poco o nada. Una empresa solo sobrevive, si hay un conjunto de personas, como una piña, que buscan conseguir un objetivo común, entendido y asimilado; siguiendo las directrices de un líder reconocido por todos. Para conseguir este puesto de jefe, no valen “tremendas voces” ni “maneras impropias”, solo sirve el prestigio conseguido con el tiempo y el acierto, aunque se hable en “voz bajita”.

Dios salve a las empresas de los fatuos, que se aferran a las poltronas, sin dar paso a nadie, que gestione mejor y que en muchas ocasiones aportan como aval principal de su cargo, la propiedad de la empresa o su relación de parentesco con ésta. Acabarán con todo… y más en las circunstancias actuales poco boyantes, donde se necesita saber hacer.


Nota: dedicado a Luis, un buen amigo, que inspiró esta entrada

11 comentarios:

Nuria dijo...

Es que muchos confunden autoridad o mando, con saber hacer, Luis.

No sólo en la empresa privada, en la Administración está a la orden del día, aferrarse al sillón por encima de todo, no importa la gestión, la organización de tu departamento, etc.
Lo que interesa es beneficiarse de ese status.

Ser jefe no se limita al "mando y punto". A veces sería necesario que esos jefes empiecen trabajando desde la base, por abajo y no directamente en un despacho ¿no crees?
Salu2

Nuria dijo...

Desconocer el funcionamiento del trabajo de tu departamento, oficina, etc....siempre resta autoridad, y capacidad para dirigir.

Ricardo dijo...

Buenas tardes Luis. Tuve la suerte de vivir parte de esa época que comentas y formar parte de un buen equipo humano y profesional. Totalmente de acuerdo con tu comentario.
Un abrazo jefe.

MARU dijo...

Me viene ahora a la memoria el dicho popular "Si quieres saber quien es Pepito, dále un carguito"
Y el pueblo suele ser muy sabio....
Un beso

Carol dijo...

Seriecito, pues si hablamos de esas empresas que colocan a toda la familia, en la oficina, cocina, limpieza y cargos para los que no tienen la mínima preparación... no digamos.

Ser el gerente, o el encargado de comprar maquinaria porque el dueño de la fábrica es hermano, cuñado o tío tiene sus riesgos, de haber subido con mucho sudor y trabajo a los más altos níveles de producción y llegue uno o unos cuantos de estos señores que además se creen que porque son familia ya lo saben todo, y ver como se pierde dinero por las desacertadas decisiones de estos "peligrosos elementos".

Que está bien colocar a tu familia, pero en puestos para los que esté preparados y si no que se preparen, sustituir a un ingeniero electrónico por un primo que sabe arreglar la plancha o poner un enchufe es demencial, tal vez este caso es un poco exagerado pero por ahí van los tiros.

Saludos afectuosos.

Unknown dijo...

Hola Luís!!!

Hubiese querido venir antes a leer tu publicación, pero los tiempos son “mi jefe”!

Me gustó lo que planteas en cuanto a que los liderazgos, para ser “genuinos liderazgos”, solo se pueden ejercer cuando hay un reconocimiento “real” de los “subordinados” a esa función.

El dilema, en mi impresión, se produce en el mismo instante en que uno es nombrado en el cargo de “jefe” desde el mérito que le otorga un curriculum (formalmente, por supuesto, aunque no necesariamente anunciado por “altavoces”).

¿Cómo realmente uno puede estar seguro que se lo respeta por su capacidad, y no por su cargo?.
¿Una palmada, una sonrisa, un escuchar atento, realizar el trabajo encomendado?,…mmmmm…, a mi gusto pueden ser variables muy “tramposas” para guiarse.

Por ello me agradó la frase de Nuria: “A veces sería necesario que esos jefes empiecen trabajando desde la base, por abajo y no directamente en un despacho ¿no crees?”.
Yo agregaría: “ser seleccionado desde abajo!”.
Claro está que avalado por los certificados que lo acrediten legalmente para esa función, de no, para que servirían las Universidades.

Personalmente jamás me dejaría intervenir quirúrgicamente por un instrumentador de cirugía, por más experiencia que tuviese, pero no porque llegase a pensar que me puede operar peor que el cirujano…, sino porque, si permitiera ello, y me hicieran algo mal…, a quien le entablo una demanda?..., jajajaja!

Buenísimo!
Un abrazo
Rik

seriecito dijo...

Nuria:

La administración es un caso muy singular, como quienes no tienen nunguna propiedad, se creen dueños de todo, personas y haciendas.

Trabajar desde la base es ideal, pero difícil y muy costoso.

Pero el despacho es un reino te Taifas y el que ams y el que menos le tiene mucho apego.

Salu2:
Luis

seriecito dijo...

Ricardo:

Los equipos son lo esencial, las personas y los individualismos no sirven, mandar es servir, no como palabras de políticos de tres al cuarto, es así.

Quien tiene buenos compañeros y colaboradores no necesita hacer mucho, solo seguir y animar.

Quien solo manda no obtiene nada. Cuando las cosas van bien, es cuandos se recibe sin mandar.

no olvidemos los tiempos felices, por si nos hace falta en el presente o en el futuro.

hay que seguir. Gracias por tu entrada y por tu comentario.

Salu2:

seriecito dijo...

Luna:

Miguelico, es Miguelico.

Bueno el que tu quieras, con que acabe en ico.

Salu2:

seriecito dijo...

Carol:

Ese es uno de los problemas de la empresa familiar, de ahi los constantes fracasos, cuando hay que sustituir al fundador.

Buen comentario:

Salu2:

seriecito dijo...

Rik:

Efectivamente, sin reconocimiento no hay lider.

Cuando se está tiempo en oficinas, uno acaba sabiendo, cuando llega a los "demás" y cuando no. Y eso es esencial, no tener que pedir para recibir. Responsabilizarse de todos y de todo, eschucar mucho, mucho, mucho, quien más sabe sobre un trabajo,es el que lo realiza, no quien lo diseña o manda, no escucharlo es abocarse al fracaso.

Tu final es buenísimo, como siempre, te confieso que te leo al revés, desde hace tiempo, primero miro como terminas y lueo empiezo, así ya se a donde me llevas con tu argumento.

Gracias por tu comentario Rik.

Salu2:

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