jueves, 4 de junio de 2009

El Faro


La sociedad en la que nos desenvolvemos, ha creado por leyes y costumbres unos módulos de comportamiento, que asume como normales, recogidos en “ritos” que repetimos de modo incansable, generalmente porque “lo hacen todos”. Además, el propio entorno es muy crítico e intransigente con quienes no se someten a estos comportamientos “normales”, parece como si la supervivencia de ese entramado, dependiera principalmente de neutralizar a los disidentes, con mensajes subliminales de exclusión.

Vivimos por tanto, muy condicionados por las opiniones ajenas, nos imponemos una disciplina de actuación, aunque en nuestro fuero interno no la compartamos. Amoldarse, parece que es la consigna, es curioso que sea así, porque la ciencia dice, que los seres humanos al nacer somos todos diferentes, únicos e irrepetibles.

Una gran mayoría, denostamos la monotonía de nuestros días y solemos contar a todo el que nos quiere escuchar la insatisfacción que nos produce hacer lo mismo, día tras día, mes tras mes. Pero no reflexionamos con la misma intensidad, que quien no pone empeño y esfuerzo por ser diferente, difícilmente puede cambiar su realidad. Bien es cierto, que este intento por cambiar cosas, conlleva riesgos, la creatividad no es propia de quienes adoptamos un comportamiento “seguidista”; para poder plantearla, es imprescindible ser diferente. Nadar contra corriente, es un empeño que produce cansancio y plantea grandes dificultades para conseguir remontar, es mejor dejarse llevar, poco a poco, hasta el remanso del valle; pero aquí la naturaleza otra vez nos enseña ejemplos, los salmones si hubiesen adoptado la posición placentera, haría muchísimos años que se habrían extinguido.

De un nacimiento diferencial y único, crecemos bajo unas pautas de conducta que persiguen una homogeneización integral con la mayoría grupal. Éste es sin duda el paradigma de nuestra permanente insatisfacción, no es solo que lo que hacemos no nos gusta, es mucho más, es que hemos limitado muestras cualidades intrínsecas, en la búsqueda de la integración social, acallando cada día nuestro “yo irrepetible”, le ponemos fronteras a nuestro campo y nos empequeñecemos, más y más, para ser grandes, que paradoja ¿verdad?.

¿Qué perdería la sociedad asumiendo a sus miembros como son?, nada, no perdería nada, muy al contrario ganaría mucho. Sería eso sí, menos coercitiva y mucho mas integradora. Pretender establecer, lo que debemos querer todos, es la demostración palpable de una gran soberbia, asumir que un conjunto no identificable, nos impondrá nuestra conducta, efectivamente sí, acaba siendo extraordinariamente aburrido. Ser “copias” es aceptar la mediocridad.

Si nos lamentamos de lo que hacemos, pero lo repetimos, nunca lo cambiaremos. Quienes lograron y logran avances sociales en cualquier campo, empezaron siendo diferentes e incluso incomprendidos, pero como no escucharon a los “agoreros de turno”, consiguieron avances y muy relevantes. No me refiero en mi escrito al mundo del trabajo, extraordinariamente estratificado y en muchos casos alienantes, en donde la ”jerarquía” es el fundamento; aunque algunas empresas vanguardistas, ya han comprendido que el mayor activo que tiene una empresa son las personas. Sí, ya se que son pocas, pero las hay, por algún punto hay que comenzar.

Sigamos el ejemplo de ese faro que preside esta foto; solo, azotado por el viento, pero firme y vigilante, porque sabe que tiene el reconocimiento, el respeto y el cariño de mucha gente. Si hubiera querido homogeneizarse, ya no existiría. Eso mismo hemos de hacer con nuestra singularidad, no busquemos la comprensión global, contentémonos con tener la de los que verdaderamente nos conocen y quieren, porque los demás, francamente, no importan.
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12 comentarios:

Nuria dijo...

He leido detenidamente tu post Luis.
Básicamente estoy de acuerdo con todo lo que planteas, sería lo ideal, que cada uno buscase protenciar y disfrutar con es diferencia, sin plegarse a las normas e imposiciones que coartan no sólo el bienestar sino la satisfacción personal.

A veces no es fácil querer ser uno mismo, ya no en el ámbito social en el que nos movemos, sino dentro de nuestra familia.
Si durante mucho tiempo te has amoldado, o te han asignado un determinado papel, en el momento que te salgas un ápice de esos parámetros es muy posible que seas un incomprendido e incluso "culpado".

Por otra parte, me ha hecho pensar esa frase:
"¿Qué perdería la sociedad asumiendo a sus miembros como son? nada, no perdería nada, muy al contrario ganaría mucho"

Porque esa cantidad de diferencias que ahora se encuentran bajo un sistema coercitivo, podrían "chocar" si no hubiese una determinada organización, pienso en el ámbito laboral por ejemplo.
Es decir, la diferencia a nivel personal es loable, pero mi duda reside en hasta qué punto se podría llevar a cabo en otros ámbitos.

Porque podría ser un arma que algunos esgrimirían para legitimar sus opiniones ¿no?

Me he extendido...

Un abrazo

PD. Gracias por utilizar la foto, creo que le da mucho significado a tu post.

seriecito dijo...

Nuria:

La aignación de papeles en la familia, desde luego es general. Pero cuando hablas de salirte un ápice de esos parámetros, en el escrito leo entre líneas, que te estás refiriendo a quien es responsable, entendido en este contexto, como el que cumple o intenta cumplir con ese cometido asignado.

Pero si analzias un poco en ese propio ambiente familiar, quien no cumple reteradamente o incumple con caracter permanente, acaba situándose en un ámbito tal que los demás suelen liberarlos de casi todos los compormisos, con frases: "bueno, como es como es..." "es que ya sabes fulanito/a no da para mas...", etc.

En definitiva, ese núcleo familiar, tan coercitivo, solo es efectivo con quien se predispone para ejecutar el "rol" encomendado, pero abasolutamente inoperante, cuando el "propio" evidencia que le da igual todo (en valenciano se llama meninfots), cuando alguien adopta esta posición, el entorno familiar acaba exculpandolo de cualquier responsabilidad y asumiendo su cometido.

En el ámbito de la empresa, solo triunfarán en el futuro aquellas organizaciones que potencien al factor humano y escuchen su voz en cualquier cometido. Repetir mecanicamente lo que se le ha encomendado a cada cual, sin participar, modificar y perfeccionar la forma de hacer es un camino poco adecuado. El mayor desperdicio que tienen las empresas no son las bajas de producción y/o la baja calidad de los productos, el mayor desperdio, con diferencia es no aprovechar el talento de las personas de la propia organización.

En cualquir ámbito, creo que escuchar es ganar e imponer es perder.

Exigir uniformidad en la acción es, sin duda, estancarse.

Bueno, yo también me he extendido.

Salu2:
Luis.

Nuria dijo...

Exacto Luis, tú lño has expresado mejor que yo. Se acaba disculpando a algún elemento familiar que no cumple lo esperado, con frases como es "es que es así....".

Mientras que quien cumple, es responsable, etc... llegado el momento en que realmente lo necesita, no obtiene ese margen de confianza y flexibilidad.

En el ámbito empresarial estoy de acuerdo en que potenciar y aprovechar para el objetivo común la indiosincrasia y diferencia de cada uno, es positivo, pero requiere un compromiso por parte de los trabajadores también.

Gracias por entenderme (entre líneas).

Un abrazo

seriecito dijo...

Nuria:

Es fácil, lo que has escrito solo lo escriben las personas responsables.

Cuando uno es "adulto" ya de niño/a tiene que pagar ese peaje.

¿verdad? Nuria.

Salu2:
Luis

Nuria dijo...

Sí Luis, de niño y con el transcurso de los años. Hasta que llega un día que.......

un abrazo

impersonem dijo...

Yo iría aún más allá Seriecito. La sociedad en la que nos desenvolvemos esta "patronificada" de principio a fin. Creo que no será necesario decir quiénes diseñan esos patrones, cuál es la medida y para qué sirven los guantes blancos.

Sé que si me lanzo me extenderé, y tal vez diga cosas que suenen rotundas en relación al sistema, a sus hilos y a sus alcantarillas...

Qué podemos esperar en una sociedad donde la educación crea, por norma general, figurines de molde; qué podemos esperar de una sociedad donde la supervivencia de los más (que no tienen nada) está supeditada a la voluntad de los menos (pero que lo tienen todo); qué podemos esperar de una sociedad donde la interpretación de las normas por parte de quienes tienen que interpretarlas escapa, por norma general, a la interdicción de la arbitrariedad de ese poder; un poder que ejerce con inmunidad e impunidad, de tal forma que si él dice que lo que todo el mundo ve como blanco es negro, todo el mundo deberá (obligación de acatar) asumir que es negro. Ahí es donde está la clave de todo, si hubiera seguridad jurídica los que nadan (nadamos) contra corriente lo tendrían (tendríamos) más fácil. Pero ese poder está estratégicamente colocado, con las prerrogativas que tiene, para que nadie pueda cambiar un sistema estructurado sobre el privilegio de unos pocos y el sometimiento de los muchos. El problema es ese Seriecito, que lo coercitivo no está tanto para corregir las injusticias las haga quien las haga sino para someter a quines se permiten "el atrevimiento" de levantar su voz contra un sistema social injusto. Ya sabes lo que dicen de la Ley (aparte de que no pasa de ser la retórica del que manda): "La Ley es una red que caza moscas y deja libre a los halcones", pues bien, la inmensa mayoría de los que no son halcones callan, asumen y sirven a los halcones creyendo que así se salvarán de esa red.

Eso sobre la Ley; y sobre los ritos, pues creo que están al servicio de los mismos, toda la cultura occidental que hoy nos rige fue establecida al dictado de Constantino I el Grande en el Concilio de Nicea en el año 325 D.C. En ese Concilio todo fue atado y bien atado, aunque hubo algunas disidencias importantes...pero no voy a extenderme más sobre ello.

Nadar contracorriente no es fácil ni agradable, pero te hace fuerte, e incluso aprendes algunas cosas.

Creo que la foto es la Torre de Hércules de La Coruña, un faro romano y legendario, reformado más de una vez, pero sí, peremne ante la intemperie y el paso de los siglos, testigo de viajes y de naufragios, así es la vida...y el símbolo de la victoria de Hercules sobre el gigante Gerión, rey de Brigantium, que exigía al pueblo la mitad de sus bienes...como ves nada ha cambiado demasiado con el paso de los siglos...cuando no son los Gigantes quienes expolian al pueblo son lo peces gordos los que se comen a los peces pequeños y los que nadan contracorriente son su plato favorito.

Saludos.

Nuria dijo...

Nadar contracorriente te hace fuerte, aprendes, te cambia muchas perspectivas y prioridades, aunque a veces tengas que desprenderte de algunas cosas en el camino.

Y eso puede reforzar la visión que tu entorno tenga de ti como persona disidente. Vuelvo a lo mismo que decía Luis, lo sé. A algunos se les acepta porque siempre han sido así, a otros no.

Lo coercitivo como dices Impersonem debería subsanar las injusticias, y no limitar a las personas, pero ¿dónde está esa sutil frontera?

Hum.....lo que ocurre es que quienes son (somos) así, no podemos renunciar a creer en lo que hacen, porque eso nos convertiría en infelices, porque eso nos derrotaría. Por eso hay que seguir adelante, a pesar de los momentos malos, a pesar de las incomprensiones, y lo que nos lastima la incomprensión.

Al fin y al cabo, siempre he creido que el tiempo pone a cada uno en su lugar. Y de los momentos duros, se sale fortalecido.

seriecito dijo...

impersonem:

Los patrones los elabora la propia sociedad, para identificar y "sujetar" a sus miembros.

en este blog, tienes el permiso para extenderte, tanto como quieras, puedes comentar como te guste. Eres una persona tan ponderada, como para no esperar salidas de tono.

Retratas con precisión la sociedad insolidaria y egoista en la que vivimos, pero en realidad no nos preparan para otra cosa, todos formamos parte de ese colectivo y no hacemos suficiente esfuerzo individual para cambiar las cosas. Somos muy conformistas y cómodos.

Cuando te apetezca, cuéntanos lo del Concilio de Nicea. Puede ser muy interesante, pero extiéndete, no te cortes.

Salu2:

seriecito dijo...

Nuria:

Para nadar contra corriente hay que ir ligero para no ofrecer mucha resistencia, por eso hay que desprenderse de "lastre".

Vivir a favor de la corriente genera muchas cosas innecesarias, cargamos con ella, por eso nos sentimos tan pesados.

Negar y saber decir no, es imprescindible para seguir ligero de equipaje y no perder la independencia. Hacer por complacer o por no disgustar, va en detrimento de nuestra propia independencia. Convertirlo en una costumbre y marcar una tendencia de expectativa para los demás, nos impedirá, ser "nosotros". Complacer siempre tiene ese coste.

La falta de comprensión por parte de los que nos rodean, es una de las peores sensaciones. Pero cuando se da mucho, acabamos ocultando nuestro verdadero "yo" a favor de repartir comprensión para los demás. Esa tendencia de los entornos cercanos, a esperar siempre un cumplimiento puntual por nuestra parte, acaba siendo una pesada carga.

Sí Nuria, estoy de acuerdo con tu último párrafo, pero me gustaría cambiar el tiempo verbal y decir también: "Con el tiempo procuremos colocarnos en nuestro lugar, que no tien porque ser el que quieren los demás que tengamos".

Salu2:

Luis.

Nuria dijo...

Me he liado un poco con los tiempos, a veces querer ser más impersonal provoca eso ;-)

Gracias Luis

seriecito dijo...

Nuria:

No queria en absoluto enmendar tu redacción, quería poner "foco" en la necesidad de hacer análisis desde nuetra conveniencia, no desde la de los demás.

Asumir "roles" y soportarlos porque los entornos más cercanos nos adjudican un determinado papel, creo que no es sostenible, cuando no se demanda por igual a todos los miembros o cuando se percibe sobrecarga.

Darse a los demás voluntariamente es muy loable, pero darse en cumplimentación de una demanda o exigencia ajena, acaba siendo peor que no darse.

Nuria, sin verguenza alguna y sin ningún remordimiento, sea cual sea el entorno, quien hace todo lo que puede no está obligado a más, quienes me exigen "pluses", por muy cercanos y respetables que sean, acaban dificultando mi vida.

Es imprescindible poner los puntos sobre las ies, con respeto pero con firmeza. Aprender a decir eso que nos cuesta tanto: "NO".

Salu2:
Luis

Nuria dijo...

No me lo he tomado así Luis, ;-)
He entendido que querías enfatizar y profundizar en la reflexión, me ha gustado.

A veces los más cercanos "pesan" más, por eso precisamente, porque nos importan. Pero es cierto, hay que tener ideas, objetivos, y creencias firmes con respecto a lo que uno quiere, y seguir adelante, pese a quien pese.

Un abrazo

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