domingo, 8 de noviembre de 2020

Democracia

 

Dice Aurelio Arteta en su libro “Tantos tontos tópicos”: “Nadie nace demócrata, sino que,  más bien se hace demócrata. Y a esto no se llega de modo inconsciente y por simple contagio, o a base de adecuarse a los usos de una sociedad, sino gracias a una preparación consciente y meditada. La democracia no arranca de un instinto arraigado en nuestra dotación genética… La democracia es el régimen político más artificial. Por eso, lo mismo que nadie es demócrata desde siempre, tampoco lo es de una vez por todas y para siempre…El buen ciudadano se halla en estado de maduración democrática permanente”.


La Constitución española de 1978 no nos dio el “título de demócratas”, por mucho que abriese un camino de normalización. Ser demócrata, es decir, anteponer la tolerancia entre otros atributos en nuestro comportamiento cotidiano, no es una tarea fácil, está lleno de obstáculos y hay que ganarla día a día. No es sencillo, practicar la participación cívica con la intención de cooperar a la mejora de la sociedad en que vivimos, evitando la descalificación de los que opinan de modo diferente y admitiendo que el diálogo transparente es el único medio de conseguirlo.


A nivel global, los partidos políticos practican una autocracia, que no propicia un discurso parlamentario constructivo y enriquecedor para todos. Los comportamientos en los debates se tornan impropios y en ningún modo nos transmiten la sensación, de que en nuestros representantes la voluntad para alcanzar acuerdos, que posibiliten la mejora mayoritaria de las condiciones de vida de los ciudadanos es prioritaria; por el contrario son más frecuente las formas desabridas y la descalificación del oponente, que el análisis profundo del tema sometido a debate. No importan los argumentos serenos, priman, por el contrario, las palabras “gruesas” y los improperios, que en nada facilitan la mejor solución de los asuntos. Eso  no es un ejemplo de ejercicio práctico acorde con juego democrático y debería de ser erradicado.


En los Estados occidentales, como indica Arteta, el panorama es poco alentador a este respecto, señala como características no deseables: “creciente influjo político de instancias no políticas, apatía ciudadana, confusión de poderes, negociación en lugar de debate parlamentario, manipulación de la opinión pública, autocracia de los partidos, etc.”.


Convendría reflexionar individualmente y dirigir nuestros esfuerzos a conciliar, en la creencia de que es mucho más lo que nos une, que lo que nos separa y nuestro incierto futuro, se tornaría mucho más sólido, si lo abordamos todos juntos…. ¿no?. 


2 comentarios:

impersonem dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices.

Abrazo.

seriecito dijo...

Salu2, Impersonem.

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