martes, 6 de noviembre de 2012

Desigualdad



Dice Joseph Stiglitz en su libro “El precio de la desigualdad”(2012): “La crisis financiera desencadenó una nueva conciencia de que nuestro sistema económico no solo era ineficiente e inestable, sino también básicamente injusto…  Se percibía, con toda razón, que era escandalosamente injusto que muchos responsables del sector financiero (a los que, para abreviar, me referiré a menudo como «los banqueros») se marcharan a sus casas con bonificaciones descomunales, mientras que quienes padecían la crisis provocada por esos banqueros se quedaban sin trabajo; o que el gobierno rescatara a los bancos, pero que fuera reacio siquiera a prorrogar el seguro de desempleo a aquellos que, sin tener culpa de nada, no podían encontrar trabajo después de buscarlo durante meses y meses7; o que el gobierno no consiguiera aportar más que una ayuda simbólica a los millones de personas que estaban perdiendo sus hogares. Lo que ocurrió durante la crisis dejó claro que lo que determinaba la retribución relativa no era la contribución de cada cual a la sociedad, sino otra cosa: los banqueros recibieron enormes recompensas, aunque su aportación a la sociedad —e incluso a sus empresas— hubiera sido negativa. La riqueza que recibían las élites y los banqueros parecía surgir de su capacidad y su voluntad de aprovecharse de los demás.”

Describe Stiglitz la realidad de los Estados Unidos, pero francamente, desconociéndolo no evidenciaríamos esta circunstancia, porque todo lo que dice puede ser aplicado perfectamente en España. No obstante es mucho más sorprendente en su propio ambiente, por su descripción, conculca claramente el principio de igualdad de oportunidades, que es consustancial a la sociedad americana.

En este aspecto no tendríamos  equivalencia en España, en donde tímidas iniciativas, tratan de ocultar que las historias de quienes desde abajo han tratado de llegar a lo mas alto, están preñadas de muchas dificultades y trabas burocráticas institucionales; o cuando no, han debido ser precedidas de emigraciones a otros países, donde con un alto sacrifico personal y una renuncia expresa a la proximidad de los vínculos familiares, han conseguido los medios y oportunidades para revalidar con éxito su valía, cuestión que jamás hubieran logrado entre nosotros. La mayoría con cambio de residencia permanente y en ocasiones, regresando a España en las postrimerías de su vida. Habiendo dejado por tanto lo mejor de sus logros en aquél país, que por otra parte me parece justa compensación.

Hecho este largo paréntesis, volvemos al planteamiento de Stiglitz, sorprende de un modo muy intenso, que quienes tienen el poder para ejercerlo en la dirección que consideren mas adecuada, cuando cometen errores – y de ellos hay ejemplos muy cercanos en el tiempo – si abandonan sus sillones de respaldo alto, lo hacen percibiendo cantidades que producen sonrojo y estupefacción. No discuto las retribuciones pactadas entre empresa y directivo, esto debe debatirse en  otro foro. Pero si reconozco, que me cuesta mucho identificar, cual es el incentivo, que tiene el alto directivo, para hacer las cosas de maneras menos especulativas y arriesgadazas, si cuando vienen “verdes” uno tiene asegurada una indemnización tan cuantiosa.

Teniendo muy en cuenta, que quienes creyeron en los proyectos planteados por la Entidad para retribuir su ahorro, los han dejado en ese empeño y en ocasiones sin otra alternativa para recuperar su situación de siempre.

N.B. Joseph Stiglitz, 69 años, profesor universitario, Pemio Nobel en 2001

6 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Lo que me tiene estupefacta es que durante años a nadie parecía importarle que los "banqueros" tuvieran esas ventajas que siempre he calificado de "inmorales". Claro, eran otros tiempos y nadie protestaba porque la desigualdad quedaba enterrada bajo el espejismo de poder vivir como ricos a base de hipotecas imposibles y préstamos alegremente concedidos para ir de vacaciones, hacer un largo viaje o cumplir cualquier otro capricho...Todo el mundo ha obrado sin sentido común.
Seriecito, muchas gracias por tu comentario en mi blog. Últimamente me he visto obligada a aparcar la blogosfera porque mi neurona no da para más. Ando muy atareada pero muy feliz, con proyectos literarios quizás complicados de materializarse en el futuro pero que me llenan de ilusión en el presente, y quizás sea eso lo mejor y lo más importante, ¿verdad?
Un saludo agradecido.

seriecito dijo...

Bueno la realidad es que los contratos blindados están en casi todas las empresas medianas-grandes. Hay personajes muy célebres que han cobrado indemnizaciones superlativas, en ocasiones por vender a otro la empresa. Quizá los bancos sea lo mas llamativo, sobre todo por los sucesos de los últimos tiempos.

Mi comentario era imprescindible ante ese acto de relevancia en Zaragoza, luego pasaré para ver si das noticias del mismo.

Me alegro mucho de tus proyectos literarios, seguro que tendrás éxito. Escribes muy bien.

Salu2:

seriecito dijo...

Bueno la realidad es que los contratos blindados están en casi todas las empresas medianas-grandes. Hay personajes muy célebres que han cobrado indemnizaciones superlativas, en ocasiones por vender a otro la empresa. Quizá los bancos sea lo mas llamativo, sobre todo por los sucesos de los últimos tiempos.

Mi comentario era imprescindible ante ese acto de relevancia en Zaragoza, luego pasaré para ver si das noticias del mismo.

Me alegro mucho de tus proyectos literarios, seguro que tendrás éxito. Escribes muy bien.

Salu2:

Anónimo dijo...

Hola Luis. Dándole vueltas i reflexionando sobre lo que dices encuentro esta entrevista al cineasta Costa Gravas, que para mi, no tiene desperdicio, y creo que explica algunas razones de tu entrada.
Nunca fui comunista ni nada parecido, pero creo que lo tendremos que volver a inventarlo, light , que no staliniano, mal sea para compensar.
Un saludo.
Juan Coromina

"-¡Qué miedo me dan quienes dicen que nos va
-Se llama capitalismo.

-No. Yo le hablo de la pura avaricia, que ha degradado nuestro sistema financiero hasta colapsarlo.

-La avaricia ha existido siempre.

Pero nuestra resignación -eso sí es nuevo- la hace más destructiva que nunca. Hablo de nuestro conformismo y de los millones de personas que han sido despedidas por la avaricia de unos pocos y a las que se les arrebata su casa y se quedan en la calle.

Destrucción creativa, lo llaman.

Pero antes no la tolerábamos de ese modo.

Lo insólito es que

aceptemos esa avaricia pandillera como "lógica" e incluso "necesaria" para que el sistema financiero funcione.

La avaricia no reconoce la regulación.

Y que demos por inevitable que esos pocos avaros nos engañen a todos para que los bancos no se hundan y fluya el crédito.

Parece menos malo que el colapso.

Y en nuestra buena y nueva fe hoy nos esforzamos por creer que esos desaprensivos han aprendido unas matemáticas complejísimas y gozan de cerebros privilegiados para inventarse productos financieros.

Ser un timador requiere cierto talento.

Másters, escuelas de negocios elitistas... ¡Pero si su mejor habilidad es su falta de escrúpulos!... Y saber encontrar tipos tan indeseables como ellos mismos en la gran banca y en la política dispuestos a forrarse a costa de los empleos y las casas de los demás.



Para qué más dinero que el necesario para una vivienda agradable; comprar libros; ir al cine; cenar fuera algún día tal vez; un coche normal -y ni siquiera hace falta- que te pueda llevar a algún sitio si lo necesitas...

Quien paga manda; y hoy nos manda, aunque lo paguemos entre todos.

Y yo odio que me den órdenes sin darme razones. Esa era la gran lección que me dio un compatriota suyo, mi maître à penser George, Jorge Semprún.


Cuando llegué a París de la Grecia aplastada por la dictadura descubrí allí la libertad, pero también con ella la responsabilidad de pensar por mi cuenta. Y la aprendí de Semprún, Simone Signoret e Yves Montand: me enseñaron a pensar antes de obedecer.

Ustedes empezaron a denunciar la tiranía de Stalin, pese a ser izquierdistas.

No siempre es fácil darte cuenta de que estás obedeciendo a un tirano.

Yo creí que era obvio.

¡No! ¡Qué va! ¿Sabe cómo se detectan?

¿...?

Los tiranos te convencen de que estás en apuros gravísimos, aunque te los hayan creado ellos mismos, que es lo habitual...

...

... Para después hacerte creer que sólo obedeciéndoles y sufriendo te salvarás. Cuando les escuchas ya estás perdido, claro. Por eso, ¡qué miedo me dan quienes dicen que nos quieren salvar!

¿Quién nos va a salvar?

Nos tenemos que salvar solos, pero unidos, por supuesto.

¿Cómo?

Soy de educación cristiana, pero nunca entendí eso de que nos salvará el amor a los demás, porque amar de verdad sólo puedes amar a muy pocas personas en tu vida...

...

Pero la dignidad y el respeto, eso sí que tienes que exigirlo y darlo a todos los seres humanos. Y eso es la salvación para mí.

seriecito dijo...

Juan gracias por tu visita y tu comentario. Me quedo con la última frase, me gusta mucho: "Pero la dignidad y el respeto, eso sí que tienes que exigirlo y darlo a todos los seres humanos. Y eso es la salvación para mí."

salu2:

Mercedes Pajarón dijo...

Seriecito, quería desearte felices fiestas y un excelente Año Nuevo.

Un saludo y hasta pronto.

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