domingo, 10 de enero de 2010

Hablar o escuchar.


Dice Marc Oraison en su libro “Psicología de nuestros conflictos con los demás”: “Cuando se inicia una conversación, sería necesario desconectarse al máximo, intentar comprender lo que dice el interlocutor, y esperar cuidadosamente a que haya terminado de expresar su idea antes de tomar uno mismo la palabra. En una segunda fase, habría que repetirle en algunas palabras el modo como se le ha comprendido lo que quería decir. Y sólo tras su acuerdo global cabría responder a nuestra vez a sus argumentos. Cuando se trabaja por fomentar al máximo esta actitud, no se tarda en caer en la cuenta hasta qué punto una conversación resulta fácil aun cuando se trate de una discusión o de una controversia. Consiste, en suma, en entrenarse simplemente en escuchar al otro, procurando desprenderse al máximo de los reflejos de defensa o de resistencia que evocamos en el momento”.

Este hombre de nombre raro, vaya lo que dice… escuchar, ¡puf!; pero si lo nuestro es la verborrea insaciable, si no callamos aunque nos tapen la boca. Es curioso, estamos permanentemente entrenándonos en tomar la palabra y no soltarla; pero si lo nuestro es exponer y exponer, sobre cualquier tema; si nuestra sociedad no recibe bien los silencios, porque los interpreta como ignorancia y eso, desde luego, no nos gusta.

Tomar la palabra es el objetivo primario y el secundario es no cederla; baste ver una reunión y observar, como la tertulia, sea quien sea el que habla, no conseguirá mantenerse unitaria; con gran rapidez, se establecerán conversaciones paralelas, incluso sobre el mismo tema, pero en absoluto, uno hablando y los demás escuchando y esperando pacientemente a tener información suficiente de la opinión del “otro”, para introducir la nuestra, complementado o enriqueciendo lo dicho, incluso desde la discrepancia.

La realidad es que, nada más comenzar a exponer nuestro interlocutor sus fundamentos, sea cual sea el tema, nos percatamos inmediatamente que somos expertos; para que escuchar entonces, si en realidad nosotros ya sabemos mucho más, sobre el tema. Lo inmediato es intentar tomar la palabra y si no nos la ceden de modo voluntario ir elevando el tono de voz, hasta superponerse a quien la tiene y si no podemos tampoco hacernos con las riendas verbales, y somos varios, tratar de colocarle nuestro “rollo” al más inmediato y prescindir totalmente de quien expone.

Pero eso sí, nos molesta intensamente cuando nos lo hacen a nosotros, pero somos, en general, incapaces de contenernos y escuchar atentamente a los demás. La dificultad en establecer conversaciones gratificantes para todos, no depende solo, de que los temas escogidos sean convergentes, no, no es por eso. La dificultad máxima se presenta, por no ejercitar la escucha activa; como vamos a enriquecernos, si no atendemos, si nuestro propósito es exponer lo que sabemos. Aunque haya divergencia en las opiniones, cuando uno atiende con interés al otro y trata de aproximarse a él, aunque no se produzca al finalizar la conversación, nos hemos enriquecido; muy al contrario de lo que pasa, cuando oídas las primeras palabras, nos desconectamos, porque no están alineadas con nuestros criterios; o peor todavía, cuando nos sumergimos en una conversación estéril, enrocándonos en nuestros principios, sin un átomo de intento empatizante.

Las palabras justas, se ocultan mas que las esmeraldas. Perder nuestro tiempo resaltando las divergencias o identificando cuantas cosas nos separan, además de no servir de nada, es revestirnos de un comportamiento absolutamente inconsciente… lo pagaremos caro.
Foto: La construcción de la Torre de Babel. Peter Brueghel el Viejo. Siglo XVI.

17 comentarios:

MARU dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
MARU dijo...

Para todo hay reglas, en las relaciones humanas.
Además, las impone la lógica.
Para entrar, hace falta primero dejar salir, sino habrá aglomeración que imposibilitará las dos cosas.

Para conversar hay que escuchar y hablar alternativamente, sino, serán dos monólogos paralelos.

Pero efectivamente, hay una tendencia general a hablar sin escuchar. Eso no es una conversación.
Además, resulta bastante aburrido y estéril.
Un besito,

L.N.J. dijo...

Saber escuchar, es un don; saber hablar en su debido momento, una virtud.

Siempre con temas interesantes,

Besos.

tag dijo...

Para ver un ejemplo grafico de lo que comentas hoy, solo hay que enchufar el televisor cuando hacen un programa de esos, tipo tertulia que más bien se convierte en un mercado (con perdón para los mercados), mejor sería decir en un campo de batalla dialectico, donde todos hablan al mismo tiempo, elevando la voz y ninguneando al moderador, que sobra porque no le hacen ni caso.

Dan un ejemplo lamentable.
Si pretenden fomentar el dialogo y la conversación constructiva de un tema, por muy laureados que sean los contertulios,fracasan porque no saben escuchar.
Todos quieren hablar al mismo tiempo, porque cada uno opina que lo unico que tiene valor y razón es lo suyo.
Yo no puedo ver esos programas, porque me pongo nerviosisima.

Me acuerdo de aquel programa que emitían hace años, La clave, que presentaba Jose Luis Balbin, ahí si que se escuchaban con educación y exponían sus puntos de vista con respeto y educación para con los otros.
¿Te acuerdas Luis?

Nuria dijo...

Hablar sin escuchar, o simplemente esperando oir lo que uno quiere, ese es el problema.
El primer párrafo me gustaría que algún día tuviese lugar en mi trabajo. Aunque en todos los ámbitos ocurrre desde luego.

Salu3

Carol dijo...

Me molesta mucho cuando no me dejan terminar la frase, ¿cómo se puede contestara algo que no se sabe qué es, qué voy a decir?, me contestan a lo que piensan que diré, saber escuchar sobre todo cuando es una discusión es de buena educación, de ser respetuoso con las personas aunque no estemos de acuerdo con sus criterios y opiniones, pero como seas un poco callado, cómo yo, te quedas sin hablar porque no te dejan meter baza a no ser que levantes la voz y ahí de hacerlo se complica aún más la conversación.

Saludos.

seriecito dijo...

Luna:

efectivamnte la lógica es una de las mejores guías.

Aciertas...

seriecito dijo...

L.N.J.:

Efectivamente, sabiendo escichar casi todo se soluciona y/o cambia favorablemente.

Gracias por tu comentario.

Salu2:

seriecito dijo...

Tere:

Lo de los debates es de verguenza y un mal ejemplo para todos, sobre todo para los más jóvenes a los que se les exige unas pautas de comportamiento, que no somos capaces de mantener.

¿cómo no van a bustar otras formas de relacionarse?, si las que somos capaces de mostrar, son tan deplorables...

Buen comentario.

Salu2:

seriecito dijo...

Nuria:

Las relaciones en el trabajo siempre se complican por la competividad.

Trabajar en equipo es un objetivo muy complicado y realmente hay mucha gente decidida a cargárselo, si les merma protagonismo.

Salu2:
Luis

seriecito dijo...

Carol:

Ahí está el verdadero problema, tener que levantar la voz para ser escuchado.

Hay que reconocer, que una reunión de varios es una verdadera Torre de Babel...todo menos comunicarse.

Salu2:

impersonem dijo...

Planteas el tema en disyuntiva: "o" , ¿hablar o escuchar?... depende, hay veces que hay que evaluar las circunstancias y la localización donde tiene lugar la conversación, sin olvidarnos de las prisas. Yo no me voy a postular como modelo de escuchador... caigo en la incontinencia verbal con relativa frecuencia, lo que pasa es que cuando lo hago a lo mejor llevo ya un ratito escuchando una interminable exposición argumental que no conduce a ninguna conclusión... y suelo cortar a las personas que hablan cuando me quieren embaucar con sus palabras o dialéctica.

...vuelvo a decir: depende, normalmente escuchamos cuando nos interesa mucho lo que alguien está diciendo y no tanto cuando no nos interesa, y menos cuando nos aburre.

Saludos

Unknown dijo...

Hola Luís.

¿Sabes que pienso?.

Es cierto que la comunicación en ocasiones es caótica y nuestros interlocutores (nosotros incluidos respecto de los otros) se apresuran a emitir sus opiniones (cuando no salir contándonos cosas de su propia vida que nada tiene que ver con lo que expusimos) con todas las particularidades que describiste: pensar que saben más que nosotros sobre el tema, tergiversar nuestro mensaje y emitir juicios que no hacen más que asombrarnos porque no reflejan lo que quisimos decir; etc.

En mi juicio, ello es producto no tanto de entrenar la escucha activa sino de controlar la ansiedad.

Nosotros los psicólogos solemos hablar de umbrales de ansiedad, más o menos elevados en las personas.

Ello se observa en una variedad de situaciones.
Ante un accidente, por ejemplo, existen individuos que escapan, se desmayan, se quedan paralizados, y otros que, serenamente, se acercan tratando de colaborar en lo que puedan si es necesario.
Los primeros son poseedores de un bajo umbral de ansiedad (es decir, ésta se “dispara” fácilmente) y los segundos de un alto umbral de ansiedad.

Algo similar ocurre en la comunicación. La superposición de palabras, el apresuramiento en las respuestas o lo que mencioné arriba, también es producto de una falta de dominio sobre la ansiedad propia de cada sujeto.

La comunicación ideal propuesta en tu cita de Marc Oraison tornaría una conversación cualquiera en un proceso muy lento, sobre todo si repitiésemos el mensaje expresado por el emisor para corroborar si ha sido bien entendido (que también puede ser interpretado - como mencionas – como un signo de ignorancia, ya que el interlocutor podría pensar: “Qué le sucede a éste; ¿es medio lelo?”).

Reservaría esa actitud para la comunicación epistolar, que no exige la agilidad de una conversación natural.
Sin embargo, si controláramos nuestros niveles de ansiedad, la comunicación verbal también se lentificaría, pero seguramente sería menos confusa.

Siempre tus entradas ayudan a reflexionar!
Te felicito!

Un abrazo.
Rik

seriecito dijo...

Impersonem:

Muchas gracias por tu visita, francamente me faltaban tus comentarios.

Estoy de acuerdo contigo y el planteamiento. Durante mucho tiempo, a mi me pasaba como a tí, era bastante locuaz. Pero ahora cada vez más, suelo "contenerme" y escuchar, lo más que puedo.

Salu2:

seriecito dijo...

Ricardo:

Me alegro de tu comentario.

Como siempre, centrando para rematar con posterioridad; es una técnica que siempre me fascina, con la pulcritud que la pones en práctica.

Esta vertiente de la ansidad, que tu introduces, me resulta muy sorprendente, pero a la vez, creo que llevas esta problemática a unas posiciones muy interesantes.

Ese término de "umbral de ansiedad", que confieso no conocía, es francamente curioso.

Si no entiendo mal, cuánto mas alto es el umbral de ansiedad, más "parsimonia" en nuestra respuesta. Pues la verdad, siempre he pensado, que el que responde del modo "evasión" ante un hecho como el que describes, era alguien que estaba muy estresado y se protegía, no queriendo más conflictos negativos,por si lograba con ello desbordar el vaso.

Muy interesante, se puede leer sobre esto, ¿donde?.

También pensaba que cuanto mayor es el nivel de ansidedad (¿umbral alto?), mayor locuacidad y exposición inconsistente.

En términos económicos, se emplea el término Umbral de Rentabilidad, para identificar el punto a partir del cual una empresa comienza a tener beneficios en un ejercicio económico, es decir cuando con el negocio realizado hasta ese momento, se cubren todos los gastos y costes fijos.

Eso de los costes fijos ¿serán las relaciones sociales "educadas" e insoslayables?.

Muchas gracias por tu visita desde tu refugio...

Salu2:

Unknown dijo...

Hola Luís.

Te aseguro que esa técnica que describes sobre mí acerca de los comentarios, no esta hecha adrede.

Por lo que recuerdo de mi españolísima abuela María, nacida en Burgos, y que de vez en cuando concurría con mi abuelo a ver corridas de toros, tu descripción pareciera que se refiere a cuando el torero, para dar su última estocada, hace agachar la cabeza de toro mostrándole el capote sobre la arena y elije el centro donde se une su espinazo con la cabeza para clavar ahí la espada hasta el tope.

Tengo controvertidas emociones respecto de las corridas de toros. Por un lado me parecen una crueldad para con el animal, pero por otro, cuando sintonizo un canal de TVE y están transmitiendo una, no puedo dejar de mirarla!.

Pero te insisto, si es a eso a lo que aludes, no hay tal intención.

Quien tiene que hacerte una confesión acerca del concepto “UMBRALES DE ANSIEDAD” ahora soy yo.

Hace años que lo empleo y lo aprendí con aquel maestro que te mencioné, mi padre, del cual tengo aquellos videos en VHS que quiero convertir a DVD.

Buscando por Google aparece un artículo que escribí el 30-06-09 de nombre “SOPONCIO” donde supuestamente he escrito acerca de la ansiedad y menciono esos términos.
Sin embargo no lo pude encontrar en el texto que releí aunque sí hay mucha información sobre el tema de la ansiedad, y al final un video y bibliografía donde se habla de ella, te aconsejo leerlo.

Para entender el concepto habría que imaginar que el término “UMBRAL” alude a un escalón o peldaño de una escalera o de la entrada a una casa.

Cuanto más ALTO es el UMBRAL, más cuesta subirlo, por ende, respecto de la ansiedad, cuanto más alto es el “UMBRAL” de ansiedad, más difícil es que la persona reaccione emocionalmente en forma descontrolada porque ella se le ha “desbocado”.
En este casos son mas parsimoniosos y pueden escuchar mejor en una conversación, ya que no “los corre” el apuro por hablar.

Y cuando más bajo es su “UMBRAL” de ansiedad, más fácil (como más fácil es subir un peldaño bajo) es que se descontrolen y no puedan dominar su necesidad de expresar lo que ellos piensan.

Espero te haya resultado aclaratorio.

Ahora voy a leer tu próxima entrada, analizarla, y si puedo mañana te dejaré un comentario, es decir, “remataré con posterioridad” como dices!..., jajaja!

Un abrazo.
Rik

seriecito dijo...

Rik:

Bueno claramente ha habido un cruce.

Mi frase era en términos futbolísticos y no taurinos. Rematar era para marcar gol.

El otro cruce es de concepto,en economía, cuanto mas alto es el umbral de rentabilidad, es peor, porque mas tarda la empresa en comenzar a tener beneficios.

En el umbral de ansiedad cuanto mas alto el escalón, mejor, porque mas tarda uno en "desbordarse".

En España, no se si sabes, hay un fuerte corriente por limitar y/o incluso eliminar las corridas de toros, en algunas zonas. Incluso se pretende someter a referendum.

Leeré SOPONCIO y te digo.

Abrazos fuertes, como siempre Rik.

Salu2:

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