Siempre que nos analizamos, tanto en nuestro comportamiento, como en nuestras acciones pretéritas e inmediatas, encontramos razones, para hacer lo que hemos dicho y/o hecho y al mismo tiempo - vaya paradoja - para reprocharnos de modo más intenso, lo que deberíamos haber planteado y no hicimos. Somos los principales detractores de nuestras vivencias. Sin percatarnos de que lo pasado, pasado está. De nada sirve rememorarlo, una y otra vez, tuve un jefe una vez – he hablado de él en alguna entrada – que decía y con razón “agua pasada no mueve molino”..
Como si se tratase de la “moviola” de un partido de futbol, repetimos machaconamente la jugada; tal vez con la intención de llegar a concluir, que las cosas fueron de otro modo. Nada es tan relevante para superar los avatares diarios, como asumir lo pasado, pensar que ya fue y seguir adelante, con la misma ilusión, entereza y determinación. No es el pasado quien nos condiciona en nuestro futuro, no lo es, más bien es la interpretación que hacemos de él y el interés desmedido porque hubiera sido de otro modo.
Nada hay tan nocivo para nuestro equilibrio interior, como querer “confundir” la realidad pasada, para acomodarla a nuestros deseos. Porque ésta no cambia, por mucho que nos empeñemos; pero por el contrario nos produce insatisfacción y nos llena de dudas. La peor situación para una persona, hay que temer a la incertidumbre exacerbada, solo nos acarreará problemas. Por el contrario quienes asumen y siguen, solo encuentran satisfacción en lo que hacen, porque cambian “el cromo” de la insatisfacción anterior, por la ilusión de alcanzar el nuevo reto futuro.
Hacer cosas importantes es una cuestión de fe y empeño. Creer en lo que uno hace facilita los objetivos y sentirse seguro y cómodo es la evidencia de la buena dirección. Pretender escudarnos en la falta de ayuda o “suerte”, es sembrar la dificultad y empeñarnos en ponernos obstáculos. Sin creer firmemente en la posibilidad de éxito y empeñarse en conseguirlo, es casi como apuntar en sentido contrario al blanco y pretender hacer “diana”. Dudar es perder. No servirán de nada ni mejorarán un ápice los hechos, lamentar la falta de… o el imprevisto que… o la carencia de ayuda en… ; estas frases son como fatales pensamientos innecesarios, que nos pondrán en posición tendente al fracaso.
No seguir nuestra intuición con confianza y empeño, rendirse a la primera dificultad o esperar demasiado de los demás, son planteamientos completamente contrapuestos, que impedirán casi siempre lograr las metas trazadas. La responsabilidad de los logros a obtener, es solo nuestra, podemos mucho más de lo que creemos, la fortaleza que da la voluntad resolutiva y firme en alcanzar objetivos, destierra la duda de nuestra mente. Sentirse completamente identificado nuestros planes de futuro, es imprescindible, para alcanzarlos.
Un sueño es la antesala de un logro; siempre que se aplique constancia y tesón. Un fracaso es el resultado de no haber soñado antes y/o de dudar después. Vivir es tomar riesgos, resolver problemas y avanzar; lamentarse es caminar como los cangrejos. Creo que lo he escrito antes en este Blog y no se de quien es la frase, pero dice: “Quien llora por el sol perdido, las lágrimas le impedirán ver la brillante salida de la Luna llena”.
Como si se tratase de la “moviola” de un partido de futbol, repetimos machaconamente la jugada; tal vez con la intención de llegar a concluir, que las cosas fueron de otro modo. Nada es tan relevante para superar los avatares diarios, como asumir lo pasado, pensar que ya fue y seguir adelante, con la misma ilusión, entereza y determinación. No es el pasado quien nos condiciona en nuestro futuro, no lo es, más bien es la interpretación que hacemos de él y el interés desmedido porque hubiera sido de otro modo.
Nada hay tan nocivo para nuestro equilibrio interior, como querer “confundir” la realidad pasada, para acomodarla a nuestros deseos. Porque ésta no cambia, por mucho que nos empeñemos; pero por el contrario nos produce insatisfacción y nos llena de dudas. La peor situación para una persona, hay que temer a la incertidumbre exacerbada, solo nos acarreará problemas. Por el contrario quienes asumen y siguen, solo encuentran satisfacción en lo que hacen, porque cambian “el cromo” de la insatisfacción anterior, por la ilusión de alcanzar el nuevo reto futuro.
Hacer cosas importantes es una cuestión de fe y empeño. Creer en lo que uno hace facilita los objetivos y sentirse seguro y cómodo es la evidencia de la buena dirección. Pretender escudarnos en la falta de ayuda o “suerte”, es sembrar la dificultad y empeñarnos en ponernos obstáculos. Sin creer firmemente en la posibilidad de éxito y empeñarse en conseguirlo, es casi como apuntar en sentido contrario al blanco y pretender hacer “diana”. Dudar es perder. No servirán de nada ni mejorarán un ápice los hechos, lamentar la falta de… o el imprevisto que… o la carencia de ayuda en… ; estas frases son como fatales pensamientos innecesarios, que nos pondrán en posición tendente al fracaso.
No seguir nuestra intuición con confianza y empeño, rendirse a la primera dificultad o esperar demasiado de los demás, son planteamientos completamente contrapuestos, que impedirán casi siempre lograr las metas trazadas. La responsabilidad de los logros a obtener, es solo nuestra, podemos mucho más de lo que creemos, la fortaleza que da la voluntad resolutiva y firme en alcanzar objetivos, destierra la duda de nuestra mente. Sentirse completamente identificado nuestros planes de futuro, es imprescindible, para alcanzarlos.
Un sueño es la antesala de un logro; siempre que se aplique constancia y tesón. Un fracaso es el resultado de no haber soñado antes y/o de dudar después. Vivir es tomar riesgos, resolver problemas y avanzar; lamentarse es caminar como los cangrejos. Creo que lo he escrito antes en este Blog y no se de quien es la frase, pero dice: “Quien llora por el sol perdido, las lágrimas le impedirán ver la brillante salida de la Luna llena”.
5 comentarios:
Sí, el pasado no se puede cambiar, aunque condiciona el presente y futuro, si duda.
Asumirlo es lo mejor, pero no es fácil de olvidar.
Salu3
Nuria:
No es necesario olvidar para asumir. Es más, creo que no olvidar es bueno.
Salu2:
Luis
Mmmmmm......
Depende.............
No olvidar te permite aprender, y con ello no volver a repetir errores.
Olvidar (o al menos enterrar muy hondo algunos recuerdos o vivencias) permite seguir adelante.
Salu3
Nuria:
Creo que enterrar no es bueno, o a mí no me va bien. Me inclino más por asumir y seguir adelante, incluso en muchas ocasiones es bueno no olvidar, pero no quedar "atrapado".
Salu2:
Luis
Alejandro:
Absolutamente de acuero, no solo se puede cambiar, sino que podemos ir "generandolo" con nuestra actitud.
Salu2:
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