Y nosotros empeñados en recordar, tener memoria férrea, repasar y rememorar una y otra vez, lo que le dije, lo me contó, etc. Recapitular una y otra vez el pasado, no lo puede cambiar. Sigue siendo el mismo, más o menos difuminado según la fidelidad del recuerdo. Someter a la mente una revisión permanente de los sucesos, es un esfuerzo tan estéril, como inútil.
No es intentando “modelar” los sucesos como nos habrá gustado que fueran, como conseguiremos sentirnos reconfortados; no, antes bien obtendremos mayores cotas de equilibrio, planificando nuestro futuro y no dejándolo al albur de la corriente, como si no tuviéramos cuchara en ese guiso.
Somos solo nosotros quienes tenemos la facultad de planificar nuestro porvenir. Seguro, que nos sorprenderemos de la gran satisfacción y equilibrio, que nos aportará ver, como la mayoría de nuestros deseos, con constancia y tesón se alcanzan.
No es con política de “espejo retrovisor” como encararemos adecuadamente nuestra vida. Asumir, es el primer paso para olvidar y ésto, como dice Rojas Marcos, es un paso muy grande para recobrar el equilibrio. Mantener vivas las diferencias y las disputas, no nos hace ser mas consecuentes, muy al contrario, acaba produciéndonos mas limitaciones.
Que más da quien fuera el culpable y la magnitud del agravio, si ya fue. Dejar que se instale con carácter de permanencia en nosotros el rencor o el enfado, a quien mas nos perjudica es a nosotros mismos. Quien hace daño, sobre todo si es conscientemente; en la acción lleva implícito su castigo. La vida le pasará factura y le devolverá, casi con seguridad, la responsabilidad de sus acciones impropias. Pagará su peaje en su conciencia. Nosotros tenemos que seguir y este tipo de personas no merecen la pena; el lugar que les damos en nuestras mentes está absolutamente desaprovechado, es un desperdicio de espacio.
No se trata de convertirse en rocas y evitar todo sentimiento, lo sucedido está ahí, nadie lo puede cambiar ya y el daño que nos ha producido es real; pero no hay que volverse esclavo del recuerdo. Dando tiempo al tiempo, olvidar es la solución mejor. Si dejamos hacer a nuestra memoria, ella sola barrera la “suciedad”.