domingo, 30 de agosto de 2009

El ocaso del sol intenso


Finaliza el mes de Agosto… y casi todo sigue igual. El comienzo del verano, periodo vacacional mayoritario, es momento de “propósito y enmienda”. El punto y aparte que supone desconectar con las tareas habituales. La larga duración del día, las muchas horas de sol, nos predisponen a “abrir… la mente”. Como si tuviéramos una capacidad inmensa para el cambio, hacemos proyectos mentales, tratamos de identificar lo que querríamos apartar del periodo pretérito y lucubramos una y otra vez, qué y cómo.

Todos conocemos el alcance infinito de nuestra imaginación, fuera de los “corsés” sociales de turno. Nos abandonamos a una especie de pasión por lo inusual y con nuestra mente lo aproximamos, casi al alcance de la mano. No es malo, al contrario es francamente reconfortante, esta especie de revisión crítica de lo que vivimos, pero no debemos ser especialmente exigente, las pautas de conducta asimiladas e interiorizadas a lo largo de tantos años, no las podemos cambiar en pocas semanas. Vivimos en entornos exigentes y formamos parte de puzzles muy complejos. Ni siquiera el sol intenso y duradero podrá, en muchas ocasiones, con ellos.

La distancia entre lo que nos gustaría ser y lo que realmente somos, se evidencia y clarifica, esa sensación de inmensa libertad que transmite, no estar sujeto a horario, lo potencia. Bucear en nuestro interior es algo realmente gratificante; aunque la imagen, quede desenfocada. Esa virtualidad de la realidad, revisada con “ojos nuevos”, nos potencia; aunque los asuntos antiguos, suelen estar enquistados y requieren algo más que una simple “auditoría”, para propiciar plataformas de cambio. Las buenas intenciones es el comienzo, pero sin perseverancia no se llega al “final” diseñado.

Es curioso, que la voluntad férrea de buscar nuevos horizontes, con la que nos posicionamos al principio del verano, se va desvaneciendo poco a poco, cuando el mes de Agosto finaliza. Hay señales de nuevo, que nos transportan a la realidad, curiosamente menos accesible que lo que nos proponía nuestra imaginación relajada y sobre todo mucho menos propicia a la posibilidad de cambio. Hay que asumirlo, el día a día, tiene connotaciones muy firmes y raíces muy duras y profundas, difícilmente modificables sin planes firmes en la mente y constancia en la acción. Hacer planes, es necesario, pero no suficiente… El conocimiento sin la acción es lo mismo que la ignorancia.

Como dice Eduardo Punset en su libro “Adaptarse a la marea”: “…Que nadie busque innovar sin echar por la borda parte de la masa que lo retiene anclado en el pasado”. Pues eso…

sábado, 1 de agosto de 2009

Dirección prohibida


Nada nos preocupa tanto como sentirnos solos, es decir, poco reconocidos o ignorados por los que nos rodean. La sociedad actual está estructurada de tal modo, que promueve la integración de cada uno en un grupo determinado, por afinidad ideológica, amigo-familiar o económica. La mayoría de nuestra actividad se centra o en cultivar estas relaciones o en tratar de integrarnos en estos entornos virtuales en su formación, pero imprescindibles para aparentar un equilibrio social adecuado.

Estas integraciones en grupos sociales, imponen de modo no escrito, determinadas pautas de comportamiento, que deben ser asumidas por sus miembros, defendidas y promocionadas, como un código identificador y no soslayable. El esfuerzo por la integración, en ocasiones no produce una gran satisfacción al lograrlo, muchos descubren que para continuar en sintonía han de renunciar a muchas pautas propias, abandonando las mismas para adoptar las posiciones mayoritarias y consideradas ortodoxas.

El juego está servido, debemos limitarnos para expandirnos, la dicotomía es francamente sorprendente. Tenemos que abdicar de nuestras cualidades y calidades intrínsecas, para poder posicionarnos con fuerza en nuestro entorno, solo cuando la persona es muy relevante, se le permiten “veleidades” e incluso estas mismas se consideran rasgos propios de su singularidad; asumiéndolas la mayoría, como signo evidente de distinción, de dicha persona. En el desenvolvimiento normal, en lo que llamamos habitualmente la media, la exigencia es el “seguidismo”.

Organizar la sociedad en “clanes”, evidentes o subliminales, es una de las características principales de la sociedad actual, parece como con este tipo de “cerrazones”, se defendiera de posibles heterodoxos, rechazándolos de plano, sin siquiera escucharlos o intentar asumirlos. La consolidación de ciertos comportamientos, se supone, queda fortalecida con la exclusión de quienes cuestionan cualquier parte de la estructura asumida como “normal”. No importa la característica de la diferencia, solo importa la diferencia en sí misma, sea del tenor que sea, no es asumible y por tanto rechazable de plano.

Lo malo de todo esto, es que aunque nos creamos independientes, hemos integrado en nuestro comportamiento, muchas de estas limitaciones, de tal modo que incluso, acabamos asumiéndolas como cotidianas e identificándolas como parte de nuestro comportamiento espontáneo, olvidando las renuncias propias que hemos tenido que ceder para acoplarnos a ellas. Así es en general, nuestra vida, llena de contradicciones.

Siempre me han gustado las calles estrechas y en curva. Quizás sea por la sorpresa que esconden y por la limitación apreciable a la vista normal. Son como cajas de música cerradas, sin abrirlas no podemos oír la melodía. Permanecer al margen de ellas es posible, pero nunca sabremos que hay más allá de la frontera de la entrada, si no la rebasamos y la recorremos. Si éstas son cuesta arriba tanto mejor, el esfuerzo en adentrase seguro, que compensa y gratifica con el conocimiento que aportan.

Quizás sea por una tendencia de ir contra corriente, si hay una dirección prohibida a la entrada de la misma mejor, seguro que son mas incitantes, donde no se puede llegar en coche hay mucha mas autenticidad, el automóvil en definitiva, no es mas que otro monumento a la limitación de la comunicación.

Atreverse es vivir mas… dejarse llevar por el grupo es también vivir, pero no en primer nivel… ir más allá es progresar… despejar incógnitas descubriendo lo que hay “detrás”, fortalece y elimina “miedos”… superar el miedo es ser mucho mas feliz… y eso es lo que debemos pretender en la vida.

Donde haya dirección prohibida… pasemos y miremos, por si hay... aunque vayamos solos.



Foto: Xátiva (Valencia)
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