martes, 30 de junio de 2009

Aniversario



Hoy, dice el contador de entradas, que hemos llegado a las 10.000. Pues me repito, nunca pensé que llegáramos a este número tan singular. Muchas gracias a todos los leéis este blog y mas gracias aún a quienes dejáis un poco de vuestro tiempo, para comentar y compartir. Solo con vuestra presencia tiene significado.

Quiero acompañar este hito con frases extraídas del libro de Eduardo Punset "Adaptarse a la Marea", ahí van:


" Hay dos tipos de personas: las que sacan conclusiones de su experiencia y las que no. Y las que miran el fracaso como el final de un trayecto y aquellas que lo consideran, acertadamente, como la única fuente segura de conocimiento".


"Hace falta un derroche fantasioso de energía para mantener a un organismo vivo durante un tiempo, en contra de la disipación generalizada y la entropía".

"... lo hermoso va generalmente unido a la sencillez".


"La mejor manera de aprender consiste en desaprender. Y lo más útil consiste en desaprender aquellos conocimientos que son el subproducto de la imitación simplista de comportamientos patológicos de la Naturaleza".


"Tan necesario resulta sistematizar, es decir, construir un proyecto, como empatizar, o sea, identificar las emociones de los demás para corresponderlas".


"Lo que distingue a una persona con inteligencias múltiples de un autista es su capacidad de mentir".


"... que nadie busque innovar sin echar por la borda parte de la masa que le retiene anclado al pasado".


Vuestra compañía es extraordinariamente reconfortante...



Foto cedida por Nuria: http://nuria-vagalume.blogspot.com

domingo, 14 de junio de 2009

Trivialidad


La mayoría de nuestras preocupaciones cotidianas, las provocan asuntos triviales. Cuando las acciones u omisiones de las personas que nos rodean, nos producen molestia, es en principio, porque pensamos que están ejecutados, en especial para nosotros, cuando a poco que profundicemos, nos daremos cuenta que actúan del mismo modo, con carácter general, es decir, son así.

No son intrínsecamente, los acontecimientos o a las acciones ajenas desfavorables, las que nos producen tribulación y desasosiego, son los “adornos” que nos procuramos, con los análisis vertiginosos de nuestra mente. Somos nosotros los que los engrandecemos y los colocamos en posición de insoportables.

Nuestra predisposición es siempre reaccionar, colocarnos en posición “firme” para afrontar la “terrible” circunstancia de turno; cuando deberíamos entrenarnos para pensar y analizar en primer lugar y delimitar cual debe ser el grado de nuestra respuesta. Seguro que en la mayoría de las ocasiones, se desvanecería la relevancia. La mayor parte de los problemas e insatisfacciones, los provocamos nosotros, con reacciones inadecuadas a las trivialidades que nos acontecen.

Es la palabra a destiempo la que nos juega malas pasadas, una reacción inadecuada, es tan nociva como una agresión verbal deliberada. Tener la cabeza fría, distanciarnos del acontecimiento perturbador, pensar en su verdadero alcance y luego decidir actuar o no, seguro que nos libra de muchos disgustos innecesarios. Utilizar el sentido común, con la mente en reposo, es la clave para evitar sinsabores. Otro antídoto, que nos evitará disgustos, es hacer lo que aconsejaríamos que hiciese a un amigo/a, en situación similar.

El enfrentamiento abierto, no es la mejor forma de resolver conflictos, una vez comenzado, se activan resortes ajenos a la cuestión en litigio y la discusión acaba siendo absolutamente espuria. Poner empeño en el acuerdo, en lugar de dejarse llevar por los motivos de desacuerdo, es un buen planteamiento; aunque parezca que se pierde, se acaba ganando y mucho. Cualquier enfrenamiento es un derroche de tiempo y energía, absolutamente inútil. Después de la discusión, aun ganando, nunca estaremos satisfechos y relajados.

Es mucho mejor evitar que surjan problemas interpersonales, que tratar de resolverlos luego. Soslayar los posibles retos verbales ajenos, que llevan a conflicto, no es un signo de debilidad, muy al contario solo son capaces de hacerlo, los que son verdaderamente fuertes e inteligentes.

Hay que convivir con los demás, no contra los demás, incluso aunque ellos se empeñen en lo contrario. Evitar la confrontación es el objetivo, “sumar” es la meta.

Hagamos como las farolas, son efectivas en momentos de obscuridad, pero en la claridad del día son irrelevantes.
Foto: Xativa (Valencia).

viernes, 5 de junio de 2009

Creatividad


La creatividad es la constatación de la libertad. Los conocimientos, la experiencia, la formación acumulada, etc., no aseguran en absoluto la interpretación acertada de lo que sucederá. Creo más, cuanto mas experiencia menos creatividad, más tendencia a la repetición mimética. Un especialista en algo, no es ni más ni menos, que una persona que ha acotado su nivel de ignorancia. Creo que en todo, siempre hay un más allá, considerarse experto es una pedantería.

Cuando alguien trata de avanzar innovando en el ámbito de un círculo de expertos, solo recibirá miradas “compasivas” y palabras de desánimo. Hay que consolidar de forma férrea el nivel alcanzado y evitar que alguien lo rebase, no porque no sea útil, no, es porque nos pondrá en cuestión y más aún acabará sobrepasándonos. La posición pacata es exponer de forma brillante el numeroso cúmulo de razones, por las cuales seguir por el camino innovador es una acción absolutamente estéril, ya está todo dicho, no hay más.

La experiencia es atrevida, no tiene suficiente con la constatación de los logros, necesita más, necesita pronosticar, hacer vaticinios sobre lo que será y tiene facultades para adornarlo con tal variedad de detalles, que convence a una inmensa mayoría… ¡es qué lo ha dicho fulano!. Lástima que no se fijen en unos expertos que vaticinan diariamente y evidencian la relatividad de sus predicciones, estoy refiriéndome a los meteorólogos. Seguro que serían menos rimbombantes y más prudentes y modestos. Tengámoslo en cuenta, cuando corramos la tentación de hacerlo y seamos escépticos cuando sean otros quienes lo plantean.

El vaticinio negativo de un experto, para neutralizar una nueva acción, casi debe ser un acicate. Repetir lo mismo cada día no es un certificado de que ese sea el único modo de resolver bien. No todos los descubrimientos han venido de la mano de personas con elevados conocimientos en la materia, en algunas ocasiones el sentido común ha sido mas que suficiente para proponer soluciones útiles. Siempre que alguien nos inste a no acometer una tarea, por un procedimiento nuevo, no nos hace un favor, está intentando limitarnos. Nadie debe tomar las riendas de nuestras decisiones, por mucho currículum que lo avale.

Saber todo de “todo” es una entelequia, pero pretender saber todo de “algo” es una constatación de soberbia. Muy al contrario, cuanto mas se sabe de “algo”, mas se constata la enorme cantidad de cosas que ignora de ese asunto. Que nadie limite nuestra “curiosidad por las cosas y por la vida”, si aún nos queda después de la enseñanza en la escuela, la educación familiar y el paso por la Universidad, conservémosla, es un atributo escaso…





jueves, 4 de junio de 2009

El Faro


La sociedad en la que nos desenvolvemos, ha creado por leyes y costumbres unos módulos de comportamiento, que asume como normales, recogidos en “ritos” que repetimos de modo incansable, generalmente porque “lo hacen todos”. Además, el propio entorno es muy crítico e intransigente con quienes no se someten a estos comportamientos “normales”, parece como si la supervivencia de ese entramado, dependiera principalmente de neutralizar a los disidentes, con mensajes subliminales de exclusión.

Vivimos por tanto, muy condicionados por las opiniones ajenas, nos imponemos una disciplina de actuación, aunque en nuestro fuero interno no la compartamos. Amoldarse, parece que es la consigna, es curioso que sea así, porque la ciencia dice, que los seres humanos al nacer somos todos diferentes, únicos e irrepetibles.

Una gran mayoría, denostamos la monotonía de nuestros días y solemos contar a todo el que nos quiere escuchar la insatisfacción que nos produce hacer lo mismo, día tras día, mes tras mes. Pero no reflexionamos con la misma intensidad, que quien no pone empeño y esfuerzo por ser diferente, difícilmente puede cambiar su realidad. Bien es cierto, que este intento por cambiar cosas, conlleva riesgos, la creatividad no es propia de quienes adoptamos un comportamiento “seguidista”; para poder plantearla, es imprescindible ser diferente. Nadar contra corriente, es un empeño que produce cansancio y plantea grandes dificultades para conseguir remontar, es mejor dejarse llevar, poco a poco, hasta el remanso del valle; pero aquí la naturaleza otra vez nos enseña ejemplos, los salmones si hubiesen adoptado la posición placentera, haría muchísimos años que se habrían extinguido.

De un nacimiento diferencial y único, crecemos bajo unas pautas de conducta que persiguen una homogeneización integral con la mayoría grupal. Éste es sin duda el paradigma de nuestra permanente insatisfacción, no es solo que lo que hacemos no nos gusta, es mucho más, es que hemos limitado muestras cualidades intrínsecas, en la búsqueda de la integración social, acallando cada día nuestro “yo irrepetible”, le ponemos fronteras a nuestro campo y nos empequeñecemos, más y más, para ser grandes, que paradoja ¿verdad?.

¿Qué perdería la sociedad asumiendo a sus miembros como son?, nada, no perdería nada, muy al contrario ganaría mucho. Sería eso sí, menos coercitiva y mucho mas integradora. Pretender establecer, lo que debemos querer todos, es la demostración palpable de una gran soberbia, asumir que un conjunto no identificable, nos impondrá nuestra conducta, efectivamente sí, acaba siendo extraordinariamente aburrido. Ser “copias” es aceptar la mediocridad.

Si nos lamentamos de lo que hacemos, pero lo repetimos, nunca lo cambiaremos. Quienes lograron y logran avances sociales en cualquier campo, empezaron siendo diferentes e incluso incomprendidos, pero como no escucharon a los “agoreros de turno”, consiguieron avances y muy relevantes. No me refiero en mi escrito al mundo del trabajo, extraordinariamente estratificado y en muchos casos alienantes, en donde la ”jerarquía” es el fundamento; aunque algunas empresas vanguardistas, ya han comprendido que el mayor activo que tiene una empresa son las personas. Sí, ya se que son pocas, pero las hay, por algún punto hay que comenzar.

Sigamos el ejemplo de ese faro que preside esta foto; solo, azotado por el viento, pero firme y vigilante, porque sabe que tiene el reconocimiento, el respeto y el cariño de mucha gente. Si hubiera querido homogeneizarse, ya no existiría. Eso mismo hemos de hacer con nuestra singularidad, no busquemos la comprensión global, contentémonos con tener la de los que verdaderamente nos conocen y quieren, porque los demás, francamente, no importan.
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