martes, 30 de octubre de 2007

Sonreir y actuar con humor




Dice Malcom Kushner en su libro "Cómo hacer negocios con humor": " Dado el clima de desastre que reina hoy en día en el ámbito empresario, la importancia del humor como medio de aliviar tensiones no puede nunca ser bastante sobreestimada. Al internalizar una perspectiva cómica de las cosas, usted podrá cambiar la percepción de las situaciones tensas y obtener así una calma transitoria. el esfuerzo vale la pena, no sólo desde el punto de vista de la salud sino también desde su posición puramente directiva. El estrés interfiere con la objetividad y entorpece su capacidad de juicio. el humor, utilizado con sensatez, puede ayudarle a conservar la lucidez necesaria para tomar decisiones exitosas"

Vaya propuesta, pero si en cuanto alguien comienza a ocupar algún puesto de mando, lo primero que hace es fruncir el ceño, poner cara circunspecta y acometer una perspectiva de ver los problemas, resaltando principalmente los fallos. Y lo peor además es, que esto lo hace, como identificación y consolidación de su autoridad.
Como si para tomar decisiones, el humor fuera una posición irresponsable, falta de rigor y por tanto poco aconsejable. En la vida lo que induce a la tristeza, propia o ajena, claramente no es bueno, hay que huir con toda celeridad de "esos jardines". Arrancar una sonrisa, sea cual sea la cuestión que se dirime es la mejor forma de actuar, tanto para quien la provoca y como para quien la recibe.

Tenemos tendencia a creer, que hay asuntos, que solo deben ser tratados con semblante serio y comentarios secos y tajantes, como si emplear palabras amables y relajantes, fuera una posición desdeñable o mostrase debilidad al interlocutor. El mundo de la empresa, en especial, en el ámbito de la gestión y toma de decisiones, esta preñado de esta forma de ver las cosas. Como si el humor no fuera buena tarjeta de presentación y mostrase "ligereza" en quien lo practica.

Creer que no hay lugar para la sonrisa en el ámbito de los negocios, es ignorar de forma inconsciente, que en muchas ocasiones, la confianza se puede ganar con ella. Sonreír no significa, en absoluto ser poco consecuente con los temas a tratar, del mismo modo que estar serio tampoco asegura rigor. Sonreír, cuando se practica con sinceridad y espontaneidad, produce relajación de mente y cuerpo y por tanto facilita el razonamiento, potenciando nuestra predisposición negociadora; lo que a su vez supone, mayor sensación de confianza en nuestros interlocutores. Difícil de obtener con cara seria y posición tensa o envarada.
Tan importante como la palabra es el ademán que la acompaña. Cuanto mas difícil sea llegar a un acuerdo, mas relevante es la actitud. Esbocemos una sonrisa, hablemos pausadamente con tono moderado, relajemos el semblante, que si el negocio no tiene que salir, no sera por esto...

domingo, 28 de octubre de 2007

Fanatismo


Dice Fernando Savater en su libro "El valor de elegir": Hay que educar para prevenir tanto el fanatismo como el relativismo (llamado a veces multiculturalismo por algunos posmodernos despistados) en lo tocante al fanatismo, digamos que en modo alguno se trata de una forma de firmeza en las convicciones sino más bien de todo lo contrario, de pánico ante el contagio de lo distinto. Fanático es quien no soporta vivir con los que piensan de modo distinto por miedo a descubrir que él tampoco está tan seguro como parece de lo que dice creer ... el fanatismo es la única fuerza de voluntad de la que son capaces los débiles".


No hay nada, que dificulte tanto las relaciones interpersonales, como las posiciones obcecadas de ver las cosas - propias o ajenas - y mucho mas si se llega al grado de fanatismo. Creer, que se está en posesión de una verdad absoluta y que por tanto, cualquier opinión, si es discrepante debe de ser apartada de modo radical, es uno de los males mas excluyentes, que existe en la sociedad actual.

Cualquier posición "férrea" ante cualquier problema, impide obtener la resolución mas adecuada del mismo. No escuchar con detenimiento la opinión de los demás, aunque a priori ya sepamos, que es discrepante con la nuestra, es soslayar, de modo irracional, el enriquecimiento que supone el contrate de conocimientos. Si todos pensásemos, que nuestro "saber" es el acertado, estando en el error cualquiera con visión diferente, desde ese mismo instante la Sociedad dejaría de progresar y comenzaría un retroceso lento y constante.

Pero hay un matiz en la frase de inicio, que no debe perderse de vista, atendiendo al profundo significado, que encierra. Efectivamente, una defensa a ultranza de nuestras posiciones, sin escuchar si quiera los razonamientos serenos de nuestros allegados, esconde en el fondo una gran inseguridad, sobre la solidez de nuestros propios argumentos. No es casual, que en muchas circunstancias las opiniones discrepantes, lo único que hagan es reforzar mas, si cabe, nuestro empecinamiento.

Esta negativa a no abrir la brecha de la duda, que puede ser la antesala hacia el acierto pleno, conlleva casi siempre la dirección hacia la radicalización y el fanatismo. Por contra, no hay nada tan saludable para las relaciones interpersonales, que la exposición de nuestra opinión, seguida de una posición "escuchante" para asimilar la que esgrimen otros. Con posterioridad reflexionar con paciencia y serenidad, decidiendo al final, con libertad, si nos reafirmamos en nuestro criterio, o por contra, aceptamos en todo o en parte la propuesta ajena planteada.

Así como el fanático, dificilmente entiende que quien le escucha no acepte a "pies juntillas" sus argumentos, siendo en ocasiones hasta ofensivo o despreciativo; su mente le juega una mala pasada, por inseguridad es remiso a tratar de asimilar y entender otras propuestas. Su posición siempre es el rechazo total. ¿Como espera, que los demás adopten una postura receptiva?. Aunque tuviera absoluta razón en su planteamiento, la propia forma de postularlo lo invalida de plano.

Dejemos este tipo de actitudes para el pasado, progresemos en la sociedad moderna, que vivimos, hacia actuaciones tolerantes y abiertas con los demás; no demos nada por cerrado sin haber agotado todas las posibilidades de encuentro; busquemos la convergencia y los puntos intermedios. Pensemos con seriedad, que creer que estamos en posesión de la verdad, acarrea a medio plazo "males" poco deseables. Identifiquemos lo que nos une, que siempre es mucho mas, que lo que nos separa y concluyamos en definitiva, que mejor es estar en compañía a riesgo de no estar absolutamente acertados, que en la cima de una montaña, solos y con la única compañía de nuestra obcecada "seudo verdad".

Tengo un buen amigo, que dice con frecuencia, que nuestro cuerpo tiene dos orejas y una boca, única y exclusivamente para que hablemos la mitad de lo que escuchamos... pues a practicarlo sin demora.



martes, 23 de octubre de 2007

Normas y principios




Dice José L. Aranguren, en su libro "De ética y de moral": "Obrar conforme a normas o principios morales que aceptamos dócilmente sólo porque están vigentes en nuestro grupo social, pero sin que nosotros veamos su razón de ser, no es obrar moralmente, porque de este modo no contribuimos a la progresiva moralización, sino que, al contrario, convertimos la moral en una realidad inerte, osificada, muerta, que, lejos de mover a la acción creadora, pasa como una losa que empuja al individuo y, si esta conformista actitud se generaliza, a la comunidad entera, al estado de sociedad cerrada.

Contrastar nuestras acciones con un marco de referencia de principios morales amplio, libre, flexible y aceptado por nosotros, es una forma elogiable de construir nuestra vida cotidiana. Pero por contra, tenerlos como "test" referencial, sin estar en sintonía con ellos y aplicarlos, únicamente, por imposición social, es cuanto menos una insensatez. Coartar nuestra libertad de acción sana, por pacatería o temor, es como pretender viajar en un tren sin conocer su destino y acabar llegando a donde teníamos pensado. La probabilidad es nula.

Por muy arraigados que estén algunos principios, en la Sociedad en la que vivimos, no es suficiente, solo deben ser validados por nosotros, si están entendidos y además los compartimos, es decir, no tenemos ninguna reserva para aceptarlos. Las comunidades imponen servidumbres a los ciudadanos, traídas casi exclusivamente, por la repetición mimética realizada durante generaciones, exentas en muchos casos de una profunda revisión crítica, que permita adaptarlas a los tiempos actuales. Supone, por tanto, correr el peligro de estar fuera de contexto en una Sociedad contemporánea. Es decir, obligar a los ciudadanos que los siguen, por dejadez ó cobardía, a permanecer anclados en un pasado claramente obsoleto.

Un sociedad moderna, debe de estar en permanente "ebullición", debe de situarse en posiciones de revisión continua, para adecuar las normas no escritas de conducta, al dinamismo que imprimen los acontecimientos tan cambiantes de nuestra vida actual. Lo que fue adecuado en años pasados, puede ser absolutamente incongruente hoy. Mantener "varas de medir" antiguas o simplemente desfasadas y exigir al mismo tiempo el seguimiento fiel de los ciudadanos, esgrimiendo la amenaza de la reprobación social a aquellos, que no lo cumplan; puede abocarlos a la práctica perniciosa de la doble moral, que les permita parecer lo que no son, para estar en paz con su entorno. Practica deleznable que conduce a la confusión y el desasosiego.

Tenemos la obligación de ser felices y debemos para ello, si es necesario, liberarnos de "corsés" que cercenen nuestra libertad de vida, sin una razón de peso justificada y desde luego la costumbre no lo es. Claramente, en muchas ocasiones uno debe huir de los modos tradicionales, si quiere progresar... tener principios morales que rijan nuestro comportamiento, no implica en ningún caso, que sean a tenor del mismo marco que tenían nuestros abuelos en su época... por ejemplo.


lunes, 22 de octubre de 2007

¿Cooperar o Competir?




Dice Eduardo Punset en su libro "El viaje a la felicidad": "El modelo educativo imperante consiste en encerrar en un espacio reducido a un grupo de niños de la misma edad... Este modo cerrado crea, irremediablemente, condiciones competitivas extremas. Los niños se comparan constantemente unos con otros. No aprenden a apoyarse, a colaborar ni a dividirse las tareas. Todos sirven para lo mismo, llevan a cabo tareas idénticas; no aportan nada específico al grupo, ni desarrollan sus cualidades personales, ni valoran las diferencias, ni se responsabilizan de su entorno, sus compañeros o su propio aprendizaje, y compiten por la atención del mismo profesor. Si se pretende formar adultos que sepan colaborar, éste es el peor sistema".

Vaya propuesta, cooperar o competir. Pero si estamos en el mundo de "yo mas y mejor", si solo buscamos como sobresalir, si solo tenemos ansias de ser mas importantes, sin meditar serénamente a costa de qué... El significado de la palabra cooperar, pronto será un "incunable". Desgraciadamente para todos, lo principal, lo primordial y lo cotidiano es competir, ¿para qué?, eso ya es otra cuestión, se soslaya y en paz.

Levantarse cada mañana con la necesidad de alcanzar una nueva meta, en la carrera desenfrenada de vida, que nos hemos dado como buena, es una absurda forma de no vivir. Tener el convencimiento de que hay que ir mas allá, solos, es cuanto menos una inconsciencia claramente peligrosa. No pensar en trabajar - mucho y mas si se quiere -, pero coordinadamente con los que nos rodean, compartiendo esfuerzos y méritos, sin que pase nada; es como intentar beber y mantener el agua en el vaso, simultáneamente.

Pero no debemos culparnos de como actuamos en este sentido, lamentablemente nos han educado así, nos han programado para esto, día a día con machaconería e insistencia y durante muchos años. Lo malo es que el modelo sigue y por tanto es de esperar, que las próximas generaciones repitan lo mismo.

Tener deseos de prosperar, alcanzar y superar metas, es en el fondo un planteamiento noble, hace que la persona esté "viva", actualizada e ilusionada. La cuestión se envilece, cuando se transforma en el objetivo principal, cuando pasa a ser el pensamiento obsesionante mas frecuente y cuando además, para conseguirlo, todos los métodos son buenos, sin importar grandemente, a cuantos dejamos en la cuneta, por cumplir nuestras aspiraciones íntimas de progreso; considerando este efecto como "daños colaterales", cuanto menos para tranquilizar nuestra propia conciencia.

La competencia con los que nos rodean, convierte a la sociedad en la que vivimos, en un inhóspito y egoísta lugar, donde el cumplimiento de nuestros intereses individuales, están por encima de todo y justifican per se cualquier tipo de acción. Es un camino sin fin, porque siempre hay un "mejor", en ocasiones innecesario, pero que agranda nuestras expectativas y azuza de nuevo nuestra innata competitividad.

El modelo educativo debe resolver esta incongruencia, formando desde la infancia, personas capaces de compartir y de intercambiar, implantando modelos de evaluación, donde el fondo sea la colaboración de cada uno, con aportaciones propias según sus aptitudes y no mediante pruebas excesivamente regladas, donde no cabe un átomo de imaginación y singularidad. Primando siempre, para evaluar, la respuesta correcta. Aunque en el fondo, quien la pronuncia no la entienda adecuadamente, por haberla memorizado para la ocasión. Lo de asimilar y entender ya vendrá... pero cuando.

Seamos, por tanto coherentes, ó nos sentimos satisfechos como somos, fruto de la educación recibida, ó presionamos, para que esa educación lleve, a los que nos siguen, a poder ser como nos gustaría. En definitiva, hagamos una "enmienda" a la totalidad y postulemos una educación desde la infancia, basada en el desarrollo personal no competitivo, donde sean reconocidas y potenciadas las cualidades personales intrínsecas de cada uno, en donde el objetivo principal sea el aprendizaje en la tolerancia como patrón de comportamiento y no principalmente dirigida a la acumulación memorística de conceptos, sin "calar" en profundidad en su comprensión y utilidad.

Los niños, cuando se les coarta su imaginación, se adocenan y acaban siendo intolerantes y egoístas y eso creo que no es lo que queremos... Dejemos volar su imaginación, aunque solo sea, para que sean mas felices.




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domingo, 21 de octubre de 2007

Poder II



Dice John Kenneth Galbraith en su libro"La anatomía del poder": "El dinero fue el motor de la sociedad industrial. Pero en la sociedad de la información, el propulsor, el poder, es el conocimiento. Hemos visto emerger una nueva estructura de clases en donde la división se establece entre quienes tienen la información y quienes se ven obligados a actuar dentro de la ignorancia. La nueva clase dominante extrae su poder, no del dinero, ni de la propiedad, ni de la tierra, sino de los conocimientos".

La ignorancia es mala compañera para caminar por este mundo. La necesidad de estar bien informado, es evidente y no solo en el mundo de la empresa, también en la vida cotidiana. Con la posesión del conocimiento sobre un asunto, el diseño e implantación de las estratégias se torna mucho mas accesible, personal y profesionalmente.

En la empresa, se interioriza con gran rapidez, la fuerza que le confiere a cada cúal, ser poseedor de un determinado tipo de conocimiento, de forma exclusiva. Guardar, para sí, la llave para mover una determinada función interna, lo convierte a uno - según él cree -, en imprescindible. Con esta configuración, lo mas habitual es que el poseedor de tal tipo de saber, lo intente mantener de modo muy hermético, para crear la necesidad de ser requerido, cada vez que es necesario utilizarlo; dando así valor intangible a su quehacer.

Eso hace que se instauren pequeños reinos de Taifas, celosos guardadores de sus "saberes" no compartidos. Cada uno de ellos, pugnando por obtener mayores cuotas de poder, de la dirección de la empresa, en la medida que puedan hacer valer su "imprescindible" utilidad.

Tarde o temprano, la organización se impregna de rivalidad interna, que en definitiva significa desgaste y por tanto menos fuerza para ejercerla hacia el exterior, que es donde están los verdaderos competidores. Ganar la batalla interna y preocuparse por ello, puede significar a la larga, perder la guerra en el mercado.

Tener conocimientos específicos es muy interesante, pero no compartirlos internamente en la organización es debilitarse cada vez mas. El poder en una empresa nunca debería de estar repartido en cuotas, debería estar estructurado, de tal modo, que propiciase una máquina generadora de ventajas competitivas para todos.

Lo importante no es cuan potente sea un determinado departamento o persona dentro de una organización, lo relevante es por contra, como es de sólida y compacta la misma en sí y la capacidad - a través de sus saberes compartidos - que tiene para adaptarse a las circunstancias de cada momento, con fortaleza y seguridad.

La paradoja es, poseer informaciones exclusivas, confiere poder a quien las detenta, pero en la medida que no las comparte - es decir deja perder parte de ese poder - debilita a su organización frente a terceros competidores, por tanto cada uno debe medir con cierta precisión, hasta donde llega la frontera de su utilidad.

Estar bien informado y tener conocimiento en la época actual es muy valioso, pero guardarlo celosamente, para sí, indefinidamente, puede ser a la larga nocivo.

Aniversario



Por el mes de abril comencé con el Blog. Me costó - ya que no soy muy versado en estas materias - ponerlo en marcha. Me costó mas si cabe conseguir publicar lo que escribía y no digo nada subir las imágenes.

Tuve, que superar los días, en que los dedos por mas que se posen sobre el teclado, no son capaces de formar frases coherentes y que además expliquen lo que uno tiene en su mente, es decir, lo que quiere transmitir.

Estuve a punto de abandonarlo en varias ocasiones, por esterilidad o por pereza o por cansancio. Pero a trancas y barrancas, me he mantenido, he superado los momentos poco positivos y he seguido adelante.

Pues bien, ni yo podía imaginar - siendo muy optimista - cuando empecé a escribir en el Blog, que en un día como hoy, la estadística dijera, que las entradas al blog acumuladas desde el principio son 1.000, para mi todo un record. Nunca pense, que se alcanzase semejante cifra.

Por tanto, gracias a los que me habéis leído, porque con ello me ayudáis a continuar y para mí es importante, porque me resulta una válvula de escape muy útil. Un abrazo a todos vosotros desconocidos (algunos), que habéis dejado unos minutos de vuestro tiempo en mi Blog. Bueno, pues a seguir... a por las 2.000 entradas.

martes, 16 de octubre de 2007

Poder




Dice Anthony Robbins en su libro, Poder sin límites: "Para mí el poder definitivo consiste en ser capaz de crear los resultados que uno más desea, generando al mismo tiempo valores que interesen a otros. Es la capacidad de cambiar la propia vida, dar forma a las propias percepciones y conseguir que las cosas funcionen a favor no en contra de uno mismo. El poder verdadero se comparte, no se impone".

Caramba, caramba... a lo largo de mi vida profesional, he tenido distintos jefes; que pocos de ellos puedo recordar, que su estilo de dirección, estuviera presidido por el verbo compartir. Salvo para las "broncas", eso si que era compartido, tu las soportabas y ellos te las "largaban".

Pero claro la proposición no deja dudas, ejercer el poder de modo omnímodo, sin preocuparse para nada de las opiniones de los subordinados, ni del efecto real de las decisiones, parece que no lleva a buen puerto. Es decir, que la preocupación mayor, en cuanto ocupa alguien un cargo de relevancia, que es, ni mas ni menos, hacer notar su autoridad, ejerciendo el mando de forma unipersonal, es un camino equivocado.

Cuando se ocupan ciertas posiciones, se piensa de modo inmediato, que compartir puede ser interpretado como un signo de debilidad, cuando no de inseguridad. Por esa vertiente, fácilmente se llega a la imperiosa necesidad, de ejercitar las prerrogativas concedidas por el cargo con prontitud. Como consecuencia de ello, se inician acciones, sin estar bien "enterado" o "informado" de los asuntos sobre los que se decide. Con posterioridad, si se constata el error en la decisión tomada de modo tan prematuro, no se reconoce éste como una orden desacertada, mas bien, se inclinará la balanza hacía la consideración, de una inadecuada interpretación de las instrucciones emitidas.

Saber mandar, ejerciendo el poder recibido, no es inherente al nombramiento, requiere un aprendizaje, como cualquier otro oficio. Cuanto mas se apoye uno en los que le rodean, mas rápido y efectivo será, sin que por ello pierda un átomo de su autoridad y sin embargo si gane, de modo mas efectivo, el estímulo colaborador de todos. En una empresa los efectos de las primeras decisiones de un nuevo jefe, se expanden como las ondas, que produce una piedra, al caer en un estanque con el agua en reposo. Tanto para bien como para mal.

Deberíamos recordar con insistencia, que una de las fuentes mas importantes para consolidar el ejercicio del poder, es la comunicación, sin practicarla adecuadamente, fundamentándolo casi exclusivamente en la autoridad, éste se torna muy quebradizo... lo cual no interesa a nadie.

domingo, 14 de octubre de 2007

El personaje




Dice Carlos Castilla del Pino en su libro "La Culpa": "... la habitual comunicación que entre dos seres humanos se verifica no es de persona a persona, si por este término entendemos la totalidad de lo que cada uno es, sino del "personaje" a que se encuentra uno vinculado, merced a la distorsión de uno mismo en el ejercicio de la función social. El valor que conferimos a nuestros actos, muchos de ellos negativos, desestimables para los demás y para nosotros, exige su ocultación, de forma que no afecte a la imagen que los demás posean previamente de mí".

Este enunciado, refleja a mi entender uno de los conflictos mas intensos de las personas en la actualidad, directamente acrecentado en la medida que el "gap" entre personaje y persona sea mayor. Vivimos de emulación permanente y seguramente, aunque somos una sola persona, somos varios personajes, según los diferentes ambientes relevantes, en los que desenvolvemos nuestros quehaceres principales.

Tenemos el instinto de querer agradar a todo el mundo, como si fuera necesario abarcar tanto. Pero no en base al reconocimiento de como somos realmente, sino haciendo una imitación, sesgada y burda de lo que los demás piensan, que somos. Lo practicamos con tanta habitualidad, que hasta en muchas ocasiones acabamos creyéndolo nosotros mismos. Como si uno pudiera cambiar tan facilmente, cuando ya va teniendo unos años.

No solo es el efecto interno de estar, casi permanentemente representando el papel que socialmente nos hemos colgado, es que, cuando éste dista mucho de nuestra realidad, produce poco a poco una gran desazón interna, capaz de provocarnos desasosiego e incertidumbre, uno y otro antesala de insatisfacción y ansiedad.

Mantener relaciones en base a no ser uno mismo, no vale la pena, por muy atractivo que sea el ambiente en el que podríamos involucrarnos, si anteviésemos la "vana apariencia" necesaria para ello. Seguro que hay muchas personas, que nos aprecian por lo que somos y no esperan de nosotros un personaje perfecto y están dispuestas a disculpar cualquier fallo y ayudarnos a seguir.

Hay que ser valientes y salir de ese mundo, principalmente basado en el fingimiento; hay que evitar el camino fácil de presentarnos como esperan los demás y dedicarse con la mayor celeridad posible a "interpretar" permanentemente un solo personaje, el auténtico; caiga quien caiga.

Busquemos a personas que nos aprecien por lo que somos, mantengámonos firmes, no cambiemos por agradar al grupo en cuestión, no falsifiquemos nuestra personalidad; seguro que está llena de otras cualidades tan altamente apreciables, como las que tratamos de imitar. Seamos auténticos... o preparémonos a quedar en evidencia, el día, que nuestra interpretación se ponga al descubierto. Vender personajes es para los actores... que cobran por ello.

sábado, 13 de octubre de 2007

Saberes II



Dice Javier Sádaba en su libro "La filosofía contada con sencillez": ... los humanos como observó con agudeza Kant, no se atreven a saber, les asusta la soledad del pensamiento y de la libertad y por eso, se refugian en lo que otros les transmiten. Cambian la libertad por seguridad. La filosofía, sin embargo, no deja de luchar contra la pereza, la cobardía intelectual y a favor de la liberación del individuo, y lo que es decisivo, la filosofía está emparentada con el arte del buen vivir."


¿El arte del buen vivir?, si, porque vivir, no es solo cumplir concienzudamente con nuestras responsabilidades en el trabajo, tener una familia ordenada, ir al partido de fútbol del domingo... vivir es algo mas y buen vivir es mucho mas. Cada ocasión que uno elige, con conocimiento de causa y datos suficientes, incluso aunque no esté dentro de lo denominado ortodoxo, esta viviendo. Cuando sus acciones están dirigidas por indicaciones imperativas o sugestivas, sobre asuntos de diversa índole e interpretación, sin que para ello medie para nada su iniciativa o deseo, está dejando que lo vivan.

Saber es una cuestión de esfuerzo, saber es desterrar la pereza, saber es levantarse y mirar al fondo de las cosas. Cuesta mucho, es mas fácil subir al "vehículo" de los demás y dejarse llevar, como si no contase en nuestra vida, lo que queremos hacer de ella. La comodidad, siempre tiene una segunda derivada y no es mas que la pérdida de originalidad, es como convertirse en el negativo de nuestra foto.

Pero estamos tan acostumbrados - dado nuestra impertérrita falta de tiempo - a abdicar diariamente de nuestra imaginación, perder la originalidad o no insistir de forma persistente y concienzuda, para conseguir nuestras metas, que la costumbre de esta práctica lo convierte en razonable. Nunca puede estar justificado dejar, que se pierda nuestra propia identidad. No debemos dejarnos llevar, aunque parezca plácido; por contra debemos insistir en reafirmar nuestras propias convicciones, si esto cuesta esfuerzo, démoslo por bien empleado.

El sentimiento de seguridad no debería estar ligado al conformismo adaptativo, mas bien lo contrario, el ejercicio de nuestra propia voluntad, sin molestar o transgredir normas, tendría que ser una de las fuerzas internar mas intensas para reafirmarse y por tanto sentirse plenamente satisfecho. Nada hay nada tan fortificante, como el sentimiento armonioso de plena conformidad entre nuestros actos y nuestros pensamientos.

A la sociedad que nos ha tocado vivir, no le gustan las singularidades, las considera excentricidades impropias, prefiere con toda claridad la monotonía repetitiva dentro de los cauces estipulados. Esperemos que a fuerza de acostumbrarnos no acabe por gustarnos, también.

Seamos auténticos aunque represente incomodidad, evitemos la pereza, que adormece lentamente nuestros sentidos y nos lleva a la trampa-remanso del conformismo... es decir, practiquemos el arte del buen vivir en lo cotidiano y no esperemos a lo extraordinario.

jueves, 11 de octubre de 2007

Saberes





Dice Fernando Savater en su libro Las preguntas de la vida: "Una cosa es saber después de haber pensado y discutido, otra muy distinta es adoptar los saberes que nadie discute para no tener que pensar. Antes de llegar a saber; filosofar es defenderse de quienes creen saber y no hacen sino repetir errores ajenos".

Vaya introducción. Con la de "mesías", que han florecido, con la de "sabios", que tenemos en este país. Antes de que se produzca un suceso, ya lo pregonan y cuando no llega a ocurrir o acontece lo contrario, caramba, también lo sabían. Saben tanto que no tienen tiempo para detenerse a pensar y comprobar que sus saberes, fuera del ámbito de los corifeos que siempre les acompañan, son escasos o nulos.

Los ciudadanos de "a pie", a fuerza de vivir aturdidos por nuestras dilatadas obligaciones, hemos consentido, esta proliferación tan perniciosa. No tener tiempo para ocuparse de otras cosas en la vida cotidiana, hace que se apoltronen "cuatro oportunistas" a contarnos, lo bueno y lo malo, con un desparpajo inaudito. Para que contrastar lo que dicen, si ellos saben, que quienes leen u oyen "no tiene tiempo" para hacerlo; mientras las cosas sean así, nunca quedaran en mal lugar, nunca serán cuestionados.

Basta tener una tribuna disponible, para que de forma inmediata, se convierta en la plataforma para emitir profecías. Lo malo de esto es, que incluso eclipsan a los buenos profesionales, aquellos, cuya prudencia les lleva en demasiadas ocasiones a callar y no destapar. Esperan que seamos nosotros quienes los apeemos de su estatus. Principalmente, ignorándolos.

No me refiero exclusivamente a los profesionales de la información, incluyo también a los políticos y a directivos de empresas o de la alta administración del Estado, capaces de propiciar opiniones y con audiencia voluntaria u obligada.

Pero, claro está, este comportamiento no es baladí. Está principalmente motivado, porque cada uno de estos grupos, tienen sus "totems" y se ciñen a ellos como tabla salvadora en mitad del océano. Los profesionales de la información, con el baremo de audiencia o lectura, la premisa es siempre: "hagámoslo, aunque tengamos dudas, si vamos a subir algún punto". Los políticos, el señor D. voto y su emisor, aquí si que hay meollo, "aún sabiendo que no es cierto digámoslo para ver si le arrebatamos algún que otro voto a nuestro oponente", no importa que la acción no esté presidida por el juego limpio. Los directivos de empresa o alta administración del estado, por la necesidad de acumular mas poder o escalafón, ya lo decía mi abuelo "si quieres saber quien Miguelico, dale un carguico".

En fin, puestas así las cosas, solo cabe esperar, que las nuevas generaciones, sepan entender que esto no es saludable para nadie y de modo paulatino, vayan arrinconando en el fondo del armario, prácticas tan poco democráticas. Rompan, ordenadamente con el pasado y manejen como primera premisa de trabajo "la verdad", evitando cualquier tentación por el "ruido" en detrimento de la misma. Destierren en cuanto puedan el mesianismo y eviten así errores ajenos.

Tener criterios diferentes para enjuiciar acontecimientos, no significa estar en posesión de la certeza o sumidos en profundos errores, siempre se está, en las posiciones intermedias. No opinar igual, no significa tampoco, que se abre la "veda", para cualquier argumento con la aviesa intención de minimizar, a quien no esta alineado con nosotros. La diversidad es una riqueza para todos, potenciémosla y no nos empobrezcamos todavía mas... al menos en saberes.

domingo, 7 de octubre de 2007

Amabilidd



Ser amables con las personas que nos rodean tanto en nuestra vida personal como profesional, mas allá de los protocolarios "buenos días ó buenas tardes", propicia el buen ambiente, facilita las relaciónes y satisface a todos.

La vida tan agitada que vivimos, en donde, de lo que mas se carece es tiempo, hace que seamos muy parcos en mantener conversaciones, con los que nos rodean. Interesarse sinceramente por los demás, conocer y preguntar por sus circunstancias, sin ánimo de cotilleo, hace que la poca o mucha amistad, que se tenga, se consolide. Por contra vivir al margen de sus circunstancias, no intentar el acercamiento, produce distancias cada vez mayores y en ocasiones insalvables.

No es fácil en el mundo en que nos ha tocado vivir, cargado de preocupaciones y premuras, acotar tiempo para relacionarse, con los que tenemos mas próximos. En el trabajo, porque la alta exigencia y competitividad por la que se rige, hace que se tengan preocupaciones prioritarias, que impiden en muchos casos detenerse a conversar con el compañero; casi siempre, salvo acontecimientos extraordinarios, ignoramos la mayoría de las circunstancias mas cotidianas de su vida. Fuera del trabajo, porque cada vez con mayor intensidad, vivimos en nuestras casas y somos poco proclives a ampliar nuestras relaciones con nuestros vecinos, mas allá de los saludos convencionales o de los contactos que propician las juntas de vecinos.

Un empobrecimiento paulatino, ya que no hay nada que enriquezca mas que la fluidez en las relaciones y el intercambio, aunque sea breve, con los que nos rodean. Las relaciones presididas por la amabilidad, son generadoras de energía positiva, que alcanza a los que las practican.

Por contra, este individualismo tan acentuado que tenemos, preñado incluso de desconfianza, dificulta la apertura hacia nuestro vecino de mesa o de casa. Flaco favor nos hacemos; salvo que la aplicación de ese tiempo "que no perdemos", lo empleemos en cuestiones de alta enjundia y que aporten mayor valor (difícil).

Otra posición frecuente, es esperar a que inicien los otros, error de nuevo, la amabilidad debe ser proactiva, hay que practicarla siempre que haya oportunidad, iniciando el contacto sin timideces. Aunque nuestro interlocutor parezca distante, romperá barreras en cuanto intuya nuestra predisposición e interés a escuchar e intercambiar. Aunque también es cierto, que podemos encontrarnos recalcitrantes en posiciones enrocadas, en cuyo caso lo que nunca podremos reprocharnos es no haberlo intentado y no perdemos nada haciendo "mutis por el foro", a esperar ocasiones mas favorables.

Facilitar la vida cotidiana y crear buen ambiente es una de las condiciones que deberíamos de practicar a diario. Nada hay tan reconfortante, como la cara de satisfacción de quien ha sido comprendido y escuchado. Vivir solo en medio de la gente es estéril. Sentir la compañía sincera de los demás es potenciarse y adquirir seguridad en uno mismo.

Seamos amables siempre que podamos, iniciemos nosotros sin complejos y no seamos remisos por si no sale bien... nada se pierde, solo se puede ganar.

sábado, 6 de octubre de 2007

Planificación II





Dice George A.Steiner en su libro Planificación de la Alta Dirección: "La planificación es un proceso que comienza planteando unos objetivos; para definir estrategias, políticas y planes detallados acordes con las metas propuestas, para luego establecer una organización que aplique las decisiones adoptadas, incluyendo una revisión de actuaciones y un circuito de realimentación con vistas a la posible introducción de un nuevo ciclo planificador".


Es decir, que uno nunca sabe, si se esta comenzando o terminando, porque de acuerdo con el enunciado de la frase, siempre hace falta una retroalimentación. Hay que estar permanentemente en posición "crítica" y con el ojo avizor para adivinar por donde "van los tiros". Y todo ello con método, perseverancia y análisis.

En las empresas, suponiendo que los objetivos estén definidos, en la mayoría de los casos no son conocidos por gran parte de la organización, es decir, no han sido desplegados. Son mas bien, patrimonio de unos "elegidos y allegados", generalmente han sido definidos por pocas (o una ) personas y según su exclusivo cliterio, sin escuchar a los que tienen, que participar activamente en su consecución, aportando su esfuerzo y saber. Se plantea ya la paradoja, que dice, se puede mover una carga tirando de ella con una cuerda, pero no se puede hacer empujandola con la cuerda.

Si es así dificilmente se llega al estadio de los planes detallados y acordes a las metas. Es mas bien un salto al vacío, es una posición eminentemente voluntarista; como si lo que uno desea, con solo imaginarlo, se alcanzase sin más. No hay nada con efectos tan perversos en la gestión, como la fijación de una meta, sin atender adecuadamente a los medios necesarios para conseguirla y contando con el entendimiento y asimilación de quienes deben de alcanzarla. Es uno de los cauces, que produce mas desmotivación en las organizaciones. Pero sin embargo, este tipo de actuación, no deseable, es demasiado frecuente.

Por si fuera poco el error en la base de partida, la ejecución ya viciada, se pone en marcha y sirve para cuestionar, las personas, la organización, los métodos, la efectividad del trabajo... todo, si no se alcanzan, como es de esperar, los objetivos planteados. Todo se pone bajo "sospecha" de falta de eficiencia. Cuando lo importate sería pensar serenamente y acabar reconociendo que el procedimiento de implantación fue equivocado. Mientras tanto el desgaste es intenso, y el trabajo se convierte en un laberinto, del cual es difícil salir.

Pero además, como no ha calado en la organización el plan en marcha, la retroalimentación es imposible de efectuar, como se puede evaluar el grado de acierto o las causas por las que no se han cumplido los planes, si cada uno no ha tenido acceso a los mismos, para asimilarlos, enterderlos y hacerlos suyos. Mientras uno trabaja, con lo que entiende que es la planificación de otro, mientras no la interioriza como propia, el esfuerzo es "débil" y preñado de dudas y desde luego no apuntará hacia la dirección deseada.

Creer que se avanza a base de intentar empujar a la organización (con una cuerda) es un esfuerzo inutil y nada efectivo. Conseguir que toda la organización tire de la cuerda es enriquecedor, positivo y tiene altas probabilidades de conseguir, que las metas se alcancen tal como estaban previstas. El activo mas importante, que tienen las empresas son las personas, y el desperdicio mas notable, no son las bajas, las roturas, las segundas calidades, no... el desperdicio mas notable es la utilización indadecuada del talento de todos los que trabajan en la misma.

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